Parte 1
Ustedes saben que soy fan de Trista. Sus prendas me han parecido atractivas porque se pueden usar y a la vez tienen un elemento novedoso y una buena confección. También saben que me agrada mucho Yves Saint Laurent, tanto que me puedo aventar un post dedicado a la marca. Entonces me emocioné al recibir una invitación donde ambos estarían presentando sus colecciones de primavera.
Trista con un diseño bien delimitado y con telas de buena calidad es Yves Saint Laurent con una rica paleta de colores. Suena como una buena combinación.
En realidad lo fue. Las prendas escogidas por Trista para su desfile parecían un homenaje a los hits de Saint Laurent. Jumpsuits, pantalones y vestidos de gala -prendas que YSL exploró en los 70- con una ligereza y una paleta de colores muy específica. Y a pesar de eso, el estilo de Trista se podía percibir.
El corte y el drapeado son dos procesos que son difíciles y necesitan hacerse con cuidado para tener una buena confección. La ropa no tuvo problema con ello aunque un par de prendas necesitaron un poquito de ajuste. A pesar de ello, no fue tan evidente por el buen corte de las prendas.
Mientras tanto, el maquillaje de YSL también remitía a los 70 sin caer en la obviedad. Ojos y labios con tonos intensos dejaron atrás aquella regla sobre maquillar intensamente sólo una de esas áreas. La ejecución fue perfecta, dado que usualmente la intensidad del maquillaje está mal distribuida y se puede observar dónde termina el pigmento y empieza la piel. En este caso todo era uniforme, lo cual es un gran mérito para la marca y sus maquillistas.
La propuesta de ambas marcas se equilibró con el uso del color. Mientras que Trista se ajustó a una paleta muy básica (negro, rosa pálido y blanco, entre otros), YSL optó por un maquillaje en colores intensos: ojos muy oscuros y labios muy rojos.
Fue un desfile breve, elegante y apropiadamente balanceado.
Quiero agradecer a Karina Zidan por la invitación y a Paola Molina por las fotografías y el apoyo.
Parte 2
No había querido armar este post porque no había encontrado las palabras adecuadas. Y es que una vez más un buen esfuerzo de dos buenas marcas (una de maquillaje y otra de ropa) se ve opacado por un mal entorno.
Comencemos por deslindar responsabilidades: no es que señale mi dedo acusador a todo el staff de IDM ni mucho menos al del hotel St Regis (el cual trató de forma amable-pero-firme a todo el mundo y le dieron un toque de calidez a todo ese día). Es un problema un poco más profundo y tiene que ver con estrategias que funcionan bien en ciertos aspectos pero arruinan otros.
Miren, me he cansado de postear sobre coherencia, discriminación y demás cosillas, tanto que ustedes se saben ya mis comentarios y yo comienzo a fastidiarme de repetirlos. Pero esta ocasión amerita una repetición para que, por lo menos mis lectores piensen en ello.
No hay que temer al cambio ni hay que temer a los individuos de afuera que tienen una nueva visión y nos pueden ayudar a crecer. La comodidad nos llega a atrofiar y si nos queremos rodear solamente de buenas críticas, nos olvidaremos de nuestros defectos. La perfección no existe (bueno, sí existe y es un abrigo de Balenciaga pero mejor regreso al tema). Y se los digo yo, que con las fotos del shooting anterior recibí fuertes críticas (en la vida real, pues) pero tomé nota en los aspectos que puedo mejorar cuando lo vuelva a intentar. Obviamente fue incómodo para mi pero es necesario para crecer como persona. Las críticas no siempre significan envidia, pero hay que usar el intelecto y el sentido común para discernir entre la sinceridad y la mala leche. La línea entre ambas no es tan delgada.
Si el evento va a ser exclusivo, todo debe estar previsto hasta en sus últimos detalles y jamás, JAMÁS permitir que se vuelva como la fila para entrar a una discoteca. En la espera para Mancandy se dio esta situación y los organizadores utilizaron conductas de selección muy parecidas a las de un bouncer: "Tú sí entras, tú no porque ya no tenemos espacio. Tú sí, ¿Cómo estás? Qué gusto verte". Al final, hubo gente que vio el desfile parada, hubo codazos y les puedo decir que jamás había visto un signo tan evidente de rechazo hacia los que no somos aquellos "happy few". Ya no sé si vale la pena que me aparezca por ahí.
Me dirán que ese es el objetivo de IDM Front Row: tener una atmósfera totalmente lujosa y exclusiva, enfocada en los que de verdad están interesados en comprar y analizar las prendas. Sí, es cierto, pero acciones como la ausencia de listas de invitados y el "filtro" para Mancandy suenan como un acto de autosabotaje. De todo lo demás no me puedo quejar, pero ese pequeño detalle basta para causar un gran desencanto.
No voy a generalizar pero si los representantes más conocidos de la moda mexicana siguen actuando igual, tendrán el mismo resultado. Yo sé que en muchas ocasiones no está en sus manos pero esto también daña su imagen pública y espanta a clientes potenciales. Si añadimos a esto algunos comentarios imprudentes en las redes sociales, tenemos una receta para el desastre. Ellos (ojo, no todos) no saben si la gata/naca/india (de nuevo, adjetivos que siempre usan. Para mis lectores foráneos, estas tres palabras son peyorativas en México) de al lado tiene el suficiente dinero para salvarlos de la quiebra.
El soltar ese tipo de expresiones a cada momento puede ser socialmente aceptable en el círculo pero es un suicidio en cuando a las RP. Por expresiones como esas han despedido a gente muy talentosa que no tiene una pizca de autocontrol. Pregúntenle a Galliano. Pero aquí en México eso se tolera cuando no debe ser el caso. Yo no sé si sea una cuestión cultural o qué pero me parece ofensiva e inaceptable. No les diré que jamás me he referido a alguien con esas palabras pero me aguanto lo más que puedo cada que las tengo en la punta de la lengua, porque es una falta de respeto.
Las otras capitales de la moda han pasado por eso. Pero lo han superado con el consumo local (Colombia y Argentina), la expansión internacional (NY, Milán y París), atendiendo a la prensa especializada (París) o una campaña activa y bien controlada via internet (el mejor ejemplo es Burberry). ¿Y nosotros?
El autoengaño nos puede salvar de muchas cosas desagradables, pero nos dejará por siempre en el mismo lugar. Piensen en ello.