Hoy no estaba muy seguro sobre lo que iba a escribir y se me ocurrió algo bueno (que será relegado para la próxima entrada) hasta que leí que Helen Gurley Brown había muerto. Y con ella se muere la era de las mujeres pioneras en ganarse sus derechos predicando con sus propias vidas.
Brown tenía 90 años cuando murió y en Twitter dije que fue la primera chica Cosmo, pues creó una serie de valores que se siguen buscando incluso hoy. Y más importante, fue la primera mujer que sugirió una idea que cambió la vida de las mujeres desde hace casi 50 años.
La idea de tenerlo todo.
¿Y a qué debemos tanta admiración por esta señora en este humilde blog? Pues porque con un libro y una revista pudo cambiar la vida de muchas personas, incluida mi mamá.
Creo que voy a terminar contando su historia de a poco pero mi mamá creció en una familia conservadora, en la que imperaban el machismo y muchas otras cosas desagradables que seguimos arrastrando hoy en México y Latinoamérica.
El punto es que, de alguna manera, sus enseñanzas llegaron a mi mamá en forma de una revista y, junto con su sentido de la justicia, le ayudaron a rebelarse aún más contra un sistema de creencias injusto y cruel y, a través de su trabajo, pudo darse una buena vida que merecía en vez de tomar las decisiones equivocadas que ese sistema promovía.
¿Y cuáles eran esas enseñanzas? Algo que nos parece normal ahora y que era muy fuerte en 1961 e incluso causaba irritación hace treintaytantos años, cuando mi mamá comenzó a leer Cosmo en español.
La primera idea era la libertad de vivir bien, y eso se lograba trabajando, organizando el sueldo y actuando inteligentemente en un entorno peligroso para una mujer ejecutiva. O sea, piensen en Joan Holloway (y en cierto tipo Harris) como un cierto tipo de chica Cosmo.
La segunda era la noción de que una mujer soltera no tenía por qué ser infeliz y amargada como la sociedad esperaba, sino alguien que podía invertir todos sus cuidados en quien más amaba: ella misma. Debo decir que una de las hermanas de mi mamá sí cumplió el papel de la soltera amargada y hoy es una de las personas más infelices (y a su vez causantes de mucha infelicidad) que conozco.
Y si en una colonia pequeña del DF Helen Gurley Brown contribuyó a cambiar una vida, imaginen cómo influyó en millones de hogares estadounidenses y de otros 34 países en los que se publicó un libro.
Sex and the Single Girl fue el libro que inauguró a las chicas Cosmo: esas míticas criaturas glamorosas e independiente que todas (a menos que fueran extremadamente conservadoras) deseaban ser durante los 60 y 70. Porque Brown fue editora de la revista durante 32 años y la transformó por completo.
Podemos hablar de Cosmo A.H (antes de Helen) como una revista aburrida que estaba al borde de la quiebra, una publicación de la que nadie se acuerda. Para el año en que salió, 1997, era la sexta revista más leída de los Estados Unidos y había catapultado un estereotipo positivo que luego sería adaptado por la generación SATC y por la realidad global.
Ahora la revista se ha alejado un poco de eso y se ha vuelto más un mapa de algunas cosas modernas (mi mamá dice que llegaban a ser un poco fantasiosas las editoras de finales de los 70). Su sección de moda no ha sido mi favorita en años, pero siguen manejando un estilo interesante en los aspectos sexual, laboral y financiero. Y ahora la leen las hijas y nietas de las chicas Cosmo.
Me alegra mucho que Helen Gurley Brown, quien ayudó a que la sociedad cambiara radicalmente durante los últimos años haya vivido una vida plena: estudió una carrera universitaria, tuvo un matrimonio de 51 años, a los 40 publicó el libro que estamos mencionando y revolucionó el mundo editorial hasta los 75 años. Y todavía trabajaba como editora internacional cuando murió.
Por eso le dedico esta entrada a la primera mujer que lo tuvo todo y que con ello se volvió la primera chica Cosmo.
3 comentarios:
Ya había olvidado ese slogan "para la mujer que lo quiere todo"
A mi la Cosmo me parece la más divertida revista de todas. Boba, banal la mayor parte del tiempo, pretendidamente bad ass -al menos en esta época- pero relajante y catártica.
Además es la única revista que he comprado dos veces, en inglés y español, porque un reprint me agarro desprevenida, plop.
Entre la Cosmo y la Vanidades, he de confesar que me fui haciendo "mujercita". Mi mamá no las compraba porque ni tiempo de leerlas tenía, pero mi bisabuela (sí, bisabuela!) y mi tía las tenían y cada semana me metía en su recámara a leerlas, a enterarme del mundo pop y, sobre todo, de cómo el sexo moldeaba la percepción de hombres y mujeres acerca de sus roles heteronormativos modernos.
Me queda claro: la señora Gurley Brown verdaderamente hizo lo que predicaba. Y así se gestan los grandes cambios e influencias en el mundo, cambiando las ideas.
Merecido homenaje
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