viernes, 17 de octubre de 2008

Antes de la última escala

Amables lectores: como saben, la última escala, París, iba a ser contada día a día, palmo a palmo en las listas que integré. Sin embargo, me fue imposible integrarla hasta este momento, tanto por razones de tiempo como por dos factores esenciales que impidieron que París fuera lo non plus ultra de la moda de nuevo.

El primero tiene qué ver con un problema interno en la capital francesa. Primavera 2009 fue una serie de signos dispares e incoherentes a todas luces que no integran en sí un lenguaje concreto y por tanto, no pueden comunicarse de manera adecuada con el consumidor. Sí, probablemente las editoriales de moda sirvan como intermediario pero las propuestas son como un plato de carne tártara que causará que algunos seres se indigesten aunque lo intenten disfrazar con un toque de salsa de espárragos.

Me retracto al decir que Primavera 2009 no será memorable. Claro que lo será pero por ser una temporada mediocre y aburrida en la que lo interesante radicó en otros lados mientras que la mina de diamantes que suele ser la capital francesa se encuentra cada vez con más tierra, menos gemas en bruto y aún menos piezas pulidas y centelleantes.

Al parecer muchos diseñadores se han perdido. No recuerdan que la moda es una mezcla entre talento, creatividad. Innovación y habilidad para el negocio. Prácticamente nadie en el panorama se queda en el medio y se han movido entre el experimentalismo ridículo o la comercialización descarada. Pocos han creado algo lo suficientemente fresco e innovador para que una mujer se lo ponga y pague pequeñas fortunas por una prenda que seguirá en su closet indefinidamente. Porque la moda también es eso, vender innovación, cambio pero un producto que conserve un aire de vanguardia atemporal para que su compradora se vea siempre elegante. Chanel, Cristóbal Balenciaga, Pierre Cardin e YSL lo sabían y lo practicaban. Ahora sus herederos han preferido el úsese-y-tírese antes que el listo-para-usarse.

La segunda razón obedece a un suceso que está pasando en el mundo y que no se puede ignorar. Mientras Balenciaga, McQueen y Chanel presentaban sus looks la bolsa se tambaleaba, el mercado entraba en pánico y el mundo entero se vio a las puertas de una crisis que promete ser peor que 2001, 1997, 1995, 1987, 1974… o que cualquier crisis reciente en la historia contemporánea.

Sería maravilloso evadirnos de la realidad con ropa fea y poco práctica para la próxima primavera pero lo que muchos sabemos y otros intuyen es que muchas prendas se quedarán en el gancho para siempre. Próximamente no estaremos para ropa horrenda y zapatos de 14 centímetros que pongan en riesgo la salud de los tobillos. Quizá regresemos al minimalismo. Quizá la industria quede en ruinas después de este trance. Quizá, simplemente, la marca dejará de ser algo importante y ridículo y se buscará el diseño, lo práctico y lo que haga sentir bien al consumidor al mejor precio. Las élites tampoco usarán cosas caras y feas por un tiempo. Entraremos en una nueva era.

Por tanto, tendremos que separar la basura de lo útil. Y mi lista de shows a reseñar se resumirá drásticamente por estas dos razones que he explicado previamente. No me uno a la prensa “especializada” para que la gente entre en pánico y deje de comprar ropa o dejen de soñar, lo que pido es que dejen la frivolidad en la puerta y se enfoquen en el diseño. Si me es posible abundaré en esto después.

Por tanto, mi lista a reseñar –con una entrada por firma- será la siguiente:

-Maison Martin Margiela
-Dior
-Giambattista Valli
-Sonia Rykiel
-Alexander McQueen
-Chanel
-Valentino

Y en un post unitario, estarán las demás: John Galliano, Haider Ackermann, Rue Du Mail, Viktor & Rolf y Lanvin. Como ven, he incluido varias firmas poco conocidas en nuestro país para ampliar el panorama de la moda. No todo es Giorgio Armani y Louis Vuitton.

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