sábado, 26 de junio de 2010

Por qué la edición de julio de Vogue es tan importante

-Porque marca el regreso de Peter Lindbergh a la revista con una editorial de lo más impactante.

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No les voy a mentir, Lindbergh no es mi fotógrafo favorito de toda la vida, pero es innegable la calidad de sus fotografías. En los 90 sirvió un tiempo a Vogue pero después se alejó de la revista cuando abusó del Photoshop y el artificio. Y ahora regresa con una de las editoriales más geniales que se han hecho últimamente.

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La historia de esta editorial es se queda en nuestra mente: es un estudio más profundo de lo que creen (ay, sí, la moda es la cosa más frívola del mundo) de los ideales sociales en los 50: es un matrimonio cuya fachada se desmorona. Una mujer  en una época en que los androides -mujeres guapas, elegantes, decentes, con crinolinas y un babero- no tienen el derecho a sentir ni a pensar.

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La mujer en cuestión descubre que tiene un cuerpo y una mente, con necesidades que atender, fuera de prepararle un coctel al marido perfecto y llevas a las hijas al colegio. Si no perciben la intensidad de esta editorial es porque necesitan ver Las Horas o pensar más en la situación de la mujer en los 50.

-Porque en las editoriales se anuncia una nueva estética.

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Materiales nuevos como el pelo de caballo, un cambio radical en la silueta, colores más discretos pero no por ello más aburridos, todo eso lo captan las editoriales "secundarias" de la revista. Y está bien, porque para eso compramos las revistas de moda: para enterarnos de la actualidad.

-Porque se anuncia discretamente el regreso de Manolo Blahnik.

¿Recuerdan cuál fue la última edición en que Manolo aparecía con sus creaciones? Yo no. Hace un año me quejé en este blog del olvido en que tenían al diseñador, pero en Vogue están integrándolo de nuevo, porque sus creaciones se llevan bien con el nuevo modelo de elegancia: discreción, cortes precisos, buenos materiales. La era de los zapatos con triple plataforma se acabó, para delicia de las mujeres que no pueden o quieren usarlos.

-Porque la integración de Marie-Amélie Sauvé (antigua editora de Vogue Paris y amiga de Nicolas Ghesquière) reconcilia la estética de Vogue Paris con la de Vogue US.

Son públicos diferentes con visiones diferentes, pero en esta ocasión las tendencias los unen. Las francesas buscan la sexualidad, el poder, la elegancia del estilo refinada. Las estadounidenses suelen ser más cursis, con más poses y amor por lo tradicional (o lo extremadamente vanguardista), mientras que algunas son sosas y se conforman con un vestido corto en tonos como amarillo piña, el pelo casi blanco y los dientes tan brillantes que deslumbran.

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Algunas francesas se lavan el pelo una vez a la semana, muchas estadounidenses lo buscan tener limpio siempre y le temen a la suciedad. Su estilo es squeaky clean. El de las francesas tiene algo de irreverencia. Y al contratar a alguien que haga estilismos pensados para un público francés pero pasados por el tamiz de los editores norteamericanos (con las nuevas tendencias tan clásicas) está creando una oferta para un nicho del mercado: las mujeres americanas (de toda América, pues) que buscan lo que las francesas distinguidas están usando actualmente.

-Porque, a pesar de la situación tan relativamente adversa, Vogue sigue creando sueños.

Consejo no solicitado: nunca dejen de crear, así estén emocionalmente aplastados.  De eso se saca fuerza y creatividad. Se los dice alguien que no la ha pasado del todo bien de un tiempo a la fecha pero que sigue escribiendo desde su trinchera.

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En ocasiones, como le pasó a Christian Lacroix, uno debe parar por un tiempo porque no hay otra opción. Pero este no es nuestro caso, ni el de los editores en Vogue. Pongámonos por un momento en los zapatos (Brian Atwood, obviamente) de alguien en la revista: estos últimos años en los que la revista vende cada vez menos, es duramente criticada por un enfoque irreal y clasista (tengo uno o dos comentarios sobre eso pero me los ahorro, sólo diré que Cosmo puede ser totalmente democrática), tiene que recurrir a las celebs  para mantenerse a flote y todos aman la modernidad de una editora rival; todo esto debió haber sido muy duro para la publicaciones y sus creadores. Pero siguen en pie.

Imaginen qué hubiera pasado si Anna cediera a las críticas de la prensa, a las bajezas de PETA y a la posibilidad no tan descabellada de que la echaran de Vogue para contratar a Carine Roitfeld en su lugar. Una gran cantidad de lectores,anunciantes, fanáticos y soñadores tendría una razón menos para despertar en las mañanas. Es admirable la determinación de la editora en jefe y todo su equipo. Para nuestra desgracia, personas como Isabella Blow y McQ no siguieron ese ejemplo.

-Porque hicieron una pequeña editorial sobre la última colección de Alexander McQueen y la trataron con el debido respeto.

-Porque es un documento histórico

Veo algunas de las otras Vogue de los últimos años y no las encuentro tan memorables. Sí, la September Issue es el David de Anna y algunas otras (como la edición en la que debutó o la portada de Naomi Campbell) han sido la Mona Lisa o el Desayuno en el Campo de la Wintour. Esta edición es Las Señoritas de Aviñón, porque, al igual que la pintura de 1907, rompe con lo que ella misma estableció y propone un nuevo enfoque sobre los contenidos de la publicación.

-Porque, como dice uno de mis bloggers favoritos, Mañana será otro día.

Otro día con nuevos contenidos, nuevas tendencias que estrenar, nuevas oportunidades para sacar a la industria del bache en el que está y nuevas estéticas por redefinir. Y porque este número se siente como algo totalmente nuevo.

miércoles, 23 de junio de 2010

My Current Obsession: Kool Thing- Sonic Youth

Etiquetas de Technorati:

Regresamos a esa sección que había abandonado después de mi aniversario y que quiero retomar (también para que, si leen este blog y no son muy fanáticos de la moda, tengamos algo más de qué hablar).

Esta canción me gustó desde que la escuché. Me gusta ese sonido: guitarras con poder, una batería con cierta potencia y un dejo de esa melancolía a lo Smashing Pumpkins (esos sí me gustan más, para que vean). En este caso, la melancolía, es por la voz de Kim y por las guitarras. Es como un flashback a ese mundo (que yo no experimenté porque a duras penas iba a entrar a preescolar) de la explosión del grunge y de esa actitud de furia pasiva ante todo. Esas dos palabras son muy buenas para describir Kool Thing: furia pasiva.

Esta, creo que es una de las cinco canciones que más me gustan de Sonic Youth. No los voy a engañar: no es mi banda favorita y sólo he escuchado un disco completo de ellos (se me olvida cuál) y me causó en ocasiones incomodidad, en otras aburrimiento y en otras me gustó. Quizá no esté muy en su onda, aunque las guitarras enloquecidas me gustaron.

Pero Kim Gordon me encanta. Me parece una señora fascinante. Como casi todas las rockeras, Kim Gordon tiene un estilo personal que no le pide nada a nadie. Es más, les aseguro que las estrellitas de ahora (vestidas por Rachel Zoé) morirían por ser como ella en vez de tener un look "rockero" que a todas luces se ve prefabricado. Me podría volver fan de la banda nomás por el crush que he tenido desde hace tiempo con Kim Gordon. Pero nomás no me endulzan el oído del todo.

Designer Marc Jacobs and musician Kim Gordon from Sonic Youth hug on the runway at the Marc Jacobs Fall 2008 fashion show during Mercedes-Benz Fashion Week Fall 2008 at the New York State Armory on February 8, 2008 in New York City.

Aunque no lo crean, los de Sonic Youth, particularmente Gordon, son muy amigos de Marc Jacobs. Antes de transformarse en modelo de revista (lo cual está bien porque su ropa sigue siendo de lo más guay), Marc era un modisto grunge, fascinado por esa desfachatez de los jóvenes en los 90 y de un estilo que usualmente era incidental. Jacobs escucha desde hace tiempo a Sonic Youth y se acercó a ellos hasta volverse muy amigo de todos en la banda (Kim Gordon fue la primera celebridad posando para una campaña de Marc Jacobs, tocando en un escenario).

Kim ya salió ataviada con un traje de enfermera de Louis Vuitton en una editorial de Bazaar y ya tocaron en vivo para el show de otoño 2008. Kool Thing es una de las canciones que tocaron, para deleite mío y del público al que el pop le viene y le va. El desfile fue raro, con prendas entre aseñoradas y vanguardistas, con una proporción de lo más extraño. Justo en este periodo Marc dejó las drogas y la imagen de nerd para volverse más pop, bronceado y tatuado, pero sigue siendo amigo de la banda.

 

A decir verdad, esta combinación me gusta. Creo que se complemente bien, al menos para el público al que Marc iba originalmente dirigido: a las personas jóvenes y un poco snobs que se mueven en la música, el arte y demás profesiones que no requieren de tanta ostentación y sí de ropa que vaya de acuerdo con el discurso del artista.

(No sólo modela para Marc, también para Calvin Klein)

El estilo de Gordon es muy discreto pero con toquecitos de rebeldía: camisetas de rayas, vestidos sueltos y favorecedores y el pelo "al descuido", y maquillaje casi inexistente.  Pero Gordon lleva vistiéndose así desde los 90 y no lo hace por pose  Además, ya creó una firma de ropa en los 90 (X-Girl, qué nombre tan grunge :P) y otra para mujeres adultas.

Iba a terminar este post declarando mi admiración por Kim Gordon pero cayó un rayo y alcancé a desconectar el cargador de la computadora. Y, aunque me dijeron que si sigue corriendo sin trabarse y sin problemas está del otro lado, temo por ella. Y tengo miedo de apagarla. Crucen los dedos y confírmenme que mi computadora no sufrió percances.

sábado, 19 de junio de 2010

De cómo luché contra un bloqueo mental al reseñar la colección Resort de Céline

Ustedes que leen y escriben con una cierta frecuencia saben que llegan a todos esos horribles momentos en los que hay una gran pereza mental o simplemente hay dunas en la inspiración y nada sale. Nada. Por más que uno trate de formar párrafos, las ideas se escurren como agua y no se pueden detener. Estamos, chicos, enfrentados a lo que se llama bloqueo mental, en el cual nuestra mente tiene un enorme tapón, como botella de vino, y nada sale.

Yo no me atrevería a llamarla writer's block porque no me considero un escritor (ni frustrado, ni en proceso) pero el punto es que de mis dedos no brotaban ni siquiera frases interesantes en el Twitter. Y no me da pena admitir que en este momento me cuesta redactarla y que me distraigo un poco.

Celine Resort 2011

En estos últimos días estuve sufriendo de eso. ¿Que si es por depresión? No exactamente, porque el momento feo del año para mí está pasando de a poco. Pero, en mi hora del día asignada al blog no salía nada. Naaaaada. Salieron  4 párrafos de otro post pero no los supe terminar, quizá los retomaré. Y me preocupa, porque tengo que entregar algo relacionado con escribir y citar pero nada sale. Entonces pensé en bloggear y terminar un post decente sobre algo que me había fascinado de primera mano.

Celine Resort 2011

A estas alturas del partido no es nada nuevo el hecho de que muchos estamos deleitados con Phoebe Philo dirigiendo Céline. Personalmente creo que es la marca que está decidiendo el antes y el después de esta nueva década. Antes (en el 2000) empezamos con una fascinación por lo plateado, lo futurista, lo artificial. El lujo discreto, en algunos círculos, la vulgaridad de los tonos metálicos en otros. Y luego cambiamos, regresaron los 70, los 50, los 20 (sin éxito), y los 80, con todo lo bueno y malo de esas décadas. Igual que en los 20, nos estábamos divirtiendo de lo lindo cuando el crack del mercado nos cayó de sorpresa y volvimos a buscar el chic relajado, discreto y atemporal después de años de lujo y una desorientación post-crack totalmente normal.

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Y entonces reapareció Phoebe Philo en el mapa. La que había mantenido el estilo de Chloé durante unos años y se había marchado a casa a ser mamá. La que no era Karl, no era Galliano, no era Marc, no era McQ... en pocas palabras, no era una superestrella del diseño. Pero sabía lo que hacía. Y aún lo sabe.

Celine Resort 2011

Llega Phoebe Philo a Céline y su llegada es el tipo de noticia que hace a un cierto tipo de público mover ansiosamente las manos, mientras que a otros les da igual. Sí, a los que se quedan haciendo puros posts sobre el estilo personal de Mary-Kate y sobre lo guay que es Lily Allen posando para Chanel y sobre lo fascinante que es Balmain (y a los que no se saben otras palabras como chic, trendy, it girl, fashionista, 80's vintage oversize sexy fashion cool).

Celine Resort 2011

¿En qué puesto queda Aldo con la noticia de Phoebe Philo en Céline? Hice un par de comentarios al respecto, me acordé de la última colección en otoño 2006 y seguí hablando de Balenciaga, el Resort y demás. No me emocionó en demasía la noticia, sobre todo porque la casa estaba yendo en picada desde hacía tiempo.

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Y luego revisé la colección, tiempo después de que se lanzara. Me gustó y me atrapó de verdad con los accesorios, porque llegó a donde los otros (salvo Jil Sander y Bottega Veneta) no se habían atrevido: al minimalismo puro y sin pretextos. Una bolsa que rompe con lo ostentoso de los años pasados y se compone de cuero, dos placas de metal y unos remanches. No logo, pura idea.

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Y hace un par de días vi rápidamente la nueva colección Resort de Céline. Estaba fascinado. Blown away. Una colección llena de color y de prendas con unas telas que son puras, sofisticadas y se alejan del cliché de los satines. ALGODÓN, pero sin las estupideces de Alexander Wang (camisetitas sin gracia alguna con un precio de 300 dólares). Ropa trabajada, estructurada pero de tal modo en el que la estructura esté escondida y parezca ropa práctica, si bien un poco aburrida.

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Pero esa ropa va a estar en los armarios un buen rato. Ropa práctica, discreta, como una mujer joven y rica que prescinde de los diamantes, los 2.55 y los Louboutin para camuflarse con el mundo. Sólo quien lo use y quien tenga un buen ojo crítico sabrá que ese abrigo es Céline y vale más que un bolso Gucci lleno de logotipos. Algo que una persona que no necesita aparentar porque sabe lo que vale.

Celine Resort 2011

Por cierto, hace 24 horas estaba cenando con Kelda de Me Gusta la Moda Y Qué, Sabandijiux, Alexino, la siempre adorable Botica Pop, Monsieur Noir y demás. De esa encantadora reunión y los comentarios que hicimos no profundizaré, puesto que muchas cosas son privadas. Sólo haré un comentario y no aludo a nadie... en mi blogroll: "Es muy triste que te conozcan por tu arrogancia que por la calidad en tus textos".  Se las dejo como observación.

martes, 15 de junio de 2010

¿Por qué no... imaginas que vas al derby y te vas a ese evento al aire libre con un enorme sombrero?

Homenajeando a la gran Diana Vreeland, vamos a reeditar su columna en Harper's Bazaar, Why Don't You...? Sugerencias fabulosas para el estilo diario. Obviamente no supero a Diana Vreeland pero tengo algunas ocurrencias. Si más preámbulos, empecemos.

Hoy empiezan las carreras del Royal Ascot. En el derby más importante del mundo se presentarán varios eventos: cocteles, carreras de caballos, apuestas, comidas. Pero lo que realmente importa al mundo no son los caballos ganadores (a menos que haya dinero puesto en tal o cual equino) sino la concentración de aristócratas, el lujo y los sombreros.

Es una tradición que en Ascot se lleven los sombreros más llamativos del año, incluso se hacen números musicales sobre ello. Vaya, hasta los hombres se animan a ponerse los sombreros más extravagantes que encuentran, en un evento donde es socialmente aceptable llevar un pájaro muerto en la cabeza. Por supuesto, sombrereros tan talentosos como Philip Treacy y Stephen Jones están llenísimos de trabajo en estos días.

Ahora que aún hace calor y las comidas o bodas al aire libre se multiplican, se preocupan por verse bien, discretas y elegantes. Muy bien, pero nadie mencionó la palabra "aburridas". Un sombrero es perfecto para romper la monotonía. No necesitan ir con Philip Treacy: un sombrero de paja con algunos adornos les ayudará. Y ese es el modo con el que un simple sombrero puede ayudarlas a verse diferentes.

sábado, 12 de junio de 2010

Si te llamas Diana Vreeland puedes...

  

-darte el lujo de nacer en París:

No podría haber otra ciudad para que ella naciera y viviera su infancia. París hizo que Diana (quien en ese entonces se apellidaba Dalziel) se acostumbrara a la sofisticación y a todas esas pequeñas cosas que conforman el chic.

-Enseñarle el dedo medio (de forma simbólica) a tu familia:

 

Diana Vreeland nació en una época en la que aún era necesario estar casada con un "buen partido". Y de acuerdo con la opinión de su madre, Diana estaba en una seria desventaja porque su hermana era "bella y ella era terriblemente fea y envidiosa y por consiguiente, insoportable". Y adivinen cuál de las dos hermanas pasó a la historia y cuál de las dos tuvo una carrera fabulosa en dos de las revistas más importantes del mundo.

-ser bailarina en tu juventud y tirar patadas como las Rockettes:

Esto es totalmente cierto. En los veinte, Diana bailó en una compañía londinense llamada las Tiller Girls. No creo que realmente lo necesitara, sino era más bien una diversión. Lo que sí es cierto es que los Vreeland siempre estuvieron cortos de dinero y tenían que trabajar duro para vivir esa vida llena de lujos en la que estaba inmersos. Ella y su marido, Reed Vreeland, nunca tuvieron una gran fortuna y debían trabajar constantemente: él como banquero y consultor para Emilio Pucci y ella como editora.

-entrar en las filas de Bazaar con sólo bailar:

Entre esas anécdotas legendarias de cómo descubrieron a algunas celebridades se encuentra la de Vreeland: La editora en jefe de Harper's Bazaar, Carmel Snow, fue invitada a una fiesta y ahí vio a una chica con un vestido Chanel y flores en el pelo bailando entre la multitud. Le ofreció un empleo y el resto es historia.

-escribir una columna de estilo con sugerencias tan maravillosas como descabelladas:

"Why Don't You?" fue la primer asignación de Vreeland en Harper's Bazaar. En esa columna se presentaban sugerencias que parecían descabelladas y estúpidas para muchos pero que en un universo paralelo eran ideas que se ponían en práctica con regularidad. Los lectores se debatían entre el escándalo, la sorpresa y la burla cuando Vreeland les sugería lavarle el pelo a sus hijas con champaña o ponerse perlas con moños de terciopelo o cosas por el estilo. No sabemos si alguna persona fuera de las Vanderbilt o alguien igual de rico y decadente puso en práctica los consejos de Vreeland en Bazaar.

-Ser tan flexible como un acróbata con el concepto de "buen gusto":

Esas dos palabritas conformaban una frase a evitar para Diana Vreeland. Si nos ponemos a pensar, el buen gusto es tan subjetivo como la idea de la felicidad. Digo, para mí la felicidad puede ser vivir en la playa tomando limonadas de agua mineral, o estrenar una prenda nueva diariamente. El punto es que, a pesar de que existen convenciones sociales que definen el buen gusto, éste no deja de ser subjetivo.

Para Diana Vreeland el buen gusto no existía. Existía la elegancia y ésta se podía lograr mediante una serie de elecciones personales, tanto en ropa como en gustos y actitudes. El mismo look de Diana Vreeland (toda de negro, con un rubor muy subido y el pelo peinado hacia atrás como una bola de helado en la cabeza) puede parecer horripilante para muchas modernas de hoy.

-Ser profunda en tu frivolidad:

Decir que "Vreeland era una mujer de contradicciones" es una frase muy gastada. Tan gastada como decir "Las tangas de encaje son el nuevo negro". Discutir el origen de "(inserte objeto aquí) es en nuevo negro" merece un post aparte, porque (en mi opinión) se refiere a algo que redefine la elegancia actual. En sí, es una muy buena frase si se entiende el sentido.

Este tipo de afirmaciones eran propias de Vreeland y es lo que la hace diferente a muchas otras personas obsesionadas con la moda: entender que la moda es una industria, una actitud y no sólo un montón de ropa bonita y carísima. Son sueños y aspiraciones, ideas y sugerencias y formas de vida en general. Y como decía, "la verdadera elegancia está en la mente". 

-Ser una editora de la revista de más icónica sin perder el sentido común:

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Existe una anécdota muy famosa Carrie Donovan, asistente de Vreeland y posterior editora de moda de Harper's Bazaar. Los franceses quisieron lanzar la moda de las faldas largas (lo cual se impuso brevemente por ahí de 1969-1971) y, cuando Donovan le sugirió a su jefa presentarlas en Vogue, Vreeland le respondió: "Oh, no, Carrie. A las mujeres modernas no les interesa eso. Son las que llevan a sus hijos a la escuela".

Por algo dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos.

-Ser angustiantemente perfeccionista:

No se confundan, chicos. En este cuento Diana Vreeland no es el hada buena ni Wintour el hada mala. A pesar de tener concepciones muy diferentes sobre el glamour y el cómo manejar una revista, ambas son un par de editoras en jefe como para temblar de miedo.

Resulta que las producciones de Vreeland eran maravillosas, pero debían ser perfectas (sí, PERFECTAS) para poder entrar a las páginas Vogue. Vreeland solía rechazarlas por minucias como falta de brillo en los labios o el cuerpo ligeramente mal posicionado, llenando de frustración a fotógrafos y modelos por igual.

Ahora bien, el staff, aunque la adoraba, debía obedecer a sus ocurrencias: un día era usar campanas a modo de accesorios, otro zapatos con cadenas y otro era mandar despedir a la señora de servicio que laboraba en el piso de arriba porque el ruido de sus tacones la distraía. La perfección en Vogue debía ser absoluta.

-Entrar en sintonía con las vanguardias:

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A Diana Vreeland le fascinaba la modernidad. Y en los sesenta, década en la que la modernidad llegó de golpe a todo mundo, se movía como pez en el agua. Para ella, las tendencias como la ropa espacial, las minis y el hippismo le parecían fabulosas y siempre encontraba el modo de enseñarlas al público para que las utilizaba. Los nuevos valores (la juventud, la libertad sexual, la independencia y hasta la postura política en la mujer) le encantaron y los metió de golpe a su revista. Y de repente, Vogue se volvió una revista muy actual.

-llenar de exotismo una revista aburrida

Diana Vreeland encargaba editoriales fabulosas, llenas de dinamismo y color, ideadas por ella en locaciones de lo más exótico (por lo que me extraña no haberme topado aún con alguna producida en México) con peinados extravagantes y poses llenas de movimiento. Ya no eran esas aburridas fotos de estudio de la Vogue y Bazaar de los cuarenta y cincuenta, era el dinamismo con vestidos llenos de estampados, maquillaje impactante y un aumento fascinante en el color.

-Marcar un antes y un después de tu presencia

Ningún lugar ha sido igual después de Diana Vreeland: Harper's Bazaar era buena cuando ella, Carmel Snow y el equipo creativo de ambas estaba creando a una de las revistas más impactantes del siglo XX.

Carmel Snow le tenía miedo a Diana Vreeland. Tanto que aconsejó a sus superiores el no contratarla nunca como editora en jefe porque era demasiado buena. Y por el temor de Snow, Vreeland abandonó Bazaar a principios de los 60 y se fue a Vogue, la cual mejoró mucho su calidad, mientras que Bazaar se volvió gris.

Algunas de las fotografías más icónicas del siglo XX se produjeron bajo la tutela de Vreeland.

Una de las frases más famosas de Vreeland era "Debemos darle al público lo que nunca creyeron que querían". Es saber los gustos del público antes de que ellos mismo los conozcan. ESA es la verdadera labor de un editor y por eso Vreeland triunfó en Vogue y Bazaar. Eso explicaría que, al querer imponer (no ofrecer) modas que el público nunca quiso ni querrá (de formas poco creativas, además), la calidad de ambas revistas se viniera abajo.

Después de su salida de Vogue (la despidieron porque querían algo más práctico, sumiendo a la revista en el mundo del aburrimiento), fue contratada por el MET. Y el MET también cambió.

 

-Ser cazatalentos:

Lauren Bacall, Twiggy y Richard Avedon están entre las personas que Vreeland lanzó a la fama en las páginas de las revistas en las que se involucró. Creo que no necesito decir más al respecto.

-Convertir en glamour todo lo que tocas

Después de ser despedida de Vogue, entró al MET. Y las exposiciones como la gala de inauguración del MET se transformaron hasta ser lo que es ahora: el evento social del año.Como estaba muy bien conectada con la alta sociedad, mandó invitaciones, pidió vestidos usados (de Poiret, Chanel, Balenciaga y demás tesoros), recaudó fondos y le inyectó vitalidad al MET. Hasta el día de hoy esa gala, por más Lindsay Lohans que asistan, no ha perdido su prestigio.

Y además está Jacqueline Kennedy, quien no sacó el glamour que la caracterizó de cualquier lado. Vreeland fue su estilista, conectándola con diseñadores estadounidenses que le crearon un guardarropa de lo más envidiable.

 

-vivir tu vida en su solo color

Diana Vreeland siempre estaba vestida de negro. Y amaba el rojo para la decoración. En su departamento, todo era rojo y ella amaba posar en él vestida de negro y maquillada con rojo.  Y aún así, pensaba en que las otras personas amaban otros colores, y llenaba a las revistas de color.

...y en dos palabras, ser absolutamente fabulosa