jueves, 29 de octubre de 2009

12 de París

Chicos, sé que me he desaparecido y les pido una disculpa. Resulta que estoy apurándome para acabar un capítulo de mi tesis, porque si no me apuro ahora no  lo haré nunca  (si algunos de los lectores podría ayudarme con bibliografía les agradecería mucho) y tengo menos de 24 horas para redactar diez páginas. Bueno, eso no es tan difícil pero me cuesta muchísimo trabajo concentrarme en estos momentos. Por si fuera poco, me fui de fiesta con ciertos blogueros (ejem, ejem, ejem, ay qué tos me traigo hoy, chicos) y el fin de semana –mi único par de días sin tanta ocupación- me la pasé recuperándome de los efectos de la fiesta. Todo esto me obliga a pasar menos tiempo del que quisiera en la blogósfera y retrasar mis entradas.

En fin, también cuenta el hecho de que escogí quince firmas de interés para París. Admiro a aquellos que pueden bloguear contenidos tan grandes en una sentada, porque yo no puedo. Necesito analizar bien las cosas y después escribir con calma, que andar a las carreras no es nada inspirador. En fin. Trataré de ser breve y que haya más imágenes que texto, porque de lo contrario sería una entrada muy pesada. Vamos a comenzar, ¿les parece?

Haremos esto de un modo cronológico, así que empecemos con Lanvin. Ah, Lanvin. ¿Qué les puedo decir que no sepan de la firma? ¿Que Alber Elbaz es un genio? Eso ya lo saben. ¿Que no ha tenido una colección floja en años? (o al menos yo no recuerdo ninguna) Eso también lo saben. ¿Que puede malabarear lo comercial y lo conceptual, el volumen y el color, el lujo y la accesibilidad? Lo ven a cada temporada así que repetirlo está de más. ¿Que el día que se marche de Lanvin (¡ni lo mande Dior!) no vamos a saber qué era la casa más antigua de París antes de él? ¿Y que más de uno llorará a mares? Eso ténganlo por seguro.

Creo que los que conocen la obra de Elbaz en Lanvin lo tienen en alta estima. Quizá no sean fans inconicionales pero no he escuchado jamás un comentario de “qué hueva me da Lanvin, ese Alber siempre hace lo mismo”. Vaya, el tipo es genial y no sé a qué malas (o buenas, quién sabe) artes recurra para superarse a sí mismo cada temporada.

El desfile de primavera me ha parecido excepcional. Pero a mí todos los desfiles de Lanvin (desde la primavera de 2007, que empecé a seguir a la firma) me parecen excepcionales, cada uno con un elemento memorable. Hagamos un ejercicio, chicos. Traten de recordar con qué asocian Lanvin. Lo asocio principalmente con cinco factores: Natalie Portman, vestidos enormes que se mueven a capricho del viento, drapeados, volumen y muchos colores.

Esta temporada también utiliza los colores, el drapeado y el volumen. Y las prendas de un hombro. Y los vestidos enjoyados. Y aún así se ve como una colección creativa, porque con los elementos que siempre usa, Elbaz está dibujando su punto de vista sobre distintas regiones geográficas.

Dijo Elbaz que pensó en Francia, España, Marruecos y México. Alguien me decía, con mucha razón, que la clave estaba en el corte y el color. El rosa y las mangas ligeramente aglobadas son francesas. El corte severo y los colores negro y rojo son españoles. Los colores claros y el drapeado son marroquíes; el verde, el amarillo y las joyas son mexicanas. Qué belleza, señores, hacer una colección bonita sin obviedades.

Debo confesar que los zapatos de Lanvin nunca me han gustado. El tacón cónico no es particularmente bonito según mi punto de vista. Simplemente no me gusta. Pero como no suelo tomar en cuenta los zapatos, siempre digo que son colecciones impecables. Los zapatos de esta temporada no están tan mal, pero siguen sin gustarme demasiado.

Debo decirles que Lanvin se ganó mi corazón cuando apareció una modelo con un vestido rojo sangre desfilando a ritmo de Perfidia. Digo, no es que no lo quisiera antes, pero la mezcla entre una de las canciones más bellas en español y la interpretación que Elbaz hace de la belleza de México y España es algo conmovedor. Punto.

 

La segunda que reseñaré es Balenciaga. Como saben los lectores regulares de este blog, Balenciaga me pone majareta. Tengo un amor profundo y casi incondicional al trabajo de Cristóbal Balenciaga y Nicolas Ghesquiere. No creo que este último sea el mejor diseñador sobre la tierra, pero me fascina todo lo que hace. Es casi un hecho que una colección de Balenciaga me vuele la cabeza. Es decir, que me atrape.

Pero esta no. Ni la anterior porque tenía elementos (como los zapatos) que nunca acabaron de gustarme. A mí me pasa algo que quizá no sea muy raro, chicos: necesito que una colección se “macere” para que la aprecie de verdad. Sí, creo en el amor a primera vista con una colección porque lo he sentido (y en el otro también creo) pero usualmente necesito de revisarlas con calma y ver las prendas una por una.

A pesar de que amo Balenciaga con locura, estas últimas… 5 temporadas he necesitado digerir las colecciones más tiempo que antes. Y de estas cinco, he amado dos y he sido convencido por una. Las dos restantes han sido la de otoño y ésta. La de otoño es como un matrimonio forzado. La actual es como una cita a ciegas: no estoy totalmente convencido del resultado, actúo con recelo pero en el fondo creo que me gusta. No mucho, pero me gusta.

Quisiera decir que me gusta más pero creo que tendremos que conocernos mejor. Quizá si la veo en movimiento pueda sentir algo más por ella. Pero no sé, me siento un poco raro de no perder la cabeza por ella, a pesar de que cuenta con cosas que me gustan mucho.

Y a pesar de que mi amor por la firma y los diseñadores (Cristóbal Balenciaga y Nicolas Ghesquiere) continua, me preocupa ligeramente el hecho de ya no enloquecer, de sentir esta última colección como algo un poco repetitivo. No lo sé, tengo dudas y espero que esta situación de incertidumbre mejore.

 

Sigamos con Dior. Últimamente me ha dejado de gustar el hecho de que Galliano se autorreferencie tanto en sus colecciones para la casa. Es muy cliché decir que John Galliano es aburrido, que ya no diseña cosas bonitas, que es vulgar… pero lo que no se toma en cuenta es que está amordazado por lo que dispongan los dueños de la firma. En su marca hace lo que se le da la gana y usualmente es más salvaje y creativo que en Dior.

Esta colección de primavera  no me gustó tanto. Algunos de los vestidos me daban un poco de horror porque las combinaciones bra negro- vestido blanco son un faux pas tan tremendo que sólo se lo deseo a mis peores enemigas (y algunas los han llegado a cometer).  Además no soy fanático de los bustiers y la única idea de lencería que me gusta es el vestido encorsetado como lo de los Dolce. Y las blusas satinadas  con remates de encaje que tan de moda estuvieron hace unos nueve años.

Pero admito que me gusta el eje de la colección. Esa idea de la mujer fatal es encantadora porque desde hace mucho no se explota en la moda. Y como la mujer de Galliano en Dior es un poquito (sólo un poquito) sexual, pues la idea de la lencería expuesta le queda a las mil maravillas. Desearía que hubiera hecho accesorios más interesantes y que hubiera quitado esos calcetines tan espantosos de la pasarela.

 

Puse a Dior porque finalmente me convenció más que Viktor & Rolf. Ellos eran bueno, algo locos pero con un bonito sentido del estilo y unas ideas muy agradables que tenían buenas ejecuciones. Pero de un tiempo para acá los dominó la pereza y crearon colecciones insulsas y algo ridículas raras.

La colección no estuvo mal, porque están luchando contra la pereza –y casi, CASI le ganan- pero lo mejor del desfile fue ver a Róisín Murphy cantando sobre una plataforma con una moderna batita de embarazo. Es fascinante esa mujer.

 

Pienso incluir a Chanel en este conteo pero no me voy a detener mucho, porque merece un post aparte. La colección me fascinó.y, a pesar de que detesté los zuecos y la idea de ver al amante protegido de Karl revolcándose en la paja (imagínense si el tío Karl se proyectó con eso. Qué asco.) me parece una ridiculez como las que Karly presenta cuando se le va la olla. Pero todo lo demás está bien.

 

La siguiente es Dries Van Noten. Me encanta que el belga cuide tanto la forma y la calidad de sus diseños. No sé si alguna vez lo mencioné pero un día fui al Saks y estaban algunos vestidos de la colección de primavera. Pude tocar uno y aún recuerdo esa textura, porque ha sido la seda más suave que he tocado en mi vida.

Al momento de haber sentido la textura de ese vestido y verlo puesto en una empleada de la tienda me enamoré verdaderamente de su trabajo. Sólo alguien con un verdadero amor a su trabajo puede ser capaz de crear algo tan bello y práctico. Cuando vi el desfile de otoño, con esos abrigos tan simples y  aquellos vestidos envolventes, me volví fan instantáneo de la colección.

Esta vez no hizo el desfile más bonito y perfecto de París. Dudo que sea su intención, puesto que es alguien totalmente absorto en su trabajo. Pero me dejó en una encrucijada. Cuando lo vi por primera vez creí que me iba a gustar mucho y no fue así. Y cuando lo vi por segunda vez (aún no veo el video) creí que me iba a decepcionar. Pero no. Y sin embargo, no se me hace un mal desfile.

No lo sé. Es una colección bonita, que toma un par de conceptos muy sobrevaluados (la globalización y el boho chic) para utilizarlos como una plataforma para hacer algo mucho mejor. Es una colección que no cita a nadie particular como inspiración. Es algo muy auténtico.

Y Dries no se complica la vida. Por eso me gusta. Es capaz de presentar prendas muy simples y bonitas sin verse como un catálogo de básicos. En la firma no hay faldas ultracortas ni un aura gótica o experimental que resulte cansada. Más bien es el gusto porque las prendas se usen y dejen a la clienta cómoda. Y ya.

No sé qué más agregar. Creo que me gusta pero creo que tendría que volver a ver las prendas en vivo para amarlas totalmente.

 

Akris es una gran firma que se enfoca en la calidad de las prendas y un diseño muy contemporáneo y simple. Las prendas de Akris son fantásticas y –algo que no se puede decir de otras marcas- valen lo que cuestan, porque sus estándares de calidad se parecen a los de Hermes (en dicha casa, no hay producto imperfecto que salga de la fábrica).

Bien, pues el diseñador de Akris, Albert Kreimler, es uno de los más subestimados e ignorados en París. A pesar de tener una clientela fiel para su casa, la gente no se pelea por estar en primera fila en un show de Akris y las prendas  no se agotan a las pocas horas de ser lanzadas Eso está muy mal, porque el tipo se esfuerza por hacer bien su trabajo.

 

Aunque… esta temporada esperaba algo mejor y no apareció. Creo que confió demasiado en que el minimalismo es una apuesta segura para vender. Y no se equivoca, porque los básicos siempre se venden bien. Pero viniendo de alguien tal talentoso como Kreimler, quedan ganas de algo mejor.

 

Quisiera presentarles al siguiente diseñador, pues creo que hizo uno de los mejores desfiles de París. Él es Haider Ackermann, un diseñador que lleva relativamente poco en la escena francesa. Quizá nunca hayan oído hablar de él porque mantiene un perfil bajo y no gusta de fotografiarse con actricillas (no es lo mismo que actrices, ¿estamos?) y demás personas. No usa faldas, no parece un emo ni se empolva el pelo. Es más bien un muchacho común.

Admito que lo conocí, hace un año o menos, porque es uno de los diseñadores favoritos de Tilda Swinton. Él y  una de mis actrices británicas (e internacionales) favoritas se llevan bien y tienen una apreciación estética similar: él para crear y ella para vestirse. Se complementan tan bien como ella y Jil Sander o Lanvin.

Para Ackermann todo es la estructura. El deconstruir sus ideas. Y funciona, porque su deconstrucción es algo más bien discreto, aunque se note a primera vista. Por tanto, es paradójico. Haider Ackermann no crea imposibles.y dudo que le guste ese papel de artista incomprendido y desafortunado.

Porque en algún momento sus prendas pueden ser usadas por Tilda Swinton, por Penélope Cruz, o por Anna Wintour (quien no se ha puesto nada de Ackermann pero podría encontrar algunos de sus vestidos atractivos). Porque le gusta la sastrería y hace unos trajes originales y maravillosos, en el que los sacos se abotonan como una chaqueta de motociclista.

Obviamente Ackermann no es perfecto. Tiene una paleta de colores muy limitada. Afortunadamente, para su colección, se está atreviendo a más, como diseñar con amarillo y crear un modelo en el que un seno quede al descubierto (el muchacho tiene un sentido del humor, hay que dejarlo ser).

Haider Ackermann es un fanático de la caída de las telas y esto se nota en su colección. Como dije antes, no es perfecto y aún le faltan cosas por aprender, pero eso no significa que sea malo. Todo lo contrario, porque con sus limitaciones ha creado prendas maravillosas por estructuradas y atractivas.

 

La siguiente viene porque le gustó mucho a mi mamá. Como saben, queridos lectores, mi mamá no es fanática y considera una locura pagar 8000 dólares por un bolso Birkin. Pero vimos la colección de Chloé juntos y le encantó.

Mi mamá tiene un sentido de la practicidad muy desarrollado y conoce algo de telas, por lo que puede decirme cuando una prenda puede ser difícil de lavar, planchar o incluso de usar. Ya saben que algunos diseñadores son particularmente caprichosos y crean prendas en unas telas horribles como el poliéster o el line, que no es horrible pero es un verdadero tormento para planchar porque se arruga con cualquier pretexto.

Entonces, al revistar la propuesta de Chloé, llena de ropa cómoda y urbana, de esa que puede durar en un clóset por años, encontramos algo que se dirija a una consumidora potencial como mi mamá: personas que busquen verse impecables con prendas cómodas y prácticas y sin parecer ostentosas. Y, según creo, ese tipo de consumidora abunda.

Con el vestido del final tuvimos la siguiente conversación:

yo: Mira.

Ella: (pausa) Está bonito.

Yo: ¿No te molesta ni el hecho de que sea transparente?

Ella: No. Está muy bonito.

Creo que los últimos tres o cuatro diseñadores de Chloé (Martine Sitbon, Stella McCartney, Phoebe Philo y Paulo Melim Andersson) han sido bien elegidos y por eso Chloé se ha mantenido vigente. Todos han creado colecciones femeninas con puntos de practicidad. Y básicamente, para eso se creó Chloé, entonces es una de las casas parisinas cuya filosofía ha sido respetada.

 

La siguiente. Sonia Rykiel me suele gustar mucho porque es una persona muy auténtica. Muy relajada. Para Sonia no hay dogmas y la moda es divertida. Me pregunto cómo sería este universo si todos los diseñadores se animaran a tomar un poquito menos en serio el papel de árbitros de la moda.

Para Sonia, la ropa es cómoda y tiene mucho que ver con la personalidad de quien la usa, porque una prenda puede ser maravillosa, pero si quien la usa no tiene un gramo de encanto, la hará lucir mal. También tiene que ver con la proporción. Hace poco vi algo de ella en los 80 y creo que se ha suavizado un poco. Eso me agrada.

El color y la practicidad tiene mucho que ver en las colecciones de Sonia. En esta no son la excepción. Hay tonos encendidos de azul, rosa, naranja. Negro con brillos. Y todo puede combinarse con algo más para verse bien. Y las prendas son muy usables: un 95% del desfile se puede usar sin verse ridículo.

 

 

La siguiente en esta lista es Yves Saint Laurent. Dudé un poco al ponerla porque, a pesar de que me gustó, se me hizo una colección algo retrospectiva, con un toque marcado de “visita a los archivos” tanto de Yves como del propio Stefano Pilati. Sí, la forma está usada de una forma interesante y es menos conceptual que en otras temporadas pero, no sé, esperaba algo mejor.

 

 

A pesar de esto, es una colección coherente, en algunos momentos práctica. Y nada más. Es como una pieza de música construida con ecos o samples de otras canciones. Samples del propio autor y del maestro. Como el vestido con estampado de fresas, uno de los detalles más encantadores que he visto en esta temporada.

 

Mientras redactaba estas líneas (las de este apartado) estaba viendo el desfile de Giambattista Valli. Me encanta el hecho de que haya logrado una madurez al diseñar colecciones fuertes sin que éstas dejen de lado a sus clientas. A Valli le ha ido muy bien y se merece tener ese éxito. ¿Cuántas veces vemos que adefesios se llevan las palmas de los “fácilmente impresionables” (por no decir otra palabra) a pesar de hacer porquerías? ¿No ha pasado hace veinte años, hace diez y ahora mismo?

 

Pero a Valli le compra la reina de Jordania. Y otras celebridades, actrices con A mayúscula y clientas pudientes se visten de él. Tiene una legión de fanáticas que le comprarían así hiciera una línea para K-Mart. O colecciones de Alta Costura, lo que me lleva a preguntarme por qué no se ha animado a hacerlo.

Esta colección tiene una salida comercial con los abrigos estampados, Y arrebatos creativos como los vestidos que enseñan los pechos. Y no está mal. Lo noto, quizá, un poco apagado. No aburrido, apagado, con miedo a atreverse a más. ¿Miedo de la situación financiera actual? Podría ser, pero le está yendo bien, así que no debería preocuparse.

Valli me gusta porque combina muy bien la vanguardia con los cortes rígidos de un modisto clásico. En él, pueden coexistir un vestido de los años cincuenta con un blanco minimalista. O un abrigo recto con aplicaciones extrañas. O la herencia de Vionnet con la de Kenzo o Jil Sander.  Y ese ese su estilo.

Valli usa muy bien el color. No recuerdo que haya dedicado una colección entera a un sólo color y hace bien. Porque su técnica resulta: escoger una gama de colores y no apartarse más de lo debido. Así, crea una uniformidad conceptual y evita aburrir a la prensa y a sus clientes.

 

Rue Du Mail es la siguiente en la lista. La línea de Martine Sitbon me había fascinado en sus últimas colecciones (no supera las diez porque se fundó en 2006) porque no quiere descubrir el hilo negro ni ser la próxima versión femenina de Christian Dior. Ella ya tuvo sus momento de fama en Chloé hace algunos ayeres e imagino ue no le interesa ser una celebridad.

París necesita de esas personas, chicos. Gente que tenga ya experiencia y haga ropa  por gusto. Gente que tenga un conocimiento de telas, corte y caídas y cuyo fin último sea perfeccionar su estilo y no crear prendas que aparezcan en las páginas de Vogue Paris o hacerse los muy conceptuales. Diseñadores que no se anden por las ramas.

Sitbon es un buen ejemplo para esto. Su línea mantiene una coherencia y un discurso uniforme temporada tras temporada. Como ya fue exitosa y dirigió una gran casa francesa hace algún tiempo, Sitbon no se desconcentra y hace lo suyo. Piensa en el color y en un tipo de mujer específica para diseñar.

Esta temporada esperaba mucho más de Sitbon, pero quedó a deber. Me sorprende que tema arriesgarse, porque coquetea con el aburrimiento. A pesar de esto tiene dos o tres prendas que son la media entre lo aburrido y lo estructurado. Son las prendas que presento aquí. Espero que para la próxima temporada Sitbon no tema arriesgarse.

 

Y viene la última, chicos. La número doce. La más espectacular entre lo espectacular, y la que no me sorprende por ser tan espectacular. Con ustedes, Alexander McQueen.

McQueen siempre ha sido muy fiel a su estilo y, a excepción de uno o dos tropezones, no se deja intimidar porque su marca no sea “ponible”. Y es que esto en muchas ocasiones es una gran mentira, porque la ropa de McQueen se puede usar por separado sin problemas. Es cierto que se necesita de un cierto carácter para las piezas más raras de McQueen pero suele suavizarse en las cosas que entrega a las tiendas.

Alexander McQueen siempre ha sido fiel a sí mismo. No tiene miedo de tomar una cosa común y absorberla para engendrar una idea transformada en algo sexual, fetichista, macabro y estructurado. Algo así como entrar a Disneylandia con una buena dosis de LSD  o caminar sin rumbo por el bosque con los ojos vendados.

Asímismo, es uno de los diseñadores que presenta sus desfiles de modo más impresionantes. Vaya, a veces Karl se queda muy, muy corto. Ya ha hecho de todo y repasar las excelentes ideas que ha tenido a lo largo de los años merece un post aparte así que, por ahora, no las voy a enumerar.

 

Esta vez la sorpresa fue un show que se transmitió en vivo a todo el mundo. Yo estaba intentado sacar contenidos nuevos para mi tesis así que me fue imposible verlo y aún ahora he revisado pedazos. Sé que esa mujer horrible de Lady Gaga presentó su nueva canción en el desfile y, como en este blog somos fans de Róisín y nos da igual Gaga, pues pasemos a otro tema.

¿Qué piensa Aldo de la colección? Me gustó. Son prendas que demuestran el talento de McQueen y su habilidad para llevar una idea básica más allá de sus límites aparentes. Nosotros, mortales, creemos que una idea puede tener un cierto número de formas para plasmarse. Alexander McQueen piensa en esas y en otras, porque los extraños procesos cerebrales que tiene  lo llevan a lograr tan buenas colecciones.

La idea de esta colección es la Atlántida que Platón menciona en uno de sus textos (sí, soy un ignorante, no sé qué texto sea porque no he leído a Platón. Shame on me.). McQueen no piensa solamente en los griegos, en Aquaman y en las catástrofes sino que creó una raza híbrida en la que las mujeres usan un zapato que parece pinza de cangrejo y mantiene el pie a una altura que deja de ser erótica para volverse algo perversa (pobres modelos, me compadezco de ellas). Una mezcla entre hombre y pez sin llegar a las obviedades.

Bien, con Alexander McQueen terminamos las 12 de París. Me vuelvo a disculpar por no estar en la blogósfera, pero en estos momentos mi tesis me está absorbiendo el tiempo como no tienen una idea. Es algo así como una esposa celosa. Espero que este post les guste, en realidad me esforcé para terminarlo.