Dispuesto a finalizar las entradas sobre las exposiciones, esta vez presento la número 8: la venta del libro. Este es el penúltimo paso en la producción de un libro, ya que es el momento en el cual el libro sale de la impresora y se distribuye en las librerías. Por supuesto, mucha gente cree que los libros aparecen por sí solos en las librerías… lo cual dista mucho de la realidad.
La publicación de un libro es como apostar a los caballos: nunca sabrás si el caballo con el que apostaste todo tu capital pueda ganar o dejarte en bancarrota. Es algo muy difícil para nuevos autores porque sus ideas pueden ser exitosas e interesantes… o simplemente fracasar. Claro está que esta regla no es siempre cierta para las editoriales de la UNAM y el gobierno. Aunque eso es harina de otro costal.
Mi mamá alguna vez vendió libros como complemento a sus ingresos y me comentó al hacer esta entrada que un buen vendedor no es aquel que venda seguros sino el que logre vender libros y enciclopedias. A pesar de ser una inversión segura, son extremadamente difíciles de vender, no sólo por su costo sino porque mucha gente prefiere comprar una televisión a un libro.
Relacionando la experiencia de mi mamá con el texto, la editorial (ella vendió la Enciclopedia Britannica) la contrató, capacitó y la lanzaron al ruedo. Entonces mi mamá fue una vendedora a clientes individuales (por cierto, en los 6 meses que estuvo, logró vender tres enciclopedias), ya que ella como representante de la editorial vendió las enciclopedias a compradores individuales.
Ahora bien, esto es diferente a la venta al menudeo, para lo cual necesitaría crear una situación hipotética: que mi mamá hubiera trabajado para… Fernández Editores y hubiera trabajado en la tienda de la editorial, donde se pueda adquirir directamente un título.
Muchas editoriales venden a instituciones y esto significa una apuesta segura, ya que la organización encargará un libro de un tema, con determinadas características y con un cierto tiraje, el cual será respetado por ambas partes.
El último apartado es venta a mayoristas, el cual no requiere muchas explicaciones.
Antes de vender el libro (a menos que sea una venta a instituciones), éste se debe promocionar. Pero esto no significa lanzarse con publicidad apuntada hacia los consumidores habituales, sino hacia las editoriales. Después de ofrecerlos, viene la publicidad hacia los demás. Ahora algunas editoriales ya no usan publicidad sino campañas de Relaciones Públicas basadas en el escándalo o en estrategias más sucias para poder ganar pedidos, aunque esto suele ser imperceptible para el público en general.
Ya que se promocionó dentro y fuera del círculo editorial, viene la “cosecha” de pedidos, los cuales pueden ser por consignación o venta en firme. La consignación es el encargo de un lote, el cual es exhibido en los estantes de las librerías por 60 días. Si no se venden, se devuelven. Y se debe tener paciencia al cobrar con este método, ya que los clientes tardan, y mucho.
La venta en firme es casi exclusiva para los bestseller: Como el libro tienen el éxito asegurado, se encarga N cantidad de libros y cuando éstos llegan se pasan a facturar y se pagan “en caliente”, como alguna vez dijo Porfirio Díaz.
Algo que no se debe olvidar es que durante el proceso de preparación y entrega (de pedidos) algunos ejemplares de pueden dañar, y por tanto se debe tener un ‘colchón’ listo, y descontarlo por si acaso. Y otro aspecto que se debe mencionar es el ISBN (International Standard Book Number), en español, número estándar internacional del libro. Este es una medida para identificar el libro. Para más información, den clic aquí.
Los canales de venta de un libro son las librerías, escuelas, ferias, instituciones y supermercados. Estos son sitios donde los libros se muestran, examinan y venden. Algunas librerías llegan a negociar descuentos ventajosos para ellas agarrándose de factores como las devoluciones y los precios por unidad.
Mis compañeras finalizaron con dos formas nuevas de vender libros: Internet y e-books. Unos días después de la exposición estaba hojeando el diario La Jornada y descubrí que la escritora Elfriede Jelinek dejará de publicar libros físicamente por el momento y estará promocionando sus obras por su página de Internet. Ya intenté leer su nuevo libro, Envidia, pero no pude porque no tengo conocimientos de alemán. Estas acciones, junto con los e-books revolucionarán a la industria del libro aunque es dudoso que la lleguen a matar como algunos fatalistas… perdón, deterministas tecnológicos llegan a pregonar.
No sé si en alguna ocasión he mencionado que me encanta el arte. De hecho, es una de las fuentes que me gustaría cubrir, aunque aún estoy muy verde en cuanto a arte contemporáneo se refiere pero continúo en un periodo de aprendizaje constante, el cual acentuaré en las vacaciones para poder llegar a dominar la materia.
No sé si también he mencionado alguna vez que me fascina la estética de los sesenta en cuanto a arquitectura, diseño industrial y por supuesto, de moda. Entonces, cuál no fue mi sorpresa al encontrar una colección que mezclara cuatro de mis más grandes pasiones: la música (Led Zeppelín, Hendrix), el arte (inspiraciones en los pintores John Singer Sargent y el maravilloso Gustav Klimt, cuya obra me fascina), la estética de los 60 y la moda. El resultado es algo un poco extraño pero encantador. Se las dejo como posdata: la colección primavera-verano 2008 de Dior Haute Couture. Disfrútenlo y comenten si les gustó la entrada (¡ya voy a acabar y casi no tengo comentarios!)
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