Ayer fue la tan esperada sesión de Vogue Shopping Experience. Si no se enteraron, les cuento brevemente: fue una idea de la edición mexicana de Vogue para acercar a la gente al consumo de lujo. Si bien existen personas como
Juan,
Botica y Eduardo, quienes han comprado en estas tiendas y conocen precios y estilos, existe un sector allá afuera que tiene miedo a comprar por asuntos que no vienen al caso. Este evento tenía la intención de borrar ese muro invisible entre el comprador potencial y la boutique. También era una respuesta mexicana a Fashion’s Night Out. Puede que la –gran- Cathy Horyn no crea que es una buena idea pero un evento con DJ’s, celebridades, juegos y un gran desfile de modas vuelve a las compras una experiencia lúdica.
Vamos a empezar resumiendo algunas cosas del evento general y luego comentamos otras cosas importantes, ¿les parece?
Lo bueno
-chocolates en forma de zapato en Ferragamo.
-un catering excelente en Burberry. Y ahora imaginen a unos modelos ofreciéndoles canapés a cada momento.
-El grafólogo en Montblanc.
-La atención en Gucci, insuperable. Amabilidad, información adicional y una vendedora que nos dio su valioso tiempo mientras dábamos vueltas por la tienda. Si por mí fuera, la nombraría gerente de una tienda departamental.
-En Marc Jacobs, las prendas de la temporada actual y el staff que describía este maravilloso abrigo mientras Botica se lo probó.
-Los promotores del evento. No convivimos mucho con ellos pero fueron atentos.
-En Hermès nos enseñaron a jugar con las mascadas y pañuelos. Yo pedí un turbante.
-Creo que el estar con algunos de mis bloggers mexicanos favoritos y con Paola es algo que nada puede sustituir.
Lo malo -Fui a recoger mi pasaporte a Max Mara y tuve una recreación de la famosa escena de la boutique en Pretty Woman, sólo que en el DF y con un bloguero en lugar de Julia Roberts. Las vendendoras de la tienda fueron muy amables, pero quien pecó de arrogante fue el guardia de la tienda (!), quien no me quería dejar entrar a recoger mi ‘documento’. Empezamos mal.
-El evento prometía actividades hasta las 9:30 de la noche. Para antes de las 8 estaban cerrando y para las 9 ya estaba casi todo muerto.
-Fue menos gente de la esperada.
-Ofrecieron el turibus pero el tránsito pesado hacía más práctico el caminar a las tiendas.
-En Frattina, acosaron a Bere por tomar fotos. Temo decirles que la selección de la tienda me parece un poco… uhmmm… kitsch. Esperaba más de marcas como Escada y La Perla, quizá sea por la selección.
-En muchas tiendas la política de “no fotos” fue totalmente inflexible. En Ferragamo primero nos dijeron que sí y luego que no, con el tan característico “una disculpa, seño”. En la tienda, nadie nos peló.
-La bolsa conmemorativa del evento era del mismo material que la de Wal-Mart. Es en serio. La de Zara costaba más pero era de mucha mejor calidad.
-No nos dejaron entrar a Louis Vuitton. Los guardias nos dijeron que sólo podíamos ingresar con invitación (!)
Lo feo-A Paola le tocó presenciar que en Burberry, Botica Pop se probó un abrigo, para molestia de la vendedora. Cuando lo iba a regresar al estante, la vendedora, enojada, se lo quitó. Como acotación, la prenda no corría el riesgo de ser estropeada por bebidas o alimentos. Okaaaaaay, señora de Burberry.
-Un par de comentarios despectivos por parte de un bartender. Pregúntenle a Monsieur Noir.
Y entonces, por una vendedora elitista en Burberry, un bartender, un guardia y una invitación, todas las buenas intenciones de Vogue se vienen abajo.
Ahora vienen los comentarios importantes.
Hace 4 años Vogue México era mi revista favorita porque me parecía lo máximo: diseñadores famosos, un mundo lujoso y despreocupado combinado con lo que se “debía” comprar en ese momento. Según mi punto de vista, el trabajo es bueno, porque no es fácil armar una revista de prestigio y circulación nacional (e internacional, si tomamos en cuenta que llega otros países en América). Actualmente leo otras publicaciones pero me agrada que vayan publicando más contenidos autónomos y no solo traducciones de fotos de W, Vogue US y Vogue Paris (un pequeño detalle, las prendas de esas editoriales no siempre se consiguen acá). También creo que en la moda también se tienen que percibir aspectos más profundos que los nuevos estilos.
De 2006 para acá las cosas han cambiado mucho. No necesito decirles que fenómenos como Tavi o Bryanboy han abierto la puerta de un mundo que hasta ese momento era celosamente guardado por las editoras. Ahora todos –literalmente- podemos tomar fotos, criticar, comentar, y comprar. La moda se ha vuelto homogénea también y esa corriente no se puede ignorar. Si se hace, corren el peligro de morir por obsolescencia.
Todos fuimos adolescentes y tuvimos nuestros niveles de rebeldía. Algunos drameaban y se encerraban en su cuarto (ejem, ejem, yo) y otros se tatuaban, llegaban tarde… en fin, entienden a lo que me refiero. Y una de las principales frases de nuestra adolescencia era el “es que mis padres no me entienden”.
Eso es lo que pasa con Vogue. No dudo de sus buenas intenciones y se demuestran con la idea del turibus, de las personas sirviéndonos tragos y unos canapés de lujo en las boutiques. Se agradece mucho pero no es suficiente. Creo que lo que quieren resolver es un poco más complejo y necesita de comprensión. Y como dice una frase “el camino hacia el infierno está lleno de buenas intenciones”. Entiendo que es algo fuerte pero sigan leyendo y verán por qué la uso.
Creo que la clave para entender todo esto es algo que escuché hace ya algún tiempo. La revista está interesada en un tipo de lectora rica, elegante, sofisticada, que se codea con las elites culturales e intelectuales del país. Alguien del jet-set. Alguien conservador. Y está muy bueno que tengan bien definido al público, no por nada la revista lleva tantos años de publicación.
El problema es que hay cosas que aún no se dejan ir. Traigo esto a colación porque JsN mencionó
en un post que en la revista se bajaron “de un trono imaginario”. Sí, es cierto, pero ¿cómo podemos perder el miedo a comprar si literalmente nos cierran las puertas de la tienda en la cara porque no tenemos invitación en un evento POPULAR? Detalles en apariencia insignificantes destruyen ideas como Vogue Shopping Experience.
No voy a tirarle estiércol a mi exrevista favorita pero creo que esto refleja problemas clásicos en la organización de eventos por acá: desorden y personas que no obedecen instrucciones, saboteando el propósito de dichos eventos. Y ya sé que no es fácil ni rápido coordinar grupos grandes pero es totalmente necesario. Ahí entra una parte positiva de la jerarquía en las empresas: los empleados saben que son piezas de un rompecabezas y si falta uno, el cuadro no está completo. Puede que me equivoque pero creo que eso lo supieron en Fashion’s Night Out. Literal, Anna Wintour se bajó del trono y fue a Macy’s a platicar cinco minutos con los clientes. Y por cierto, Wintour dijo al presentar el evento que no importaba si no compraban, lo que importaba era que se acercaran a las tiendas sin importar la situación de la economía. Acá, algunas cosas estaban condicionadas a la compra.
Hace algunos ayeres nos enseñaron el concepto de corazón ideológico y englobaba tres cosas: Misión, Visión (a corto o largo plazo) y Valores. Las empresas lo tienen en ocasiones y estas tres categorías se pueden resumir en una oración, además de que todos los empleados deben trabajar para lograr esas tres cosas, en teoría. No sé si en el evento lo planearon de ese modo, pero si no, podría ayudarles mucho el plantearlo y regirse por las categorías que les acabo de mencionar.
El definir esto ayuda a saber hacia dónde queremos llegar y de algún modo, cómo lo lograremos. No digo que sea fácil, pero es necesario, y se necesita de una lluvia de ideas para poder ser lo más claro posible. A lo que voy es que se pudieron haber evitado incidentes como los de Burberry y Louis Vuitton si se manejaran estas tres cosas y se eliminarían muchas incoherencias como las que sucedieron.
Ahora viene lo opuesto. El éxito de la noche fue Zara. No sólo había una GRAN actividad en cajas, sino que aún había cocteles, bocadillos, música y espacios para comentar las prendas que ofrecían. ¿Y saben qué? TODO lo que vimos en el recorrido estaba ahí: los zapatos de Vuitton, una falda de Chanel, abrigos militares como los de Burberry… Y es que Zara lo tiene todo para el tipo de público promedio. Producen las prendas con una rapidez de miedo y los hits de la temporada cuestan una fracción que los elementos originales. Algunas revistas las usan para sus editoriales. En Zara conocen bien al motivo de su éxito aquí y por eso se esforzaron en complacerlos.
No les voy a decir que vayan a incendiar las tiendas de Masaryk y boicoteen a la edición mexicana de Vogue. Repito: la idea no fue mala pero, al menos desde mi punto de vista, tuvo importantes fallas por lo que no sé si causó el impacto deseado. Y más si recordamos el target de la revista y las actitudes pasivo-agresivas (de un sabotaje velado, pues) de algunas personas. Repito: algunos (como la vendedora en Gucci) se portaron maravillosamente con nosotros porque entendieron el concepto pero otros no, y destruyeron la idea general del evento.
Ya para acabar,
Paola tomó unas buenas fotos del evento. Si lo desean, las posteo la próxima semana. Voten en los comentarios ;)
Chequen las reseñas de Juan
AQUÍy la de Botica
ACÁ