miércoles, 23 de diciembre de 2009

Felices fiestas

Chicos, les deseo que pasen una muy feliz Navidad, y ya que estamos entrados, un bonito Año Nuevo. Pero antes, unas palabras:

Me choca escuchar eso de que todo el año la pasamos mal. Tengo amigos y familiares irritantemente pesimistas incluso para mí, que no soy un rayito de sol. Y la verdad es que la Navidad (o el invierno) no es mi época favorita del año por muchas cosas que no vienen al caso.

Sí, no me gusta el pavo (en México, así como en Norteamérica es tradición comerlo) y los otros platillos tradicionalmente mexicanos me hacen daño: romeros –un tipo de planta cocinada con mole, (una pasta hecha de chiles, especias y otros ingredientes como el chocolate, busquen una imagen en Google)  camarones, papas y nopales; caldo de camarón (demasiado picante) y las demás cosas me enferman… literalmente. Y no creo en las fiestas fastuosas en Navidad: creo que lo importante es mirar a tu familia mientras cenan algo delicioso (no necesariamente caro) y sonreír. Tampoco creo en los regalos caros, a pesar de tener un pequeño lujo para mi mamá. Creo que me gustan las navidades zen.

A pesar de todo, tiene un cierto encanto todo esto. Y, creo que es más significativo el Año Nuevo por aquello de cerrar los ciclos. Este año cierro mi año, dejo atrás a una conquista que no prosperó y dejo de ser estudiante. Pero, aunque esté triste por las dos últimas cosas, creo que la voy a pasar bien el año que viene, así como la pasé este año.

A lo que iba también es que los adornos navideños no enternecen mi corazón porque, al menos en mi ciudad, algunos abusan del mal gusto y me desagradan mucho. Otros son sencillos o están bien distribuidos en el espacio y hacen que las cosas se vean bien. Por todo esto, los árboles de navidad me dan un poco igual. Salvo este:

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Pocas cosas en este mundo me han hecho tan feliz en este año. Es simplemente bellísimo: el detalle de los periquitos, el color ¡y el leopardo! hacen desearlo para la sala de mi casa. Este es el árbol de Navidad que Dior (es decir, John Galliano) diseñó para el hotel Claridge’s de Londres.

Lo que les puedo decir es que este año me ha gustado mucho y mi blog me ha motivado constantemente. Y ustedes, amables lectores, amigos y colegas, con sus comentarios, correos y experiencias en vivo, me han hecho muy feliz. Por eso, me ahorraré comentarios y lo diré con un video:

Y, si el video no se carga, o si no han recibido mis felicitaciones, con una canción:

 

lunes, 21 de diciembre de 2009

Un regalo para mi mamá

Hola, hola. A pesar de que tengo algunas entradas en el tintero, se me atravesó Diciembre, el mes en el que el mundo enloquece por la Navidad y demás… y yo no soy a excepción. La semana que acaba de pasar estuvo llena de invitaciones y las acepté para descansar un poco de mi tesis, de mi encierro (el cual me pone un poco malito de los nervios) y de mis compañeritos que se fueron de ‘viaje de graduación’ a la playa, destino al que no fui por voluntad propia.

Para mi fortuna, también he estado ocupado planeando una sorpresa. Como saben los lectores de hace tiempo, mi mamá es una de las personas que más me importan en este mundo. No les voy a llenar de cursiladas este post pero simplemente admiro que sea una mujer de cierta edad y no haya perdido ese gusto por arreglarse y verse bien. Sabemos que existen personas que al crecer se abandonan a la facha y mi mamá no es una de ellas.

Mi mamá jamás ha salido con rulos (tubos para el pelo) a la calle ni con un delantal y chanclas. Puedo contar con las manos las veces en que la he visto andar todo el día sin maquillarse y peinarse. Por si fuera poco, le gusta usar ropa que sea práctica, de buena calidad y en buen estado.

Además, es cero snob: cuando hojeamos revistas de moda juntos (algo que casi nunca sucede porque este tema tan adorado por nosotros le da igual) le puede hacer una mueca de disgusto a un vestido de Chanel Haute Couture, Balmain (qué sabia es, verdad de Dios que sí), Isabel Marant o Balenciaga y manifestar su afecto por una prenda de Target, Akris, Neil Barrett o St John’s, esa firma de trajes que anunciaba Angelina Jolie hace algunos ayeres. No le importan las marcas y le tiene tirria a algunos diseñadores como Galliano –por impráctico y teatral-, el tío Karl –por pedante- o Stella McCartney –desconozco el por qué-. Me imagino que sería peor que Suzy Menkes o Hilary Alexander al calificar pasarelas.

Pero, aunque tengamos opiniones muy diferentes en ese y otros temas, quiero que tenga un bonito regalo. que sea práctico y la haga sentirse querida por mí. Algo muy fácil ¿no? Porque tengo miles de opciones para escoger y un presupuesto no tan limitado como en otras ocasiones pero corto a fin de cuentas.

Me puse a pensar y terminé decidiéndome por algo especial: un esmalte de uñas. A mi mamá le encantan los cosméticos, sabe mucho del tema y es difícil equivocarse. Sin embargo, decidí escoger el esmalte porque el pintarse las uñas con un producto de lujo debe ser una experiencia inigualable (o al menos eso creo, ustedes me dirán). Creo que ese lujo pequeño y secreto cumple todas las funciones de mi regalo.

Estuve buscando en todos los stands de Chanel cercanos a mi casa y sólo en uno encontré un color que le gustara. En estos momentos lanzaron una colección de esmaltes navideños y los están promocionando agresivamente. Son tonos dorados y plateados que no me convencieron y horrorizarían a la destinataria del regalo por su estridencia. Desistí de Chanel y me fui con Dior.

Dior tenía más opciones de color pero pensé (y pedí consejo a muchas personas, entre ellas Botica Pop y Raquel) en los colores y, por mucho que a mi mamá le guste la moderación en el arreglo personal, el punto es que el esmalte resalte un poco. Creo que no he mencionado ese punto: mi mamá es muy discreta al maquillarse. Se aplica un poco de corrector, algo de rubor y labial, pero antes que todo está el infaltable rímel (mascara de pestañas). Y nada más. No es muy fan del maquillaje pesado ni lo fue cuando estuvo de moda en los remotos ochenta.

Al final, como hada madrina, mi amiga Juls me consiguió una oferta especial. Digamos que tiene buenas conexiones y gracias a ella pude tener dos regalos sin desfalcarme (aún falta Enero y miren que sin dinero se sufre mucho en esa época del año y en estos lares). El esmalte de uñas es un Très Très Dior y es igualito al de la siguiente ilustración:

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Cruzo los dedos para que le guste a mi mamá, puesto que no es fanática del rojo –es decir, le encanta el color pero no en maquillaje-. Pero este tono no es carmín ni rojo Valentino, entonces creo que podría funcionar, y lo más importante, que le puede gustar. Pero eso no es todo, chicos. Además, le conseguí un labial. Un Dior Rouge, en tono 296 (viene a ser algo parecido al beige y es un tono que mi mamá prefiere).

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Estoy muy ilusionado con el regalo. Estoy convencido de que le va a gustar y que no se lo espera puesto que no he mencionado nada sobre regalos para ella (ya me dio dinero para el mío y ya me lo compré). El jueves se lo doy y si alguien quiere joderme la existencia, le aconsejo que me arruine la sorpresa, pero le aseguro que se ganará mi odio por el resto de su miserable vida… mejor lo dejamos así. Ya les contaré si le gustó o no.

lunes, 14 de diciembre de 2009

On The Fence- Emilio Pucci

Hace algún tiempo Sebastián me preguntaba mi opinión sobre el nuevo Emilio Pucci, dirigido por Peter Dundas, en sustitución de Matthew Williamson. Pues bien, estoy entre la espada y la pared, porque una de mis marcas favoritas está siendo dirigida por uno de mis diseñadores favoritos y no creo que me convenza el resultado. Por eso viene a colación este título.

Debo decir que me encanta el trabajo de Peter Dundas, o al menos lo que he visto. Creo que es uno de los diseñadores jóvenes más prometedores del momento. Sabemos que básicamente es su segunda gran oportunidad después de revolucionar Ungaro, volverlo cool otra vez y ser groseramente despedido cuando casi, casi lograba volver a la firma un objeto del deseo. Yo creo con todo mi corazón que, de  haber permanecido en la decadente casa francesa éste señor, Ungaro no sería hoy el hazmerreír de París y se estaría vendiendo como pan caliente.

Dundas fue uno de los primeros en darse cuenta que los tiempos cambian y la gente parece amar´lo más corto, más brilloso, más encuerado. Se dio perfecta cuenta incluso antes que una cierta persona que odiamos en este blog y lo amé por eso.

Y la clientela, en gran parte constituida por celebridades, se dio cuenta de ello y lo valoró como debía. Así que no me venga el fascinante-pero-irritante señor Moufarrige con eso de que el cambio no era bueno para Ungaro porque le aviento el primer líquido hirviente que tenga a la mano.

Peter Dundas es alguien nuevo en la ciudad: trabajó en Roberto Cavalli y había leído en algún lugar que Jean Paul Gaultier lo contrató como interno, entonces algo debe saber sobre el negocio, ¿no creen? De Cavalli aprendió que enseñar vende, con Gaultier a jugar con la estructura y con ambos a hacer las cosas bien.

El estilo de Dundas ya está muy bien definido y eso me encanta. Y como era fan de sus diseños en Ungaro y de sus abrigos de piel en Revillon (casa francesa de pieles… porfavornoempiecenconlodePETAporqueeselcuentodenuncaacabargracias), trabajo que consiguió al ser echado, como era tan fan, no puedo rechazarlo así de fácil. Porque sé que es talentoso.

Pero, por otro lado, soy fan a morir de Emilio Pucci. Ustedes no se imaginan lo mucho que me fascinan esos estampados psicodélicos y lo bobo que me pone ver sus vestidos y accesorios 100% seda colgados de un aparador. Si Emilio Pucci tuviera una línea para hombre con esos estampados reinventados, tengan por seguro que estaría hasta el cuello de deudas por vestirme de Pucci.

Pero bueno, a lo que voy. Emilio Pucci es una marca con un ADN atemporal, inamovible, que debe ser respetado porque es la fuente de su éxito. Porque simple y llanamente el señor Pucci y Ottavio Missoni son los papás de todas esas casas modernas que trabajan con estampados locos. Sin ellos no existirían.

 

Y lo que está haciendo Dundas hace que me retuerza. No es porque sea vulgar o porque sea extremadamente caro (no es ni una ni otra). Es que lo contrataron porque Emilio Pucci necesitaba de una renovación y lo que está haciendo no es exactamente eso, sino algo que se llama descontextualización. O sea, peligro a la vista.

Pucci NO es igual a sensualidad descarnada, tacones de aguja, escotes descomunales. Pucci NO es igual a Gucci, ¿entendido? Emilio Pucci es algo vintage pero actual, una chamarra de esquí,, un vestido corto de verano. Y para comprobarlo, añado un caftán creato bajo la tutela de Lacroix, los diseños del recién alejado Williamson y las prendas que son bellas pero sin estampado Pucci de Dundas.

Si me preguntan, Matthew Williamson es quien ha hecho el mejor trabajo para Pucci porque reinterpretó los archivos añadiéndoles algo de frescura para que no fueran excesivamente retro. Y Pucci se vendió muy bien en ese tiempo, aunque parece que ahora se venderá mejor, porque mucha gente está muerta de felicidad por la era Dundas.

Yo debería estar contento pero no me agrada mucho la transformación y creo que va a perder más de lo que va a ganar. Quizá si después Dundas se animara a consultar más los archivos o si lo regresan a Ungaro para que arregle el desastre que se ha sembrado por toda la firma, quizá entonces me gustará que uno de mis diseñadores jóvenes preferido y una de mis cinco casas de moda favoritas se mezclen. Pero ahora no me convence, porque creo que Dundas está en el momento equivocado y el la casa equivocada. Pero como dicen por acá: ni modo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

My Current Obsession: I Don’t Feel Like Dancin’- Scissor Sisters

Me he dado cuenta que el bailar es una cura instantánea contra la tristeza, y, aunque no podemos vivir toda la vida bailando, proporciona un poco de felicidad instantánea sin ser una de esas cosas que genera adicción, como los antidepresivos.

Entonces, el encontrar una canción que me haga bailar y sentir contento al mismo tiempo es maravilloso porque es un medio saludable de recuperar mi felicidad, ¿no creen? Por eso dedicaré este post a una de mis canciones favoritas de una banda llamada Scissor Sisters: la canción se llama I Don’t Feel Like Dancin’.

No sé mucho de la banda y, para serles sincero, no los amo con pasión y con locura. De lo poco que sé es que se conocieron en un bar y casi todos los integrantes son gays pero, más que el estigma social que una agrupación pudo haber causado hace cincuenta años, ahora es algo totalmente neutral. Lo que podría ganarles muchos odios es la voz del cantante principal, ya que tiene todo para poder volverse insoportable pero resulta agradable y hasta divertida porque se oye como un hijo de un Bee Gee y Cher. Imagínense.

Los conocí por Comfortably Numb, un cover de Pink Floyd (banda que me da igual porque no la conozco a fondo) y por Laura, que describe a la perfección una conquista fallida que tuve con una mujer del mismo nombre (en esa canción no hay tonos agudos a lo Bee Gees). Tienen otras canciones buenas y, sobre todo, pegajosas y de una superficialidad que no se olvida de temas como las drogas y el desamor. Es simplemente narrar una historia de un modo más interesante.

Creo que hasta este momento no he mencionado a la otra cantante de Scissor Sisters: se hace llamar Ana Matronic y considero que es una mujer fascinante. No es la mejor cantante del mundo (su rango vocal es muy limitado) pero tiene una personalidad impactante, de esas que son arrebatadoras por la seguridad con la que se desenvuelve. Ana es una de esas mujeres que imponen y les bastan un par de gestos para callar a una sala entera.

Además, la comodidad con la que se mueve es estimulante. En una era en la que la perfección es hiperreal, las personas suelen sentirse incómodas con su imagen propia. Pero esta mujer no y su seguridad es admirable, porque ha aprovechado lo que tiene a la mano para construir una imagen pública impactante (y sobre todo, que compensa la presencia y la vocecita del cantante principal).

Pero volvamos a la canción. Existen en este mundo canciones irritantemente alegres o llenas de beats y en vez de motivarnos nos irritan. Pero esta canción es relativamente simple, tiene algunos acordes pegajosos y ya. De hecho no sé con exactitud lo que la hace tan bailable, porque tiene todo para ser una canción cualquiera.

Cuando escucho esta canción me dan unas ganas irresistibles de bailar, aunque la canción hable de que el tipo en cuestión no quiere bailar. Me encantaría sacarme de la manga una coreografía espontánea o algo ridícula, a lo Róisín Murphy o Christopher Walken en Weapon Of Choice.

Creo que el video hubiera sido aún más interesante: es algo así como un filme detectivesco de ciencia ficción con misterio y robots pero quizá hubiera sido más atractivo si hubieran puesto a Ana Matronic a bailar a ritmo de la canción. Pero no lo hicieron.

Bueno, sin más preámbulos, aquí el video. No lo recomiendo si detestan el falsete.

 




Por cierto, me dijo Pol> que el video no se ve, entonces aprovecho para poner una nueva versión sólo con letra aquí:

martes, 8 de diciembre de 2009

¿Por qué no le dan una oportunidad a Alessandra?

 

Es tiempo de presentar una idea descabellada más: darle una oportunidad a Alessandra Facchinetti, ex diseñadora de Gucci y Valentino con una suerte inversamente proporcional a su talento.

Esta pobre mujer ha tenido una fortuna que nadie envidiaría: la eligen como sustituta de dos de los diseñadores más famosos del siglo XX y puede más la sombra de ellos que sus esfuerzos para sacara adelante a la casa en cuestión. Los directivos se molestan y piden su renuncia tras dos temporadas, dejando a la mujer perpleja y desempleada.

Mírenla, ¿no es adorable?

Entiendo que el mundo de los privilegiados de la moda se base en la intuición, el aplauso editorial y el dinero pero no deja de molestarme que por eso se sientan con el derecho a cerrar las puertas a alguien que promete. En mis ahora días de estudiante (hace no mucho) había un grupito de personas de lo más desesperantes. Los llamaré “El Club”, un apodo que ya les había puesto semestres atrás.

No vale la pena hablar de ellos pero los traigo a colación porque eran un grupo que creía sentirse en el Olimpo de la popularidad, la inteligencia, el talento y el dinero. Si alguien de mi entorno lee esto: no les tengo ni tuve envidia pero me fastidiaba esa idea de que con unos criterios más bien subjetivos discriminaran al resto (digo, no estábamos en una película estadounidense como para que tomáramos ese rol de “los non plus ultra”). Me irritaba ese rol y creía  que su pequeño y vacío mundo era nada allá fuera.

Pero, ¿saben? Esa idea mía no es del todo cierta. Hay “Clubes” en todos lados –vaya, hasta en las comunidades más marginales de la Tierra- y la moda no es una excepción porque se gobierna por valores más bien subjetivos  y en ocasiones tontos. Uno puede abrirle los brazos y las piernas a Carine Roitfeld y ver que las clientas se peleen por sus creaciones de pacotilla o puede dejarse de esnobismos y ver cómo no se para ni una mosca por su boutique. Y esos grupos cambian de integrantes pero nunca de ideología. Alguien le mencionó a Dominick Dunne (colaborador de Vanity Fair y uno de los columnistas que más admiro) lo siguiente: “Every seven years or so the toilet flushes and a new group takes over” Vaya que el tipo sabía de lo que hablaba y vomitaba razón.

Y este argumento mío puede romperse en ocasiones: uno puede ser un genio como Alber Elbaz y contribuir a un cambio sin necesidad de “venderse al sistema” (cómo odio esa expresión) o de crear una belleza incomprendida y aún así maravillar a todos. Y miren que esa gente abunda en esta industria, lo cual es verdaderamente reconfortante.

A lo que voy es que Alessandra es una mujer a la que “El Club” de la moda le hace el feo pero también ha tenido la mala, malísima suerte de estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Alessandra es para algunos como la clásica madrastra de cuento de hadas: se integra a una nueva familia pero los niños la ven como un monstruo de maldad, el polo opuesto a la madre pura y tierna que murió. En este caso es menos trágico y las madres en cuestión se llaman Tom Ford y Valentino Garavani.

Debo decirles que si hay una persona que haya adorado desde que comencé a volverme fan de la moda fue Tom Ford. A mí no me importa si la gente cree que es bueno o no porque yo era fan número uno y me fascinaban sus creaciones para Gucci e YSL. Tuve la fortuna de saber de su existencia algunas temporadas antes de que renunciara. Y si volviera, así fuera para dirigir Tommy Hilfiger, es un hecho de que volvería a ser fan número uno -si me lo preguntan, muero por: a) tener unas gafas de sol Tom Ford b) ahorrar para comprarme un traje a la medida como los que diseña y c) ver su nueva película-.

Cuando Ford se fue de Gucci y entró Alessandra dejé de seguir a la casa por razones ajenas a mí y no monté en cólera, a pesar de ser fan. “Ya no es lo mismo” decían todos, y a mí no me pareció un cambio para mal. Vi algunas cosas y me gustaron. Y luego despidieron a Facchinetti, llegó Frida Giannini… y me gustó. Hasta hace muy poco me encantaba toda la ropa de Gucci (ahora sólo lo de hombre).

Luego Alessandra desapareció y me vengo enterando que dirigió una firma de chamarras y abrigos, lo cual está bien porque ese mujer necesitaba de un trabajo después del chasco en Gucci. Y el regreso triunfal de esta mujer se da cuando, de la nada, Valentino decide que ella es la indicada para sustituirlo.

No se veía como una gran idea porque tienen dos estilos totalmente diferentes… pero me encantó su trabajo en la casa. Alta Costura no porque el cambio fue muy drástico y creo que 8 de cada diez fans de la moda les gustó alguna vez un vestido de Alta Costura de este (gran) señor.

Pero RTW sí, porque era ropa práctica, para un tipo de mujer inteligente, discreta y sofisticada que buscaba verse bien sin complicarse la vida. Y la ropa de ese estilo tiene un gran nicho de mercado, por lo que hubiera sido genial ver más entregas de Valentino by Facchinetti y no esa cosa sosa y horrible que vemos ahora.

Pero no, la corrieron de la forma más espantosa posible, una falta total de educación. Y ahora ha desaparecido de nuevo. Pero estoy seguro que si tuviera su propia casa de modas o sustituyera a algún diseñador poco competente (ustedes den ejemplos) sería un éxito de ventas. Porque allá afuera hay un mundo de mujeres que piensan y se visten como Facchinetti… y casi todas se van por propuestas norteamericanas.

Estoy consciente que le falta experiencia pero podría crecer profesionalmente empezando de cero y no como plato de segunda mesa. Si siguen llamando a esa pobre mujer a sustituir monstruos sagrados la van a hundir. Porque sólo la van a ilusionar para despedirla unos meses después. Y eso es de lo más bajo que un ser humano puede hacerle a otro.

O, si no hay casas nuevas disponibles, darle una oportunidad en una cadena tipo H&M para que diseñe una colección sencilla, práctica y elegante. Algo que no requiera bajar 5 kilos y usar tacones de 12 cm para que no desentone. Se puede. Ella tiene el potencial para hacerlo, lo que falta es una legión de personas que crean en ella.

Yo creo que sí se puede ¿y ustedes?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Zac Posen para Valentino

Veo que sigo teniendo ideas descabelladas que quizá no lo sean tanto. Me gustaría que dejaran de ser sólo ideas y se pongan en acción pero no creo que eso suceda pronto. Es curioso pero creemos que la gente a cargo carece de sentido común y en muchos casos sucede pero en otros no tienen opciones para actuar.

En fin, tuve hace poco otra idea descabellada que podría resultar, porque el punto de compartirlas es que sean soluciones más o menos reales y no cosas raras como que las chicas de Rodarte dirijan Chanel o Marc Jacobs sea editor invitado en Vogue Brasil. No es el punto.

Viendo los problemas económicos que Zac Posen podría o no tener y la idea de que quizá le suceda lo mismo que a Lacroix, me pregunto qué podría hacer si de buenas a primeras se ve a sí mismo sin una marca que dirigir. Bien, ¿por qué no ser director creativo de Valentino?

Sí, sí. Todos los fans y no fans de Valentino concuerdan en que ahora que el susodicho se retiró no ha habido alguien que llene sus zapatos. Alessandra (Facchinetti) fue echada de la casa por intentar darle una nueva dirección (lo cual es buena y mala idea a la vez) y los nuevos individuos a cargo están presentando colecciones resultonas. Sí, sí, tienen algo del mismo Valentino, pero es como si a un pastel de chocolate le quitáramos el azúcar, el merengue y el relleno y lo siguiéramos llamando pastel. Es decir, le falta esencia.

Creo que puedo resumir en cinco puntos las razones por las cuales Zac Posen podría ser una buena opción para dirigir Valentino -y están en su derecho de concordar o discordar conmigo-:

Razón número uno: Le gustan las Alfombras Rojas y eso es un requisito si se quiere dirigir Valentino. Cuando pienso en Valentino, me imagino a los Óscar, el festival de Cannes, una recepción en Mónaco, una premier de lo más elegante y el espíritu de Hollywood o de la Alta Sociedad que gusta de salir en las revistas mostrando lo maravillosa que es.

A Zac Posen le agrada lo mismo. Basta ver algunos de sus vestidos de Alfombra Roja y, aunque no son tan deslumbrantes como los de Valentino, tienen la virtud de atraer la atención sin excederse. Puede que una mujer no se transforme con un Zac Posen pero definitivamente le ayuda mucho. Y a Zac le ayudaría esa virtud para dirigir la casa.

Razón número dos: El tipo tiene talento. Digo, no es uno de mis diseñadores favoritos (prefiero a las Rodarte, Diane Von Furstenberg o a los de Preen, si hablamos de diseñadores basados en NY)  pero por algo Anna Wintour lo tomó como protegido y catapultó su carrera, ¿no creen?

Además, ha logrado tener un estilo propio sin acercarse peligrosamente a lo desenfadadamente informal (clásico de  los diseñadores norteamericanos) o a lo excesiva y conceptualmente elegante (expuesto en muchas pasarelas europeas). Lo cual me lleva directamente al siguiente punto.

Razón número tres: Es un hecho mil y un veces comprobado que el llevar a un diseñador estadounidense a una casa europea es garantía de éxito rotundo. Lo vimos con el tremendo hit que fue Tom Ford en Gucci. Con la elegancia que Oscar de la Renta dio a Balmain. Con la practicidad de Michael Kors en Celine. Con Marc en Louis Vuitton. Hasta con la mezcla Narciso Rodríguez-Loewe.

El diseñador norteamericano rompe las reglas al respetarlas. Reinterpreta el espíritu de las casas agregando siempre un elemento novedoso a ellas. Sabe trabajar en equipo y su creatividad es asombrosa. El diseñador norteamericano en una casa europea hace un collage como los de Henri Matisse: toma elementos prestados y los baña con su propia influencia teniendo como resultado una obra de arte impactante y una mezcla perfectamente balanceada entre el archivo y el estilo personal. Quien suceda a un diseñador estadounidense en una casa europea tiene que partir desde cero.

Añado aquí algunas fotos del desfile de primavera de Zac Posen: para mí, es un homenaje a Valentino. Los cortes, la inspiración del glamour de antaño, la elegancia innata de sus diseños y la forma en el que roban el protagonismo a las modelos son elementos que vemos en las colecciones de ready-to-wear que presentaba Valentino. Aunque con un poco menos de seguridad, pero eso se quita con el tiempo.

Razón número cuatro: La casa está agonizando lentamente. Aunque en estos momentos venda de maravilla (en teoría) y la prensa diga que es muy parecido a Valentino pero en versión light, lo cierto es que la sombra de la monotonía ya está sobre la casa. A los directores de accesorios les hace falta mucha creatividad y, aunque entiendo que no es un trabajo sencillo, sus esfuerzos no son suficientes.

Un día no muy lejano las clientas se van a aburrir tanto que los van a dejar de comprar para irse con otros como Elie Saab, el aburridísimo Zuhair Murad y Roberto Cavalli, porque ellos están continuando la tradición de Valentino en sus propias casas y sin inspirarse directamente en él. Además, el hecho de que pongan toda su confianza en un bolso horrendo que se vende bien no es precisamente una buena señal. ¿O sí?

Razón número cinco: La aproximación al glamour de Zac Posen se parece mucho a la de Valentino: cautelosamente atrevida, con algo de sexy y elaborada al mismo tiempo. La transición no sería tan agresiva porque Posen podría familiarizarse con algunas técnicas usadas en Valentino como los bordados elaborados y el acertado uso del rojo. Zac Posen se acercaría al glamour de Valentino y lo modernizaría para recuperar a las clientas que se han ido.

Una vez más, creo que eso suena algo raro, pero podría resultar. ¿Y ustedes?