viernes, 26 de agosto de 2011

How Vogue changed my life parte 1: Kate Moss y el fin de un ciclo

Les he comentado anteriormente que el amor de mi vida como lector son las revistas. He leído decenas de libros y tengo mis favoritos pero una de mis actividades favoritas desde que tenía cinco años ha sido entrar al supermercado y hojear una revista mientras vago por los pasillos.

Tardé mucho en descubrir Vogue, en 2004 y poco a poco comencé a ser seducido por los textos y contenidos de la publicación más importante de moda en el mundo. Sabía que era imprescindible, pero no sabía por qué. Tampoco sabía que me iba adentrando en un bosque, en el cual cada árbol, piedra e incluso estanque (porque hay cosas que apestan en la moda, pero no me detendré en mencionarlas) era nuevo para mí. Creo que apenas he recorrido un camino muy pequeño, pero lo que he visto me ha encantado.

En los últimos meses cambié a la edición estadounidense de Vogue como mi revista de cabecera. Sí, publicaciones como V Magazine y Vogue Italia son mis favoritas en el aspecto visual pero me cuesta trabajo encontrarlas y comprarlas. Por el contrario, Vogue tiene razones prácticas y de contenido por las cuales es mi favorita. Sin temor a equivocarme, creo que el leer la revista me ha educado en algunos aspectos, tanto en sus textos como en su estructura.

Creo que hemos polarizado a Anna Wintour desde las películas, libros y rumores que han salido sobre ella últimamente. Hay personas que la ven como una bruja y otras que la suben en un pedestal. Creo que el gran problema de algunas personas en moda es que, como dice aquél refrán, se concentran en la hoja y se olvidan del bosque entero.

Estoy considerando hacer una serie de posts sobre la obra del staff de Vogue. Por supuesto, sabemos que Anna, Grace y demás luminarias tienen la última palabra, pero recuerden que la industria vive de acciones colectivas. Si conocen a gente que busca ser una mala copia de la idea absolutista de Anna Wintour, sería bueno que les leyeran los créditos de cualquier revista, porque uno de los más grandes méritos de un editor en jefe es saber delegar funciones y crear un equipo saludable. Pero divago.

En estos posts hablaremos del staff pero nos interesará más su obra, el contenido de la revista. No quiero copiar el formato de Las Reinas del Hola que tan dedicadamente hace Gratis Total pero tomé la idea de dedicarnos a un sólo asunto en cada post de Raquel. Vamos a comenzar esta serie con algo personal. Si les gusta, comenten y la continuamos la próxima semana (ya tengo las secuelas planeadas). Si no, no hay problema. 

Hace 2 años compré la Vogue de septiembre por una mezcla de razones prácticas, académicas y porque la quería tener y punto. El haber visto avances del tan celebrado documental me hizo darme cuenta que septiembre era un mes importante para las revistas, no sólo de Condé Nast sino de todo el mundo. Resulta que marzo y septiembre son las fechas oficiales en las que hay cambios de estación, las tiendas se surten y las revistas están listas para entregar las novedades.

Las ediciones de marzo y septiembre son una institución en Vogue. No sólo porque se vuelven enormes y están retacadas de publicidad (esta edición tiene 758 páginas y la mayoría son anuncios, lo cual se traduce en dinero para la revista) sino porque guardan las sorpresas más grandes para esos números.

En una edición estacional pude darme cuenta que la revista ha sabido medir el clima de la temporada, más allá de lo in y lo out (me choca ese reduccionismo en el lenguaje de las revistas de moda), saben que un determinado artículo o portada puede ser icónico. En este caso, el texto sobre la boda de Kate Moss es uno de los principales atractivos de la revista durante este mes.

Para Kate Moss y su generación se acabó una era. Nuestros héroes de los 90 demostraron que no pueden ser jóvenes para siempre. Pero eso no significa que dejen de ser interesantes. Sí, Kate Moss le bajará dos rayitas a sus diversiones pero eso no borra su impresionante carrera y el brillo que siempre tendrá la modelo que hizo girar al mundo desde su aparición en un desfile de Calvin Klein.

Todos hablaron sobre la boda de Kate y quedaron encantados. Fue un evento insuperable y muy auténtico. Y también fue una fiesta de despedida para esa generación, sin dramas ni sufrimiento. Kate, Galliano, Carine Roitfeld, Stella McCartney y hasta Jude Law saben que se han vuelto clásicos y que ya se ganaron a pulso un lugar en la cultura popular y pueden seguir con su vida sin la presión de asombrar a los demás. Su mera existencia es impresionante. Les tocará luchar a otros más jóvenes por la admiración que tienen per se los invitados a esa boda. Mientras tanto, ellos se reunieron para festejar su transición a otro momento en sus vidas. Jamás me compararía con Kate Moss pero estoy seguro que ambos, al igual que muchos, no imaginamos hace dos años que estaríamos en este momento de nuestras vidas.

Al comprar la Vogue en 2009 me di cuenta que estaba abriendo un ciclo, en el cual se vendrían miles de horas de investigación, redacción y disciplina (concepto que me había causado incomodidad en el pasado). Se cruzaron muchas cosas: desde la persona que me rompió el corazón hasta el volverme existencialista amateur, clases de fotografía y el ocasional comentario malicioso de "¿Todavía no la acabas?". En algún momento creí que siempre me quedaría escribiéndola toda la vida. Y no sucedió de ese modo.

Me aterra continuar con esta parte del post. Me cuesta un poco de trabajo bloggear sobre todo lo que pasé al escribir y abandonar por ratos mi tesis. Estoy seguro de que no siempre fue una experiencia placentera y que a muchas personas de mi generación les va increíblemente en empleos bien pagados sin que se preocupen de la tesis pero también he aprendido que no podemos vivir de acuerdo con los estándares de otros y que hay que olvidarnos de complacer a los demás en todo porque es nuestra vida y punto.

Mientras tanto, un descanso visual: Encuentre usted el error en la conmovedora imagen 

Este ciclo no ha sido siempre agradable pero esos malos ratos me ayudaron a deshacerme de dogmas que traía cargando para buscar hacer las cosas de un modo distinto. En todo este periodo no he hecho más que aprender y, paralelamente, recibir cosas muy buenas que le han dado sabor a mi presente.

También me preocupa cerrar esta parte cuando aún faltan cosas para el cierre pero me puedo relajar porque el camino se me hizo increíblemente largo y tan lleno de enseñanzas que me cuesta trabajo describirlo. Pero el hacer una entrada al respecto sin disparar issues es una buena señal. Y si hay algo que he apreciado en estos momentos es la sinceridad, de los demás y de uno mismo.

Ayer compré la Vogue de Kate Moss, después de cazarla durante días en el proveedor de revistas oficial en el DF. Cuando por fin la tuve en mis manos y me la llevé, me di cuenta que había llegado al fin de ese ciclo y que debo empezar uno nuevo. Estoy dispuesto a tener un periodo menos complicado. Después de todo, uno aprende de todo, hasta de las revistas de moda.

lunes, 15 de agosto de 2011

“Murió Hélène Rochas y no los veo lamentándose por ello” “¿Y quién es esa?”

La susodicha retratada por Andy Warhol

Hoy desperté con la noticia de que el 6 de agosto había muerto Hélène Rochas sin que se hiciera una gran repercusión más que una nota de agencia –sobre su funeral- desperdigada por algunos sitios web. Es una pena, ya que una de las mujeres más inteligentes en la industria de la moda no ha dejado una gran huella en las personas, ni por su elegancia ni por el papel que representó en su tiempo.

¿Cuál es la importancia de Hélène Rochas? Simple: era la última de una generación llena de mujeres emprendedoras e inteligentes, las cuales crearon (o en su caso), conservaron marcas de la nada. Junto con las tres superestrellas de los cosméticos (Estée Lauder, Helena Rubinstein y Elizabeth Arden), fue el antecedente de las ejecutivas de los ochenta.

No hay mucha información sobre ella: sabemos que nació en 1927, hija de un héroe de la guerra y de la primer dentista de Francia y que entró a este negocio por casualidad: iba de camino a sus clases de actuación cuando se encontró en el metro a Marcel Rochas. Es como si en el autobús me sentara junto a Phoebe Philo.

Era 1942, un año difícil para Francia por la ocupación alemana y para la industria porque casi todas las casas de renombre estaban fuera de combate. Pero Rochas no era una de ellas y seguía teniendo éxito a pesar de las carencias que la guerra provocó en toda Europa.

De las creaciones de Marcel Rochas hablaremos con detalle en otro momento, sólo diremos que para ese tiempo la casa era muy exitosa y sus vestidos eran usados por todas las mujeres ricas preocupadas por seguir manteniendo un bonito guardarropa en la guerra.

Marcel Rochas vio algo en la chica del metro (quien en ese momento tenía quince años y estudiaba en la Ópera de París) y la invitó a modelar sombreros. Dos años después se casó con ella y la transformó en una mujer sofisticada que se volvería la imagen de la marca a su muerte, en 1955.

Sin la presencia de la señora Rochas, la marca de su marido estaría ahora tan olvidada como las casas que florecieron en la posguerra y no llegaron a nada. Sólo sería un bonito recuerdo. Ella tomó las riendas de la marca y la mantuvo a flote con una división que ya en ese entonces resultaba exitosa: las fragancias.

La adición de fragancias fue idea de Hélène y comenzó cuando Marcel aún estaba vivo. El primer perfume: Femme, fue creado en su honor. En los cincuenta y sesenta lanzaría otras fragancias pero su más grande éxito sería Madame Rochas.

Una de las lecciones más valiosas que esta mujer dio a la industria de la moda es la de ser imagen de la marca y personificar el estilo de vida que promovía. Chanel había hecho algo parecido en los años 20 pero lo abandonó después de la guerra. Hélène Rochas se convirtió en la mujer hermosa y distinguida que los diseños y perfumes de su marca evocaban. Es algo como lo que han hecho Valentino y Roberto Cavalli.

Incluso los perfumes mantenían esa imagen de elegancia, con un empaque rosa y un moño de encaje negro, una continuación del “aire de fragilidad” que, según la señora Rochas, todas las mujeres debían poseer. Es irónico que una mujer como ella no hubiera abrazado el feminismo.

Curiosamente, la actitud de Hélène la salvó de ser sólo una belleza más de los años 40: su estilo fue evolucionando con el tiempo y, si bien se volvió conservadora y aseñorada en los últimos veinte años, logró llegar a esa atemporalidad que muchas buscan pero jamás logran. No creerían que la mujer de la tiara tenía 72 años al momento de la foto ¿verdad?

Madame Rochas en 1999

En 1970 vendió la marca a Roussel-Uclaf, una compañía química, por 40 millones de dólares. Cabe destacar que en ese tiempo era una cantidad mucho más grande de lo que es ahora (Si no me creen, vean la escena Austin Powers en la que el Dr. Evil pide un millón de dólares por no destruir el mundo). Sin Hélène, la firma fue perdiendo fuerza, al punto en que 1980 estaba de regreso como consultora. Poco a poco Rochas fue cambiando de manos hasta que llegó a Wella, quien reabrió la división de moda, y posteriormente a Procter & Gamble.

Ustedes saben qué le sucedió a la marca en 2003: revivió de la mano de Olivier Theyskens, quien la convirtió en un objeto del deseo colectivo para socialités, editoras de revistas y fans del buen diseño por igual. El diseñador belga se inspiró en los archivos de la marca y la elegancia de Hélène, mientras le daba aire fresco a la marca.

Para entonces Hélène Rochas se había vuelto amiga de Yves Saint Laurent y vestía sus diseños, mientras se alejaba discretamente de la escena. Ahora ha muerto la mujer que mantuvo viva a una marca durante años y sirvió de inspiración para otras mujeres de negocios.

Hago un paréntesis porque me complace informarles que gané el concurso de Delitos y Faldas de Eugenia de la Torriente, mi periodista de moda favorita en español. Me gané las fotos de la colección de otoño de Givenchy Haute Couture. Les pongo el respectivo link y aprovecho para agradecer a Eugenia y a El País por la oportunidad. No saben lo que significa para mí.

jueves, 11 de agosto de 2011

Fashion’s Night Out, parte 1: El prólogo.

¿Cuál era tu objetivo al abrir este blog? Es una de las preguntas que me hacen de vez en cuando. Sinceramente, no tenía más que uno: hablar de lo que me gusta. Y en el camino la he pasado bien, posteo con menos frecuencia de la que quisiera, pero aún así sigo disfrutando lo que hago. He conocido personas increíbles y he aprendido muchas cosas de ustedes, lectores, y de la industria de la moda. Nada mal para un chico obsesionado con las revistas.

A pesar de eso, en ocasiones me pregunto si escribir vale la pena. Leía con mucha tristeza los comentarios de Vanessa Buendía, una periodista que trabaja en la BBC, desacreditando a los bloggers que valientemente informan de la situación en Londres. Y por desgracia, allá afuera la gente tiene el mismo prejuicio. No tengo nada más qué decir sobre esta mujer ni sus declaraciones, aunque es curioso que una piedra duela más cuando un colega la avienta. En fin.

Hace un par de semanas seguía desconectado de internet, solucionando asuntos internos y externos, hasta que el ver de nuevo a mis amigos de los blogs me devolvió la inspiración. Muchos de nosotros logramos un contacto con la industria, ya sea estudiando o trabajando cosas relacionadas con moda. Yo sigo recordando con mucho cariño al staff de Eve, del cual formé parte el año pasado. Fuera de eso, vivimos nuestros días reproduciendo contenidos de diseñadores y revistas especializadas.

Por eso no pude ocultar mi emoción cuando fui invitado por Vogue México y Latinoamérica a un evento con relación a Fashion’s Night Out.

¿Cuál es el objetivo global de Fashion’s Night Out? Regresarle lo divertido a comprar o ir a ver aparadores. Nos encanta comprar pero en ocasiones el surtido o los vendedores nos intimidan. ¿Y saben qué? Eso tiene que parar. Ya, ahora mismo. Porque como consumidores tenemos un gran poder sobre las tiendas.

La industria tiene tanto para ofrecernos que debemos ejercer nuestro derecho a elegir. Y no sé ustedes, pero desde hace mucho elegí ir a las tiendas, ver cosas que me gustan, y comprar cuando me enamoro locamente de algo y siento que no puedo vivir sin él (Las compras son tan parecidas al amor, ¿no creen?).

¿Qué va a haber en Fashion’s Night Out? Desde portadas de Vogue de los 30 hasta sesiones de fotos, más la presencia del staff en las tiendas que se sumaron a la causa. Y, se han integrado distintos centros comerciales en la ciudad para que podamos ir a donde queramos. No les puedo adelantar mucho por el momento pero el saber que las editoras de Vogue van a estar en todos los puntos donde se realice esta fiesta me llena de felicidad, porque es la mejor forma de que ustedes, lectores, y ellas, se conozcan y compartan impresiones.

¿Cuándo va a ser Fashion’s Night Out? El jueves 8 de septiembre.

¿Dónde pueden encontrar más información? En su sitio web http://fno.vogue.mx

¿Les preguntaste algo? Sí, ya saben que soy preguntón por naturaleza. Como ya conocen mi obsesión con los años 60, pedí que pusieran portadas de la época de Diana Vreeland, lo cual no será posible esta vez. Pregunté si podían gestionar la apertura de alguna red especial para el evento y trabajarán en ello. Asimismo, pregunté si había algo que no les gustaba de los blogs que habían leído Eva Hughes me respondió que los ataques personales le parecían fuera de lugar. Habiendo atestiguado ya peleas en redes sociales en las que ese criterio parece ser el único, estoy de acuerdo.

Por otro lado, estoy contento de que hayan leído algunas sugerencias que hemos dado en nuestros blogs y cuentas de Twitter, porque el conocer otros puntos de vista siempre es benéfico para lo que estemos haciendo.

¿Tuviste un momento fan? Sí, con Eva, José Forteza, Arianna Becerra y el resto del staff que conocí y más cuando me contaron que me han leído. Fue una gran motivación y llegó en un momento en el que no estaba esperando mucho del presente. La invitación de Vogue es una de las recompensas más grandes que he tenido con este blog y estoy muy agradecido con ellos y con mis amigos de los blogs, a quienes siempre me da gusto ver.

Les dejo la foto del recuerdo y el teaser de Fashion’s Night Out, ambas imágenes cortesía de Gaby de Moda Capital. ¿Listos para unirse a Nueva York, París, Madrid y otras ciudades? Yo sí, y sobra decir que estoy emocionado.