sábado, 12 de junio de 2010

Si te llamas Diana Vreeland puedes...

  

-darte el lujo de nacer en París:

No podría haber otra ciudad para que ella naciera y viviera su infancia. París hizo que Diana (quien en ese entonces se apellidaba Dalziel) se acostumbrara a la sofisticación y a todas esas pequeñas cosas que conforman el chic.

-Enseñarle el dedo medio (de forma simbólica) a tu familia:

 

Diana Vreeland nació en una época en la que aún era necesario estar casada con un "buen partido". Y de acuerdo con la opinión de su madre, Diana estaba en una seria desventaja porque su hermana era "bella y ella era terriblemente fea y envidiosa y por consiguiente, insoportable". Y adivinen cuál de las dos hermanas pasó a la historia y cuál de las dos tuvo una carrera fabulosa en dos de las revistas más importantes del mundo.

-ser bailarina en tu juventud y tirar patadas como las Rockettes:

Esto es totalmente cierto. En los veinte, Diana bailó en una compañía londinense llamada las Tiller Girls. No creo que realmente lo necesitara, sino era más bien una diversión. Lo que sí es cierto es que los Vreeland siempre estuvieron cortos de dinero y tenían que trabajar duro para vivir esa vida llena de lujos en la que estaba inmersos. Ella y su marido, Reed Vreeland, nunca tuvieron una gran fortuna y debían trabajar constantemente: él como banquero y consultor para Emilio Pucci y ella como editora.

-entrar en las filas de Bazaar con sólo bailar:

Entre esas anécdotas legendarias de cómo descubrieron a algunas celebridades se encuentra la de Vreeland: La editora en jefe de Harper's Bazaar, Carmel Snow, fue invitada a una fiesta y ahí vio a una chica con un vestido Chanel y flores en el pelo bailando entre la multitud. Le ofreció un empleo y el resto es historia.

-escribir una columna de estilo con sugerencias tan maravillosas como descabelladas:

"Why Don't You?" fue la primer asignación de Vreeland en Harper's Bazaar. En esa columna se presentaban sugerencias que parecían descabelladas y estúpidas para muchos pero que en un universo paralelo eran ideas que se ponían en práctica con regularidad. Los lectores se debatían entre el escándalo, la sorpresa y la burla cuando Vreeland les sugería lavarle el pelo a sus hijas con champaña o ponerse perlas con moños de terciopelo o cosas por el estilo. No sabemos si alguna persona fuera de las Vanderbilt o alguien igual de rico y decadente puso en práctica los consejos de Vreeland en Bazaar.

-Ser tan flexible como un acróbata con el concepto de "buen gusto":

Esas dos palabritas conformaban una frase a evitar para Diana Vreeland. Si nos ponemos a pensar, el buen gusto es tan subjetivo como la idea de la felicidad. Digo, para mí la felicidad puede ser vivir en la playa tomando limonadas de agua mineral, o estrenar una prenda nueva diariamente. El punto es que, a pesar de que existen convenciones sociales que definen el buen gusto, éste no deja de ser subjetivo.

Para Diana Vreeland el buen gusto no existía. Existía la elegancia y ésta se podía lograr mediante una serie de elecciones personales, tanto en ropa como en gustos y actitudes. El mismo look de Diana Vreeland (toda de negro, con un rubor muy subido y el pelo peinado hacia atrás como una bola de helado en la cabeza) puede parecer horripilante para muchas modernas de hoy.

-Ser profunda en tu frivolidad:

Decir que "Vreeland era una mujer de contradicciones" es una frase muy gastada. Tan gastada como decir "Las tangas de encaje son el nuevo negro". Discutir el origen de "(inserte objeto aquí) es en nuevo negro" merece un post aparte, porque (en mi opinión) se refiere a algo que redefine la elegancia actual. En sí, es una muy buena frase si se entiende el sentido.

Este tipo de afirmaciones eran propias de Vreeland y es lo que la hace diferente a muchas otras personas obsesionadas con la moda: entender que la moda es una industria, una actitud y no sólo un montón de ropa bonita y carísima. Son sueños y aspiraciones, ideas y sugerencias y formas de vida en general. Y como decía, "la verdadera elegancia está en la mente". 

-Ser una editora de la revista de más icónica sin perder el sentido común:

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Existe una anécdota muy famosa Carrie Donovan, asistente de Vreeland y posterior editora de moda de Harper's Bazaar. Los franceses quisieron lanzar la moda de las faldas largas (lo cual se impuso brevemente por ahí de 1969-1971) y, cuando Donovan le sugirió a su jefa presentarlas en Vogue, Vreeland le respondió: "Oh, no, Carrie. A las mujeres modernas no les interesa eso. Son las que llevan a sus hijos a la escuela".

Por algo dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos.

-Ser angustiantemente perfeccionista:

No se confundan, chicos. En este cuento Diana Vreeland no es el hada buena ni Wintour el hada mala. A pesar de tener concepciones muy diferentes sobre el glamour y el cómo manejar una revista, ambas son un par de editoras en jefe como para temblar de miedo.

Resulta que las producciones de Vreeland eran maravillosas, pero debían ser perfectas (sí, PERFECTAS) para poder entrar a las páginas Vogue. Vreeland solía rechazarlas por minucias como falta de brillo en los labios o el cuerpo ligeramente mal posicionado, llenando de frustración a fotógrafos y modelos por igual.

Ahora bien, el staff, aunque la adoraba, debía obedecer a sus ocurrencias: un día era usar campanas a modo de accesorios, otro zapatos con cadenas y otro era mandar despedir a la señora de servicio que laboraba en el piso de arriba porque el ruido de sus tacones la distraía. La perfección en Vogue debía ser absoluta.

-Entrar en sintonía con las vanguardias:

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A Diana Vreeland le fascinaba la modernidad. Y en los sesenta, década en la que la modernidad llegó de golpe a todo mundo, se movía como pez en el agua. Para ella, las tendencias como la ropa espacial, las minis y el hippismo le parecían fabulosas y siempre encontraba el modo de enseñarlas al público para que las utilizaba. Los nuevos valores (la juventud, la libertad sexual, la independencia y hasta la postura política en la mujer) le encantaron y los metió de golpe a su revista. Y de repente, Vogue se volvió una revista muy actual.

-llenar de exotismo una revista aburrida

Diana Vreeland encargaba editoriales fabulosas, llenas de dinamismo y color, ideadas por ella en locaciones de lo más exótico (por lo que me extraña no haberme topado aún con alguna producida en México) con peinados extravagantes y poses llenas de movimiento. Ya no eran esas aburridas fotos de estudio de la Vogue y Bazaar de los cuarenta y cincuenta, era el dinamismo con vestidos llenos de estampados, maquillaje impactante y un aumento fascinante en el color.

-Marcar un antes y un después de tu presencia

Ningún lugar ha sido igual después de Diana Vreeland: Harper's Bazaar era buena cuando ella, Carmel Snow y el equipo creativo de ambas estaba creando a una de las revistas más impactantes del siglo XX.

Carmel Snow le tenía miedo a Diana Vreeland. Tanto que aconsejó a sus superiores el no contratarla nunca como editora en jefe porque era demasiado buena. Y por el temor de Snow, Vreeland abandonó Bazaar a principios de los 60 y se fue a Vogue, la cual mejoró mucho su calidad, mientras que Bazaar se volvió gris.

Algunas de las fotografías más icónicas del siglo XX se produjeron bajo la tutela de Vreeland.

Una de las frases más famosas de Vreeland era "Debemos darle al público lo que nunca creyeron que querían". Es saber los gustos del público antes de que ellos mismo los conozcan. ESA es la verdadera labor de un editor y por eso Vreeland triunfó en Vogue y Bazaar. Eso explicaría que, al querer imponer (no ofrecer) modas que el público nunca quiso ni querrá (de formas poco creativas, además), la calidad de ambas revistas se viniera abajo.

Después de su salida de Vogue (la despidieron porque querían algo más práctico, sumiendo a la revista en el mundo del aburrimiento), fue contratada por el MET. Y el MET también cambió.

 

-Ser cazatalentos:

Lauren Bacall, Twiggy y Richard Avedon están entre las personas que Vreeland lanzó a la fama en las páginas de las revistas en las que se involucró. Creo que no necesito decir más al respecto.

-Convertir en glamour todo lo que tocas

Después de ser despedida de Vogue, entró al MET. Y las exposiciones como la gala de inauguración del MET se transformaron hasta ser lo que es ahora: el evento social del año.Como estaba muy bien conectada con la alta sociedad, mandó invitaciones, pidió vestidos usados (de Poiret, Chanel, Balenciaga y demás tesoros), recaudó fondos y le inyectó vitalidad al MET. Hasta el día de hoy esa gala, por más Lindsay Lohans que asistan, no ha perdido su prestigio.

Y además está Jacqueline Kennedy, quien no sacó el glamour que la caracterizó de cualquier lado. Vreeland fue su estilista, conectándola con diseñadores estadounidenses que le crearon un guardarropa de lo más envidiable.

 

-vivir tu vida en su solo color

Diana Vreeland siempre estaba vestida de negro. Y amaba el rojo para la decoración. En su departamento, todo era rojo y ella amaba posar en él vestida de negro y maquillada con rojo.  Y aún así, pensaba en que las otras personas amaban otros colores, y llenaba a las revistas de color.

...y en dos palabras, ser absolutamente fabulosa

8 comentarios:

Alphonse Doré et Noir dijo...

Tengo pendiente su autobiografia. Me parece una persona rara pero creo quue HAY que leerla si o si.

Alphonse Doré et Noir dijo...

Por cierto, ya tengo el libro Noticias del Imperio. Aunque se me hace un poco pesada la vida de Juarez y me pierdo cuando hablan de lugares de Méjico.

Peque a la Moda dijo...

Me quito el sombrero!

Vaya trabajo de investigación que has hecho, ME ENCANTA!!!

Todo un icono que siempre estará en la historia de la moda.

L De dijo...

me encanto este post, me encanta como escribes!

un besote!!

trendt dijo...

te acuerdas cuando hace mucho mucho te pregunte sobre ella? pues me has dejado deseando saber mas jeje
este tipo de post es tu especialidad siempre logrando crear una linea de tension y asombrandonos con personajes no tan conocidos, yo al menos sabia de ella por que la mencionaban en to wang fo, thanks for everithing, Julie Newmar pero no sabia gran cosa de su legado
es hasta cierto punto inspirador ver oomo esta mujer se levanto cuando el destino pretendio tumbarla, que soy la fea? pues sere famosa, que me corren de Harper? pues me voy a Vogue. que me corren de Vogue? pues me voy al MET, siempre hacia adelante
es bueno que muestras ambos lados de su personalidad y que no la mitifiques y es genial tambien ver esas fotos de antes del photoshop... son mis nervios o se ven con mas vida que las portadas de hoy? muchas muchas felicidades
espero un dia subas tu tesis, me encantaria leerla

Botica Pop dijo...

No podría estar más de acuerdo con trendt.

por otro lado, los 60 ERAN la modernidad. Y no hay más. Luego la modernidad se murió y dejó en su lugar a este engendro posmoderno en el cual ser moderno es un epic fail. al menos conceptualmente.

disfruté mucho tu post, aldo.

Diabla Región 4 dijo...

Yo (corazón) Aldo. me encantó lo que escribiste, es muy interesante.
Yo diría: Si te llamas Aldo puedes: escribir algo profesional sobre una revista de moda y quitarle todo lo frívolo que pueda tener el tema.
Bravo.
un abrazo!!!!!

Anónimo dijo...

Hay Aldo! Que bonitos posts aquí, hasta da gusto.

Pues siempre una nueva historia que contar y algo nuevo que aprender,ahh!

Saludos! (n_n)