No sé cómo empezar esto. Se supone que después de un denscanso regreso energizado pero estoy viviendo una época de cambios en mi vida: no salgo con nadie, casi acabo un capítulo de la tesis y hace dos días terminé la carrera y estuve en una bacanal en mi facultad (sí, con sexo, drogas y suciedad incluida. Muy divertido todo). Los días anteriores a esto se han pasado en un mar de tareas, trabajos por calificar, citas que traducir (en realidad no) y demás. He leído casi todos los posts de los blogueros a los que sigo en Google Reader y los revisaba furtivamente en la universidad.
Si a eso añadimos que últimamente sufrí de acoso cibernético por parte de alguien que no merece ser mencionado y la distracción hace estragos a mi creatividad, pues tenemos como resultado a un bloguero poco productivo. Pero ahora todo está cambiando de súbito y quizá tenga más tiempo de lo que pueda administrar y haga posts tan largos como los libros de James Joyce. Mi vida estudiantil se acaba (aún no hay crisis y a lo mejor me adapto con facilidad a ser “tesista”… o no) pero la bloggeril revive.
Quería recomenzar con algo que ha estado perturbando a mucha gente en la blogósfera. ya sea por escandalizarlos o por preocuparlos seriamente o por propocionarles material para burlarse. Y no es para menos. La situación que está pasando ha llegado a un punto algo vergonzoso pero podría cambiar para bien. Y es que la amenaza es interna y todos lo sabemos.
El peor enemigo de la casa de modas Emanuel Ungaro se llama Mounir Mouffarige, presidente de la firma.
Me gustaría tomarme un café con él. A pesar de que parece ser un hombrecito muy necio tiene tintes de persona finísima y encantadora, por lo que una charla civilizada podría darse… hasta que intente convencerlo de que está cometiendo estupidez tras estupidez, se ponga terco e intente asesinarlo aventándole mi latte (ahora un cliché entre algunos fanáticos de la moda porque, se dice, a Anna le encanta) hirviendo, el cenicero y la vajilla entera. Y, antes de que me echen a patadas del lugaar donde tomábamos nuestro café, le gritaría con una mirada de odio y la cara roja por el esfuerzo que no soy fan de la firma pero lo que le está haciendo es imperdonable.
Pero no. Eso no va a suceder, chicos, porque es más fácil que salga en la portada del Star besuqueándome con LiLo a que vaya a París, agende una cita con Mouffarige y me tome un café con él bajo el pretexto de “comentar sus decisiones empresariales en la firma”. Lo que podemos esperar es que el hada de la racionalidad aparezca y le dé un mazazo (de sentido común, claro está) en la cabeza para que recapacite y ponga las cosas en orden.
Ese es el problema, chicos, de cuando una casa francesa está controlada por la codicia. Yo sé que uno no puede dedicar su vida al arte porque de algo tiene que vivir y por eso casas como Chanel venden cosméticos, perfumes y bolsas de plástico espantosas. Lo hacen para compensar el deleite visual (pero pérdida económica) que representa el tener una división de Alta Costura. Y lo mismo hacen Dior, y Balenciaga y las casas “experimentales” (salvo Hussein Chalayan, quizá) porque de otro modo se irían al caño. Pero no está bien que se pien$$$e en vez de que se piense de verdad. Todos los que leen esto entienden la diferencia. Mouffarige no.
Mouffarige sabe que la celebridad vende y eso está muy bien, sabe que podría ser un buen momento para que se haga una fiebre por Ungaro (vintage y nuevo) porque ahora todo lo ochentero es bueno para el mundo. Sabe que la firma no anda bien y el único recuerdo que el mundo tiene de Ungaro es… bueno, nada. No podría decir que “ni en mi casa lo conocen” porque mi mamá tiene un pañuelo Ungaro que no usa nunca porque es muy pequeño. En fin.
¿Por qué no contratar a Scarlett Johansson, con una carrera saludable, un cierto estilo y otras campañas publicitarias en su haber para ser “la musa” Ungaro? ¿Vanessa Paradis? Oh, no, ella no porque no es TAN famosa. ¿Una chica “it” como Lou Doillon? Vaya, hasta una celebridad más estilizada, una chica que salga en una serie famosa, a Reese Witherspoon que ya es imagen del perfume de Ungaro en Avon. Las opciones son ilimitadas. Así que la pregunta es esta: ¿Por qué Mounir Mouffarige se fue con la peor?
No se confundan, no voy a despotricar sobre lo mal que me cae Lindsay y lo puta que es o si se mete cocaína o no, o si es una ladrona desvergonzada porque no es el punto y sería hipócrita de mi parte porque estaba arrobado con ella desde el primer momento que la vi… como pelirroja natural con curvas muy bien definidas.
Sabemos que puede ser la próxima Jean Harlow/Jayne Mansfield/starlet talentosa y desgraciada: rubia, sensual, famosa y con un talento escondido bajo un mar de escándalos, condenada a que le cierren las puertas y a morir de una forma trágica y a volverse un ícono underground porque su trascendencia será muy limitada. No necesito ser un médium para decirles esto, porque ya lo deducen.
Quizá contratar a Jean Harlow para Schiaparelli o a Mansfield para Pierre Balmain no hubiera sido TAN mala idea porque en ese entonces se respetaba el glamour de las estrellas y no había fotos tan degradantes de un paparazzo que se tira al piso para ver qué hay debajo de la falda de tal o cual actriz o actricilla (que no es lo mismo, repito). Pero Lindsay no sólo ha perdido el glamour, ha perdido la dignidad.
Entonces ¿Por qué contratarla? ¿Por qué no llamar mejor a David Lynch/Spike Jonze/cualquier director respetado y lo suficientemente disciplinado como para que saque su talento dramático y le arranque una gran actuación para relanzar su carrera? ¿Por qué hacer pasar un mal rato al Ungaro original, a la pobre de Estrella Archs o como se llame, a la propia LiLo y a Mouffarige? No creo que sea agradable para nadie ser el hazmerreír de la industria y ser, por añadidura, unos parias: como saben, la colección´será vendida en un par de boutiques y ya.
Pero no redundaré en algo que se ha comentado con mucha anterioridad. Vayamos al grano.
Christian Lacroix es un diseñador que la está pasando bastante mal actualmente. Como ahora no están de moda el bordado en oro, las sedas pesadas ni la calidad, Lacroix se vio falto de demanda y en menos de un año su negocio se derrumbó. Uno de los mejores talleres de Alta Costura tuvo que cerrar y ahora su negocio es como una camada de gatitos que nadie quiere. Alguien en Arabia lo quiere comprar pero las trabas legales lo están disuadiendo. En fin,
Lacroix tiene la suficiente sensibilidad e inteligencia como para interpretar el ADN de una casa de modas y retrabajarlo a su favor. Piensen en su trabajo en Emilio Pucci: imprimía su sello personal sin mandar al diablo lo que distinguía a la firma italiana.
Veía yo fotos de un anterior desfile de Alta Costura de Emanuel Ungaro y me di cuenta que, al menos en esa fase (2003), él y Lacroix compartían una estética similar. Y entonces una idea vino a mi cabeza: Si se acaba de quedar sin trabajo, ¿Por qué no reparar el daño que un presidente terco ha infringido en una casa más o menos respetada? Sería garantía de éxito absoluto.
Para comprobar mi hipótesis combiné fotos de desfiles pasados de Lacroix con los de Alta Costura de Ungaro. Uno, en especial, primavera 2003, es una declaración de amor al exceso pero presentado en los años veinte. Una preciosidad. Espero que puedan diferenciar ambos estilos, no es tan fácil como parece. Pero regresemos a la situación de la casa.
Piensen que en los últimos seis o siete años nadie ha logrado durar más de tres temporadas en la casa. Después de Giambattista Valli, nada ha sido igual. Y cuando la casa, bajo Peter Dundas, estaba reposicionándose, Mouffarige lo pone de patitas en la calle.
Ahora nadie tiene qué perder. Quizá la más afectada sería Estrella Archs, pero creo que le convendría estar de interna en McQueen o Celine mientras diseña su propia línea en paralelo. Creo que tiene mucho que aprender y no está yendo por el camino incorrecto. Pero no es un buen momento para que dirija una casa con una cierta historia.
Pero bueno, les comparto esto porque sé que no es tan descabellado y si sucediera, Emanuel Ungaro no se volvería el próximo Pierre Cardin y Lacroix dejaría de pasar esta situación tan penosa que no merece. No lo sé, creo que funcionaría. ¿Y ustedes?