La susodicha retratada por Andy Warhol
Hoy desperté con la noticia de que el 6 de agosto había muerto Hélène Rochas sin que se hiciera una gran repercusión más que una nota de agencia –sobre su funeral- desperdigada por algunos sitios web. Es una pena, ya que una de las mujeres más inteligentes en la industria de la moda no ha dejado una gran huella en las personas, ni por su elegancia ni por el papel que representó en su tiempo.
¿Cuál es la importancia de Hélène Rochas? Simple: era la última de una generación llena de mujeres emprendedoras e inteligentes, las cuales crearon (o en su caso), conservaron marcas de la nada. Junto con las tres superestrellas de los cosméticos (Estée Lauder, Helena Rubinstein y Elizabeth Arden), fue el antecedente de las ejecutivas de los ochenta.
No hay mucha información sobre ella: sabemos que nació en 1927, hija de un héroe de la guerra y de la primer dentista de Francia y que entró a este negocio por casualidad: iba de camino a sus clases de actuación cuando se encontró en el metro a Marcel Rochas. Es como si en el autobús me sentara junto a Phoebe Philo.
Era 1942, un año difícil para Francia por la ocupación alemana y para la industria porque casi todas las casas de renombre estaban fuera de combate. Pero Rochas no era una de ellas y seguía teniendo éxito a pesar de las carencias que la guerra provocó en toda Europa.
De las creaciones de Marcel Rochas hablaremos con detalle en otro momento, sólo diremos que para ese tiempo la casa era muy exitosa y sus vestidos eran usados por todas las mujeres ricas preocupadas por seguir manteniendo un bonito guardarropa en la guerra.
Marcel Rochas vio algo en la chica del metro (quien en ese momento tenía quince años y estudiaba en la Ópera de París) y la invitó a modelar sombreros. Dos años después se casó con ella y la transformó en una mujer sofisticada que se volvería la imagen de la marca a su muerte, en 1955.
Sin la presencia de la señora Rochas, la marca de su marido estaría ahora tan olvidada como las casas que florecieron en la posguerra y no llegaron a nada. Sólo sería un bonito recuerdo. Ella tomó las riendas de la marca y la mantuvo a flote con una división que ya en ese entonces resultaba exitosa: las fragancias.
La adición de fragancias fue idea de Hélène y comenzó cuando Marcel aún estaba vivo. El primer perfume: Femme, fue creado en su honor. En los cincuenta y sesenta lanzaría otras fragancias pero su más grande éxito sería Madame Rochas.
Una de las lecciones más valiosas que esta mujer dio a la industria de la moda es la de ser imagen de la marca y personificar el estilo de vida que promovía. Chanel había hecho algo parecido en los años 20 pero lo abandonó después de la guerra. Hélène Rochas se convirtió en la mujer hermosa y distinguida que los diseños y perfumes de su marca evocaban. Es algo como lo que han hecho Valentino y Roberto Cavalli.
Incluso los perfumes mantenían esa imagen de elegancia, con un empaque rosa y un moño de encaje negro, una continuación del “aire de fragilidad” que, según la señora Rochas, todas las mujeres debían poseer. Es irónico que una mujer como ella no hubiera abrazado el feminismo.
Curiosamente, la actitud de Hélène la salvó de ser sólo una belleza más de los años 40: su estilo fue evolucionando con el tiempo y, si bien se volvió conservadora y aseñorada en los últimos veinte años, logró llegar a esa atemporalidad que muchas buscan pero jamás logran. No creerían que la mujer de la tiara tenía 72 años al momento de la foto ¿verdad?
Madame Rochas en 1999
En 1970 vendió la marca a Roussel-Uclaf, una compañía química, por 40 millones de dólares. Cabe destacar que en ese tiempo era una cantidad mucho más grande de lo que es ahora (Si no me creen, vean la escena Austin Powers en la que el Dr. Evil pide un millón de dólares por no destruir el mundo). Sin Hélène, la firma fue perdiendo fuerza, al punto en que 1980 estaba de regreso como consultora. Poco a poco Rochas fue cambiando de manos hasta que llegó a Wella, quien reabrió la división de moda, y posteriormente a Procter & Gamble.
Ustedes saben qué le sucedió a la marca en 2003: revivió de la mano de Olivier Theyskens, quien la convirtió en un objeto del deseo colectivo para socialités, editoras de revistas y fans del buen diseño por igual. El diseñador belga se inspiró en los archivos de la marca y la elegancia de Hélène, mientras le daba aire fresco a la marca.
Para entonces Hélène Rochas se había vuelto amiga de Yves Saint Laurent y vestía sus diseños, mientras se alejaba discretamente de la escena. Ahora ha muerto la mujer que mantuvo viva a una marca durante años y sirvió de inspiración para otras mujeres de negocios.
Hago un paréntesis porque me complace informarles que gané el concurso de Delitos y Faldas de Eugenia de la Torriente, mi periodista de moda favorita en español. Me gané las fotos de la colección de otoño de Givenchy Haute Couture. Les pongo el respectivo link y aprovecho para agradecer a Eugenia y a El País por la oportunidad. No saben lo que significa para mí.
6 comentarios:
que verguenza pero tngo q aceptar que no la conociA :s por cierto me encanto tu post de voguepedia ahora mismo voy en busca d ella :) saludo0s bonita semana
Te felicito por este post y por tu blog!!!!
Seguiré pasándome por aquí ;)
Un saludo!
http://comovestimos-lo.blogspot.com/
Magnifico el post. No conocía a esta mujer y debería.
Fotaza la de 1999.
Saludos Aldo;)
Mira quien ha ganado lo de "Delitos y faldas" jajajaja
Felicidades
Enhorabuena por tu premio!
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