Giambattista Valli y la dama al estilo Balenciaga

Giambattista Valli es, quizá, uno de los diseñadores que en un futuro releven a los monstruos sagrados cuando estos mueran o se retiren. Contando con un gran talento y un estilo propio, Valli fue seleccionado por el mismo Emanuel Ungaro para que le sucediera, y mientras estuvo ahí salvó a la casa del debacle. Ahora ha logrado poner su propia casa y a pesar de algunas dificultades ha triunfado.

El diseñador italiano ha logrado hacerse de clientas ricas y famosas que apoyan sus ideas y los han dado a conocer. Si bien la ropa de Giambattista no es convencional, tampoco es imposible salir a la calle con ella. El efecto que un vestido de Valli tiene en la mujer es simple. Realza su figura y le añade un acento, una nota fuerte que la distingue de los demás vestidos. Con este propósito le añade flores, escarolas, hombros desproporcionados y accesorios que dan protagonismo.



Paso a paso ha ido ganando protagonismo e incluso portadas en distintas revistas. Sus prendas resaltan no sólo por las siluetas y las aplicaciones que les agrega sino por la calidad de las telas en las que se confeccionan. Sedas, rasos y lanas son los más recurrentes en el establecimiento de un lujo poco ordinario.



Valli tiene, dentro de su estilo, una gran versatilidad que le permite vestir a damas de sociedad y actrices de moda sin que se vean fuera de lugar. Se permite experimentar con las siluetas y los materiales –en ocasiones- e si es necesario integra elementos externos al estilo Giambattista. Este se puede componer de escarolas y flores en el hombro pero acepta sugerencias de otros lugares y se refresca para no encasillarse. En las temporadas que lleva –comenzó en 2005- ha logrado integrar propuestas novedosas sin perder su sello.



Un gran acierto de la marca es darse la posibilidad de soñar. De vez en cuando crea diseños extravagantes para el gusto de muchos y algunos temas de su colección suelen impactar a la prensa. No hay mejor prueba que la temporada pasada, en la cual afirmó que su inspiración fue el creer que Caperucita podía dominar y matar al lobo, y para plasmarlo usó pieles al por mayor.

Esta temporada fue ligeramente diferente. Estuvieron presentes las damas en la mente de Valli. Sin embargo, la musa fue ese tipo de mujer que es difícil de encontrar actualmente. Una mujer con clase y distinción que busca lo clásico para continuar su imagen sofisticada. Burguesa o aristócrata, la mujer es la clase encarnada. Habla en francés y sabe comer con guantes. Se recoge el pelo, sueña y toma el té a las cinco de la tarde.



Sin embargo, esta dama es el ideal de otro: Cristóbal Balenciaga. Aprendiz indirecto del maestro (Ungaro fue pupilo del vasco), Valli tuvo al gran diseñador en mente todo el tiempo. Al igual que Balenciaga, Valli creó atuendos para un sector social. Al igual que Balenciaga, Valli experimentó con la forma sin perder el rumbo. Pero, a diferencia de Balenciaga, Valli recurrió a los años 50 y dotó a sus diseños de una ligera nostalgia e ingenuidad.



Los elementos de los que Valli gusta estuvieron presentes junto con una concepción más clásica de la ropa. Esta vez los acentos no dieron protagonismo al vestido sino que se mezclaron armoniosamente con las líneas severas del estilo Balenciaga, con un resultado muy interesante para la colección.



Mención aparte para los zapatos. Giambattista Valli se ha anotado varios goles personales en la creación de accesorios, porque estos se comentan con emoción en los medios. Un ejemplo son los zapatos que diseñó para el estropicio andante (también conocida como fashionista) Victoria Beckham. Extraordinariamente altos (15 cm) y con una gruesa plataforma, permitían caminar fácilmente y en algún momento podían dar un poco de comodidad sin hacer que el pie se viera grotesco, algo natural en zapatos tan altos.



Para esta temporada los zapatos son aparentemente austeros. En tonos básicos y con la punta triangular, podrían ser un zapato de tacón cualquiera, si no fuera por la vertiginosa altura: alrededor de 12 cm. La virtual ausencia de plataforma da al caminar un aire extraño, ya que el peso se apoya en la punta de los pies en vez del metatarso. Imposibles para la ciudad pero ideales para el salón, donde el pie queda expuesto y el zapato le añade erotismo a la postura.



Valli puede esperar que su propuesta tenga mucho éxito, sobre todo cuando sus piezas son modificables y no dependen de una crinolina para tener un alto impacto. Para algunos no hubo mucha creatividad en el desfile, pero sí existió una mente maestra que combinó varios elementos para presentar algo nuevo. ¿No se supone que la moda debería ser asi?