Hey, chicos, regreso a bloguear después de una larga pausa. Mis vacaciones no fueron tan largas pero la pasé maravillosamente, es una playa fascinante. Si ustedes lo desean hago un post especial con las fotos y otros comentarios. Pero bueno.
Es hora de regresar y quería regresar con un post decente pero no podía estructurarlo hasta hace unas horas. Veamos cómo me va. Quería escribir algo que tiene un buen rato rondando mi cabeza, y que me causa mucha molestia, tanta que han leído mis quejas en varias entradas y se reduce a la devoción por la basura que es Balmain bajo la dirección de Christophe Decarnin. Todo empezó bastante bien pero, paradójicamente, cuanto más popular se hacía, más horribles, aburridas y pornográficas resultaban las colecciones. Qué tortura. Estoy tan harto de Balmain como lo estoy de Michael Jackson -si son fans no se ofendan-, de Lindsay Lohan y de esa aberración llamada pre-fall.
A todos nos llamó la atención el nuevo Balmain en algún momento. Sólo los nostálgicos recuerdan a Oscar de la Renta y prácticamente nadie piensa en la obra de Pierre, porque el tiempo y el olvido en que la casa cayó se encargaron de borrar esos recuerdos. Y, de repente, resurge de la nada con un enfoque más juvenil, más futurista y más sexy. Right on!
Vamos a retroceder un momento al 2003, cuando Oscar de la Renta abandona Balmain y la casa cierra. Sinceramente, sólo la crítica extrañó ese suceso lamentable, porque su trabajo en la casa fue excelente pero la gente nunca perdió completamente la cabeza por él. Como casi siempre pasa, la vida sigue su curso y nuevas tendencias llegan.
Al cabo de un par de años Oscar seguía con su marca, Lagerfeld en Chanel, Olivier Theyskiens era el niño mimado de París, Tom Ford se iba (y, a diferencia de Oscar en Balmain, todos lo extrañaban) y Ghesquiere estaba en camino de hacer de Balenciaga una de las casas de moda más importantes de la década.
Un Balmain que “causó sensación”. Y era bonito.
El espacio que dejó Balmain bien pudo ser rellenado por Rochas, o hasta por Hermes bajo la dirección de Gaultier o Armani Privé. Y la tendencia de la época fue cambiando año con año: primero volvieron los 70, luego los 50 y luego lo deportivo y lo estampado. Y, cuando nos dimos cuenta, se presentaban las colecciones de primavera y Balmain reabría discretamente.
Debo decir que el vestido Balmain, ultracorto y ceñido al cuerpo, tomó al mundo por asalto. Cuando se lanzó, todo el mundo estaba obsesionado con lo girlie, lo suelto y lo floral. Lo que Decarnin hizo no fue mas que el retorno de lo sexy.
Y lo sexy volvió. En menos de un año veíamos a las celebridades enseñar más y más piel con los vestidos de Balmain y la lujuria se volvió a poner de moda (al menos en la Alfombra Roja, porque en realidad nunca se ha ido). Lo sexy fue el tiro de gracia para el vintage clásico y esa debería ser razón suficiente para odiar a Balmain –por cierto- añado aquí los diseños más rescatables según mi opinión-.
Pero no es una razón del todo convincente, ¿o sí? Pues bien, a continuación viene una razón más poderosa y con la cuál estarán de acuerdo conmigo.
¿Alguna vez se han atascado de algo? Yo sí. Una vez comí casi un litro de helado de fresa y jamás he vuelto a comerlo sin sentir un intenso asco (salvo que sea nieve/sorbete de fresa, ese sí me gusta). En otra ocasión tuve una resaca espantosa por mezclar algunas cervezas con ron y no he vuelto a encontrar apetecible una cerveza (y el ron, sólo en mojitos). Pero entienden a lo que me refiero: si uno tiene demasiado de algo que le gusta, termina por asquearse y fastidiarse. Traten de comerse medio kilo de chocolates o estar en una sala de espera durante cinco horas con nada más que leer que una Vogue y verán.
Pues bien, eso pasó con Balmain: En menos de un año vimos todo lo que teníamos que ver de la propuesta de Christophe Decarnin. Vimos a Carine Roitfeld, Emmanuelle Alt y Julia Restoin Roitfeld (hija de Carine) perder la cabeza por él. Una de cada tres celebridades vestía de Balmain en los eventos. Vimos cientos de editoriales con las prendas y esa mujer espantosa de nombre Alien Selezneva se volvió una supermodelo por ser la musa de Decarnin.
Ugh, qué mujer tan horrible.
Hasta que ya no fue divertido. Hasta que mucha gente abrió los ojos y se dio cuenta que cobrar casi diez mil dólares por una chaqueta de mezclilla era más que una estafa, un robo a mano armada. Hasta que el look semidesnudo putanesco anoréxico caló hondo. Hasta que les daba náusea pensar en un vestido ultracorto, ultrapegado y ultracaro. Por eso muchas personas están hartas de Balmain. Además de que esas prendas son un recordatorio de que para usarlas se debe ser alta, delgada y con curvas políticamente correctas, algo que no abunda en el mundo.
Sí sí, sabemos que Balmain se ha vuelto extremadamente poderoso: trajo a los ochenta de regreso y, junto con basura orgánica como Alexander Wang, ha definido el zeitgeist de la época. Regresamos a los tiempos de la codicia, el lujo irracional y la lascivia. La era de lo material (y en ambos casos, de lo sobrevaluado). Sí, ha sido el zeitgeist pero eso no quiere decir que debamos amarlo.
A propósito de la firma francesa y el sexo, les voy a compartir una cita que anoté en un curso de arte y erotismo (que no pude completar): "La diferencia entre erotismo y pornografía es muy sencilla: el erotismo seduce y la pornografía es tan explícita que es agresiva. El erotismo es poético, la pornografía no". La frase anterior aplica perfectamente a esta marca. Eróticamente es deleznable: me imagino a una actriz porno vestida totalmente en Balmain y lo que siento no es deseo sino repulsión. Y podrían argumentar que Tom Ford en Gucci era pornográfico: puede que sí, pero su trabajo guarda algo de poesía y elegancia que se ve reflejada en la caída, el color y hasta en la figura que se intentaba definir.
Ya dejamos en claro el punto sexual. Ahora hablemos sobre el diseño: Estoy de acuerdo con que las firmas deben tener un leitmotiv, algo que las identifique a leguas. Pero entre eso y el plagio y la repetición hay un límite muy claro.
¿Por qué gusta Balmain? ¿Por los hombros cuadrados? Regresen a los tiempos dorados de Azzedine Alaïa e YSL y los tendrán. Es más, no vayan tan lejos: Martin Margiela Y Galliano en Dior los han trabajado desde que recuerdo. ¿Gusta por lo ultracorto y ceñido? Eso es territorio Cavalli y Versace, chicos. ¿Por los vestidos cuajados de bordados? Todo el mundo -salvo los minimalistas- lo han hecho. ¿Por todo esto combinado? Peter Dundas propuso el look Balmain cuando trabajó en Ungaro (ironías de la vida: algunos lo acusan de plagio ahora), inspirado en su estancia en Roberto Cavalli. ¿Cuál es el mérito de Decarnin?
Bueno, a pesar de todo creo que las propuestas de Decarnin no eran tan malas... en sus primeras colecciones. Todavía la colección de otoño 2008 muestra algo de variación, al adaptar su estilo al rock, un experimento que resultó. Pero después de empeñarse por enésima ocasión en que las mujeres vistieran como prostitutas con lujosos harapos, algunos comenzamos a adivinar la verdad: Decarnin es un tipo totalmente falto de talento y creatividad, un oportunista que supo pescar esa oportunidad y "tomó prestados" elementos de otros sin molestarse en digerirlos del todo.
¿La prueba? Analicen las colecciones: Lleva 7 en su haber, con distintas inspiraciones. Las variaciones a la silueta, el color y los materiales son mínimas. Muchas repeticiones aún en la misma colección, muchos vestidos que remiten a los presentados en la colección pasada o antepasada. Las únicas colecciones que podríamos llamar "originales" son primavera 2007 y 2008, porque en una presentó los elementos que iba a repetir durante su estancia y con la otra se intentó apartar del camino con un éxito relativo (porque introdujo de nuevo sus vestidos cortos y ajustados).
Paréntesis: Un factor que me hace rabiar de Balmain es el precio tan alto que piden por sus creaciones. En muchas ocasiones los materiales no valen ni una parte del precio que piden. Y, créanme, diez mil dólares es un precio razonable para un traje de Alta Costura, porque está hecho totalmente a mano y nunca hay uno igual. ¿Pero un metro de tela con algunos bordados? ¡Por favor!
Creo que la colección que nos ayuda a argumentar todo esto es otoño 2009. Además de ser una de las colecciones más espantosas que se han visto -por los vestidos incómodos y mal diseñados, pero con un gran soundtrack, eso sí- aburre a la mitad. Voy a citar un comentario que encontré en YouTube sobre el tema:
"En esta colección se presentaron 8 pares de pantalones de harén, 4 minivestidos con cola, 8 sacos con hombreras y 21 minivestidos, lo cual, para una colección de 48 piezas, sugiere que a Christophe se le están acabando las ideas"
¿Será por eso que aburrirá esta colección?
Es probable que la decadencia de Balmain llegue antes: esta colección de primavera muestra ya muchos signos de agotamiento y, por lo que veo, no fue recibida con tanta alegría como las otras. Estoy de acuerdo en que los abrigos militares no sean tan espantosos pero al leer los precios uno quiere desmayarse.
Inevitablemente todos terminan dejando de gozar del favor de la gente (vaya, hasta a Chanel le pasó) pero, entre menos talentoso es el diseñador, más rápido se le olvida. O si no, ¿por qué nadie está harto de Alber Elbaz en Lanvin? Y va a cumplir diez años? Decarnin nos ha enfermado en tres.
El año pasado fue todo tan Balmain, tan hipster, tan putanesco y celeb-friendly que esto no tiene más que parar. Simplemente llegó al punto más alto. Balmain apesta. Basta ya de Balmain.