lunes, 30 de julio de 2012

Un perfume te atrapa

¿Alguna vez han encontrado un perfume que los pueda definir totalmente? ¿Uno que identifiquen a ojos cerrados y les haga pensar en ustedes o algo sobre sus vidas? Yo sí.

Era 2004 o 2005 y yo tenía 17 años. Nunca había usado una loción en mi vida aunque mis papás trabajaron durante años vendiéndolas y descifrando notas, fórmulas y similares. Pero no me llamaba la atención y ni cruzaba por mi mente el comprar alguna.

Pasaba el tiempo en un centro comercial cercano a mi escuela y en alguna ocasión entré en uno de esos almacenes. No recuerdo si era Sanborn's o Liverpool, no es relevante. Imagínense a un adolescente con el pelo largo y los pantalones anchos que caminaba en uno de esos espacios inmaculados con música suave y decenas de vendedoras esperando a que bajes la guardia para ofrecerte cualquier producto, vaya o no con tu perfil: cremas, sérums, perfumes, tratamientos de 3 mil pesos y demás.

Y entonces alguien llegó a ofrecerme Givenchy Pour Homme y me llamó la atención desde que vi el frasco. Me aplicó un poco de la fragancia en la muñeca y tras abanicarla un poco con su mano, me dijo que la oliera.

Nunca he experimentado algo parecido en los cientos de veces que he probado fragancias nuevas, y en parte porque no fue como otras personas describen el haber encontrado la loción de sus vidas. No volé sobre los tejados ni me derretí con el aroma ni puse esa cara de falso placer de casi todos los anuncios pero la fragancia me envolvió, se quedó conmigo y me enamoré al instante.

Durante toda mi vida me he quedado con olores que me gustan, algunos son un poco extraños para los demás (como las vestiduras de piel de un coche o la ropa limpia y recién asoleada). Podría incluso decirles qué debe tener una fórmula o a qué debe oler una persona para que me enamore de ella, pero en este momento eso no viene al caso.

El punto es que me casé totalmente con la fórmula de Givenchy Pour Homme pero lo nuestro fue un amor a distancia porque me enamoraba aún más cuando me ofrecían una muestra pero en ese momento no la pude comprar.

Y luego la sacaron del aire (se aceptan donaciones de la fragancia).

Había leído más de una vez que las personas enamoradas de un aroma son capaces de cualquier cosa por conseguirlo: comprar lotes enteros, viajar a Alaska para buscar alguna tienda oscura donde alguien les contó que vio el aroma e incluso contratar detectives privados (no es broma).

Alguna vez, platicando sobre la marca con alguien que la conoce bien, comenté que ha sido mi fragancia favorita de todos los tiempos. Me miró extrañado y me dijo que no era precisamente el target (parece que estaba hecha para mayores de 30). Pero el amor, incluido el de los perfumes, es irracional y apela directamente a nuestra memoria olfativa.

Me sorprendía leer casos tan fascinantes como el de una señora de 80 años que buscaba el perfume exacto que hacía que todos los hombres la voltearan a ver en la calle durante su juventud en los años 30 o una fragancia de Paco Rabanne que tenía un toque metálico que fascinó a una escritora durante casi 30 años, pero cuando una fórmula en este mundo de lanzamientos mensuales se queda en tu memoria es porque está resonando algo que no pueden alcanzar las campañas, las modelos y el gusto de todos.

Ni la imagen de Nicole Kidman bajando una escalera con un vestido negro se puede acercar a una impresión olfativa.

Como la fragancia seguía siendo inalcanzable para mí, tiempo después compré Pi y descubrí que las fórmulas de la marca me quedaban, aunque ninguno se ha comparado con Pour Homme, ni su versión azul. Créanme, los he probado todos y el único que se ha acercado a replicar lo que siento por un perfume ha sido Pi. No había creído encontrar un sustituto digno para mi relación.

La otra noche fui al lanzamiento de fan di Fendi con eso en mente y escuchaba los ingredientes cuando noté que juntos podrían gustarme. Decidí esperar a tener un papel secante enfrente de mí.

Y el aroma me encantó. Un poco fresco, un poco especiado, se parecía a mi mezcla favorita pero era algo diferente. Y me di cuenta que, aunque voy a buscar un frasco de Pour Homme y lo voy a usar en los momentos realmente especiales, puedo encontrar algo que lleve durante meses y se parezca a la fórmula que me enamoró hace algunos años.

lunes, 9 de julio de 2012

Algunas palabras más sobre el debut de Raf Simons en Dior Haute Couture

La semana pasada sucedió una de las cosas más esperadas para todo el mundo: el debut de Raf Simons en Dior. Después de marzo del año pasado han cambiado decenas de cosas para la casa y hasta para los clientes, quienes se han ido, han regresado y han traído nuevo dinero para la marca.

¿Fue la colección algo que esperaba? Sí. Y me gustó. Mucho. En realidad el trabajo de Simons en Jil Sander se me hizo impecable, con todo y que a veces los estampados de sillón que ponía en sus prendas me desesperaban un poco. Pero en general se le ocurría una idea brillante tras otra. No hay que olvidar que si todos enloquecimos por el color blocking fue gracias a su colección de primavera 2011.

Y ahora podremos tener todo eso en Dior.

Las palabras "Dior" y "minimalismo" no suenan muy bien juntas. Después de todo, la historia de Dior viene de un momento de opulencia tras la guerra, en la que la gente se hartó de las matanzas, las privaciones y la tensión y durante la década siguiente se dedicó a fumar y beber champaña, vestir con las prendas más opulentas y construir casas perfectas con electrodomésticos, autos enormes y esposas elegantes y neuróticas que se dedicaban al hogar.

Dio igual que Christian Dior se haya muerto y hayan llegado los 60 y 70, porque la marca siempre fue lujosa y opulenta, incluso en los primeros 90 cuando lo exagerado se veía mal. Y entonces llegó Galliano, y pasó lo que ya sabemos con la marca.

Un Dior excesivo, histórico, decadente. Eso fue la norma durante casi quince años, una época maravillosa que fue de acuerdo con su tiempo (no me vayan a decir que los 90 fueron una época totalmente espiritual, mesurada y profunda) hasta que en la década pasada nos golpearon atentados y crisis económicas por doquier.

Ahora no nos importa tanto ser minimalistas, o vintage o usar color blocking. En realidad tenemos tantas opciones que no sabemos qué hacer con ella. Yo creo que todas las épocas tienen su propia superficialidad y tienen medidas diferentes para ella. Si te quedas demasiado en un concepto, puedes correr el riesgo de verte anticuado y desaparecer como negocio.

Hagan este ejercicio un día: piensen en la prenda más elaborada que conozcan y redúzcanla en su mente a las líneas más básicas. No sé, algo de cuando María Antonieta estaba viva o algo de principios del siglo XX. Olviden los bordados y encajes, quédense con lo más importante.

Es cierto, pierde mucho de su impacto sin tanto adorno pero eso permite que empiecen desde cero y se concentren en lo básico: en las costuras y en la forma en la que se construye la ropa. Incluso es más fácil percibir si una falda tiene mejor movimiento o si transforma el cuerpo de quien lo usa.

Es mucho más difícil hacer una colección de Alta Costura cuando te vas a lo más mínimo.

 

¿Galliano sabía hacer eso? Desde luego, era un genio de la construcción. Pero Simons es de esas personas que voltean un saco y muestran las costuras y el forro para que todos lo aprecien. Eso también es normal, puesto que su formación de diseñador industrial le enseñó a fijarse en lo más esencial.

Uno no es mejor que el otro, simplemente estamos viendo estilos muy distintos.

Me fascinó la forma en la que Simons reinterpretó la obra original de Christian Dior. Hizo el ejercicio de reducir todo a las líneas más básicas, vio cómo se lograban esas formas de reloj de arena en un saco y las imitó, pero decidió refrescarlas con pantalones, los cuales habrían espantado a Christian Dior por el simple motivo de no ser femeninos.

Con eso está empezando una verdadera nueva etapa en la marca. Yves Saint Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré y Galliano siguieron un estilo con sus toques personales. Raf Simons está comenzando con otro y es lo realmente sorprendente. Incluso la música es distinta.

Me llamó mucho la atención que pusieran Windowlicker de Aphex Twin en el soundtrack. Es una canción bastante sexualizada (el video es maravilloso pero no todo el mundo lo va a adorar) pero va bastante bien con la estética de Simons, quien tiene una afición un poco marcada por lo electrónico.

A Simons le encantan los 50: el diseño, los muebles y la ropa del tiempo. Pero tiene una idea muy fija de cómo debe hacer las cosas y, aunque en teoría choque con su estilo favorito, puede encontrar puntos medios para combinarlos o proponer una nueva visión.

Lo único que espero es que le permitan hacerlo.