Hay dos tipos de diseñadores en este mundo: los que hacen ropa “bonita” y los que van más allá y buscan lo nuevo. Claro que en estas dos categorías siempre hay espacio para lo sublime y lo vomitivo. “lo nuevo” puede llegar a ser frustrante, sobre todo cuando el diseñador o diseñadora cree encontrar el hilo negro y la realidad es que sus diseños son mediocres y nada propositivos, burdas imitaciones de alguien con talento o meros ejercicios con infelices resultados De vez en cuando queda la vanguardia.
Margiela encarna la vanguardia, a pesar de ser el fantasma de la moda. A la fecha no hay una foto de él ni una entrevista. El aura de misterio que le envuelve transforma una casa más en un objeto de deseo que no suele prostituirse al estampar sus logos en todos lados o sobreexponerse con una imagen vulgar y asquerosa (amo la palabra que usan los españoles: hortera). Margiela es profesional y su ego es tan grande que presenta a su equipo y no tiene miedo de ser opacado por ellos. El ícono que carece de íconos para ser representado. Martin Margiela es un intangible, un concepto que incluye forzosamente la palabra “vanguardia” cuando se le refiere.
Él, un belga talentoso surgió a final de la década del mal gusto: los ochenta. Margiela, Dries Van Noten y Azzedine Alaïa formaron una camada que sacudió la moda en una época llena de crímenes de lesa humanidad en el departamento del gusto. La ropa de ellos no era cursi, vulgar o ridícula. Alaïa decidió crear ropa que redefiniera la figura en materiales como el látex. Pasaron ya 20 años y sus vestidos siguen siendo modernos e interesantes. Van Noten y Margiela no sólo usaron nuevos materiales. Usaron nuevas formas. Ropa atrevida con una pureza extraña que la separaba del montón. Esmeraldas en medio del estiércol.
Comencemos una comparación con pintores (Amigo purista del arte: aún estás a tiempo para abandonar este blog, las siguientes oraciones pueden causarte un infarto). Chanel fue Claude Monet, Dior fue Renoir, Balenciaga fue Gustav Klimt, YSL como Picasso… y Margiela es Dalí. Como podemos ver, cada uno fue vanguardista en su época y logró establecer un canon. Margiela no fue la excepción y rompió con muchas cosas antes de volverse él mismo un paradigma y luego un producto pasado de moda.
En un abrir y cerrar de ojos pasaron 20 años desde que Margiela se aventuró a poner una casa de modas. Aún no ha sido olvidado por completo y su aniversario fue aplaudido a rabiar, sobre todo por la presentación de ropa impactante que, con unos cuantos ajustes, puede servir para toda ocasión. Mallones, bodysuits, algún vestido, todo presentado de una forma extraña que le añade el encanto necesario. Al final, un diseño semejante a un pastel de cumpleaños para el diseñador anónimo.
Solo resta decir: ¡Feliz cumpleaños!
No hay comentarios:
Publicar un comentario