sábado, 13 de junio de 2009

Venecia, Italia, 8 de Junio de 1932

Mi querido E.:

Hace ya una semana que salimos de París. Debo admitir que el viaje por tren fue muy cómodo, si exceptuamos el paso por el túnel de San Gotardo... ya sabes, miedo a la oscuridad.

Nunca había estado en esta ciudad. H. sí, pero vino antes de la guerra, cuando aún era una niña. En Venecia siguen las góndolas, el agua verdosa y el olor a pantano que nos ha seguido desde que llegamos. El escritor que me recomendaste, Thomas Mann, escribió una novela sobre la ciudad y la comparaba con una bella joven con el pelo y ropaje sucios y abandonados. Creo que tiene razón.



Las playas son grises y suelen estar desiertas. Sobra decir que aquí no es la Riviera de aguas turquesas, pero el mar es igual de calmado. Hemos visitado el Lido, una estrecha isleta con nombre de cabaret. Tiene su encanto: buena comida, un acogedor hotel y otros edificios de interés. El lugar está sorprendentemente vacío para la época del año. Hasta ahora nos hemos encontrado con algunas inglesas gordas y viejas y un par de matrimonios jóvenes en su viaje de bodas. Pobres, no saben lo que les espera.

Supongo que el viaje ha sido de alguna utilidad porque H. y yo hemos intercambiado algunas frases en estos días. Pero no hemos tenido mucho éxito, asíque prefiero visitar la ciudad por mi cuenta. Ya te mandaré las fotos a su debido tiempo.



Lamento haber interrumpido la carta. Sabes que siempre que me siento a escribir algo sucede y mis pensamientos quedan mutilados. Esta vez estaba cansado y me fui a dormir. Me olvidé de ella dos días seguidos, espero que no te moleste.

Ayer H. vino conmigo a recorrer la plaza de San Marcos. Nuestro camino transcurrió en absoluto silencio hasta que, sin pensarlo se volvió y me dijo "¿sabías que Gustav Mahler vivió aquí un tiempo?" Le dije "Sí, lo habré leído en algún lado. ¿A qué vino?". Me miró con esa mirada tan especial que usa cuando quiere decir algo y no puede. "A prolongar su vida. Inútilmente". No necesitamos romper el silencio tan a menudo cuando nos decimos tanto en charlas como esta.

Tomamos después un bote que nos dejó en Murano. Ninguno de los dos quería hablar. No sabía qué decir y en el fondo creo que no necesitaba abrir la boca en absoluto. Pero hablábamos de la isla. Debes conocerla: ahí recluían a los artistas del vidrio para que su arte quedara en el más absoluto de los secretos. Tuvieron éxito, pero sólo por unos siglos.



Le compré un collar. Habían jarrones, vasos, unas pequeñas esculturas en vidrio que asemejaban caramelos... pero quería un collar para ella. Le agradó mucho, porque me sonrió y se recogió el pelo para que se lo pusiera. Como no queríamos comprar nada más, nos fuimos, continuando en silencio hasta el muelle.

En Venecia la usual paz de las góndolas está siendo interrumpida por los botes de motor. Y me da gusto porque así llegamos más rápido a las islas de esta ciudad italiana. La modernidad me hace feliz.



Pasamos al hotel para cambiarnos, pues H. y yo íbamos a visitar a una de sus múltiples amigas. Son las de su madre en realidad. Se llama Luisa Casati y protagonizó algunos escándalos hace años. Ya sabes cómo son estos nobles italianos: excéntricos, arruinados y con delirios de grandeza. Esta mujer vive en un decadente palacio con vista al puente de Rialto, en la parte más icónica de Venecia. Ella y su excentricidad me fascinaron.... y repugnaron a la vez. Tan sólo te daré un detalle: me extendió la mano con una serpiente enroscada en la muñeca. Dudé antes de besarla.



H. estaba especialmente hermosa en esa ocasión: se puso un vestido rojo con el collar de Murano que le di. No sabía que tuviera uno. Cuando comienzas a omitir detalles como esos puedes decir que el amor se enfrió. Ella dice que encargó su vestido en París antes de partir.

Conversaba con Luisa Casati sobre la austeridad que nos rodea desde hace un par de años. "Todas esas mujeres vestidas con tonos apagado, o peor aún, hija, ¡como fichas de dominó! Me repugnan. ¿No saben acaso que el lujo siempre será elegante? H. asintió y yo estuve a punto de decir que encargamos un *tailleur* blanco y negro para ella en la Rue Cambon pero me pateó por debajo de la mesa. A veces me pregunto si me lee el pensamiento. Si es así ¿por qué no hace un esfuerzo por decirme qué es lo que sucede?



Salios de ese palacio tan particular y nos dividimos. Con un breve intercambio de palabras decidimos que nos iríamos al día siguientes, es decir, hoy. Antes de pasar nuestra última noche en Venecia decidí ir al Lido por última vez. Quería ver la puesta de sol en el Adriático.

En la playa estaban algunas muchachas con pantalones rayados, chapoteando entre las olas. Encendí un cigarrillo mientras veía la puesta de sol. El Lido se pintó de ámbar en ese mismo instante y me pareció realmente bello. Era un momento perfecto.



Voltée a mi derecha y la vi venir. Caminaba con lentitud y no le importaba que el viento la despeinada. Se había cambiado, llevaba puesto un vestido de noche en color arena. Cuando llegó hasta mí sólo me sonrió, me tomó de la mano y nos alejamos sin decir nada. Una banda de música tocaba a lo lerjos una canción que no alcancé a distinguir, mientras que en la ciudad comenzaba ya a oscurecer.

Hoy nos vamos. Cuando recibas esta carta, ya habremos partido. Hemos estabdo hablando con más regularidad y eso me alegra. No sé si para H. significará algo este viaje pero a mí meacompañará por el resto de mi vida. Aún si H. y yo tomamos caminos separados al llegar a París.

Pronto nos veremos, te lo aseguro. Mientras tanto, espero tu respuesta.

A.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Increible!!!!

L De dijo...

ay que lindas palabras que lindo relato y que linda ropa a mi me gustaron sobre todo la 3 y la 5

kissts

Pi dijo...

Precioso. Daba la sensación que era a mí a quien le escribía. No sé si será invención tuya, de una película o de un libro, mi nivel de cultura no llega hasta ahí; pero me ha fascinado. Ha hecho que pareciese estar en un puente veneciano, a la puesta de sol. Sigue con estos posts tan preciosos. Un beso.
PD: Por cierto, si es de un libro o una película, me encantaría que me dijeses cual, si no es molestia, gracias :)

blogpiterpan.blogspot.com

Anónimo dijo...

Que bonito post!
lindo relato.
Beso

Anónimo dijo...

Me ha encantado!
Me has hecho sentir como parte de la historia.
¡Y qué daría yo por ese tailleur de la Rue Cambon!
Enhorabuena.
Besos.

Sebastián dijo...

Me encantó el relato! Me encantó la colección y me encantó el relato. Así como la ratita presumida, me sentí parte de él. Buen inicio de semana!

Kira Aderne dijo...

Siempre amo Chanel!

Muchos besos Aldo!

Botica Pop dijo...

aldo, tienes que hacer esto más a menudo. es el mejor post que te he leido jamás.

Botica Pop dijo...

Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Bruno Bettelheim.
Biblioteca central: GR550 B47 1983

Zorro dijo...

Buena presentación para el post.

Compadre vi tu mail tarde, ya tenía algo planeado para esa noche, un par de días antes y hubiera quedado como anillo al dedo.

Este fin no tengo nada, de hecho todavía no se si estaré en el DF duh ! pero haber.

Saludos

trendt dijo...

quiero ese saco a rayas aunque se que em hara parecer gordo, lo quieor y lo quiero ya...
a mi mi ex rommie Martha tmb me divnaba el pensamiento y varia sveces nos dimos patadas bajo la mesa asi que no puedo evitar tener una sonrisa columpianodse en mis labios en este momento, por cierto, postee y en parte inspirado en ti jeje

Kira Aderne dijo...

Quiero mucho conocer Paris en el proximo año...me encanta mucho Aldo!

Anónimo dijo...

wow!
increiiibleee!
paris es el marco perfecto.

besos

Almendra dijo...

que me ha encantado, el relato, la moda, todo... excelente!