Todos entramos en shock el lunes pasado, al saber que el limbo de Dior se había acabado. Raf Simons, quien hizo un excelente trabajo en Jil Sander, sería el sucesor de John Galliano tras más de un año en la incertidumbre. La noticia vino de Carthy Horyn, seguido de una declaración oficial que causó conmoción en Internet. Raf Simons fue TT mundial el lunes (y sí, yo dije que casi lloraba de la felicidad).
¡Hola, Raf!
Después de la impresión todo el mundo se pregunta cómo le irá. Oficialmente, la prueba más difícil es el debut: no cualquiera llega a impresionar a los críticos en una colección de Alta Costura cuando no se tiene experiencia. Y más importante, a las clientas que ya están bastante hartas de los fracasos de Gaytten y que gastarían hasta trescientos mil dólares en una creación artesanal.
Me imagino que los movimientos en moda se parecen mucho a la política, o al poker: están llenos de tensión y crean el impacto más grande al mostrar sus decisiones hasta el último minuto. Esta contratación fue cuidadosamente orquestada, y un cambio de planes en una marca (recontratar a Sander en su propia casa) significó el fin de las negociaciones en otra.
Ahora que lo pienso, la colección de primavera de Jil Sander, aquella maravilla de blanco, verde, estampados y suéteres de Picasso (con los que llevo obsesionado más de seis meses), fue una audición para Dior. Y resultó inspirarse en Babe Paley, tanto como ofrecer algo distinto.
¿Qué esperaríamos de Raf Simons en Dior? ¿Una versión simple y fresca de los clásicos? ¿El opuesto al exceso que siempre ha sido parte de la casa francesa? No sabemos.
Las comparaciones son odiosas, sí. Pero Simons ya las vivió en Jil Sander. Es muy probable que muchos (entre los que me puedo incluir) comiencen sus argumentos con un "Es que cuando Galliano estaba en Dior..." pero las ventas van a aumentar. Al cliente en realidad no le importó mucho el cambio de dirección, porque los ingresos vienen de otros departamentos (belleza, perfumería, accesorios), pero la ropa los publicita.
Con Raf Simons habrá cortes para todos. Un 90% de sus colecciones en Jil Sander se pueden usar, y eso es un porcentaje alto, sobre todo cuando muchas personas que no aman la moda acusan a los diseñadores de ser excéntricos y presentar sólo locuras en los "frívolos" desfiles. Al final, estos shows son más una herramienta de negocios y difusión, si se llevan adecuadamente.
Sinceramente, mis expectativas para Simons son muy altas. El problema, quizá, será el ritmo tan pesado que lleva Dior. El número de colecciones será casi igual que el que tenía hace unos meses: 4 colecciones de Jil Sander (2 más con Jil Sander Navy en su último año en la firma) y 2 más de su línea propia. Sin embargo, Arnault es muy conocido por presionar diseñadores para que generen dinero y éxito hasta que revienten. Ya pasó con Alexander McQueen cuando estaba en Givenchy, y se repitió cuando era dueño de Christian Lacroix. Y acaba de suceder con Galliano.
A Simons le encantan los 50 y 60 (y en general todo el estilo de vida de esa época. Acabo de leer una columna que hizo para Vogue y quedé fascinado: tiene una cultura impresionante), lo cual es un punto para mí. Pero no sólo eso: durante sus 5 años en Jil Sander lanzó una tendencia fuerte (el color blocking) y evitó repetirse, algo muy difícil si se va por el minimalismo. Además de eso, presentó buenas prendas sin importar la producción (en una de las retrospectivas mencionaban que la calidad de la marca no era precisamente buena. Si esto es cierto, es decepcionante, ojalá que sea sólo un rumor).
El punto más importante es el respeto a los archivos de la casa. El ser 100% fiel garantiza el aburrimiento del público pero si se rompe con la estética, los clientes anteriores se van a ir, dejando a la marca en una gran crisis. Simons ya logró mantener un balance sin ignorar a Sander ni dejar de contribuir con ideas nuevas. Por eso no me preocupa tanto.
¿Qué será de John Galliano? (El hombre, no la marca) No lo sé y es un poco deprimente esa pregunta.
Sí, Raf, a mí también me preocupa, pero no es para tanto.
Mientras escribo esto pienso en Claude Montana, alguien que nunca fue de mi agrado pero que también fue consentido de la moda durante años (él y Thierry Mugler son los culpables de que en los 80 todas vistieran con hombros enormes) hasta que dejó de ser relevante y terminó olvidado y en bancarrota. Ahora es sólo una referencia en los libros de historia de la moda. Temo que Galliano termine así.
Al final, quizá es cierto lo que han anunciado varios medios: se acabó la era del diseñador estrella, rebelde, extravagante y, por desgracia, enfiestado o fanático de las drogas y el alcohol. Los relevos son discretos, sanos, amables y se van a la cama temprano con un libro de Emily Dickinson bajo el brazo. Y no es que eso esté mal, es simplemente un reflejo de los "nuevos valores".
Lo único que queda por ahora es esperar 3 meses, al primer desfile de Simons a la cabeza de una marca muy distinta.
Sí, Raf, yo también te quiero.
3 comentarios:
Amo a Dior, pero es más que evidente la urgencia de éste cambio, tendremos que esperar para ver los resultados. Ya no le puede ir peor. Y después de ver lo que le pasó a Galiano, es obvio que los demás diseñadores van a temer por su intimidad, pobres.
Pues estoy emocionado por el cambio pero al mismo tiempo... tengo miedo.
Saludos!
PD. Y en la pregunta de los diseñadores sin trabajo: Y Pilati apá?
un post muy interesante! y un blog ideal para ser leído con tiempo, asiq no dudo en volver a pasar y ver bien de que se trata. un beso
Hola, soy administradora de un blog de moda en Argentina, si queres seguirnos estaremos encantadas, así podremos compartir información de esto que tanto nos gusta. el link: http://streetfashion-chaco-cts.blogspot.com.ar/
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