Fur and the city

(¿Con gafas, pantalones negros y tenis? ¡No es tan mala idea!)

Hoy deseé tener un abrigo de pieles para estar más calientito.

El invierno mexicano había sido, hasta ayer, el más benévolo de toda América... exceptuando el Caribe y Brasil, claro está. Por más de un mes el cielo estuvo despejado, hizo calor (20°C, temperatura que algunos de mis lectores en España extrañarían) y salvo unos episodios de un viento fresco, nada evidenciaba que estábamos en invierno. Y la verdad es que los inviernos en la ciudad suelen ser así. Hasta ayer.

El clima nos dio una gran sorpresa con un día nublado, un viento que cala hasta los huesos y lluvia a la medianoche (juro por lo más sagrado que nunca me había tocado lluvia en Enero). Y por lo que dicen los meteorólogos, varios días de un invierno horrible nos esperan. Lo positivo es que el cielo gris le da un cierto aire neoyorquino a la ciudad, y mucha gente saca sus abrigos y chamarras (a diferencia de NY, el color impera. Y es algo muy bonito de ver).

Y hoy, de camino a algo parecido al trabajo (en un momento más explico qué es), el frío me caló tanto que deseé tener un abrigo de pieles, como una versión masculina de Carrie Bradshaw, para caminar por la ciudad sin congelarme.

Yo sé perfectamente que muchos odian las pieles y no estoy de acuerdo con que hagan sufrir a los animales para conseguirlas. Incluso repudio los comentarios tan faltos de tacto que muchas figuras públicas (ejem, ejem, TÍO KARL) hacen para defender el uso de las pieles. Pero no puedo evitar que me gusten. Y sí, me siento un poco culpable, pero a la vez aliviado porque mi closet no contiene pieles (cuero sí, un par de prendas).

También estoy consciente de que las pieles suelen ser contraproducentes. En muchas personas son una horterada (vulgaridad... prefiero la palabra hortera jojojo) y puestas en un hombre parecen como de rapero o gángster. O como un oso. Pero últimamente los abrigos de piel son más delgados y por consecuencia, más usables.

Me encantaría tener uno. De la piel que sea. Y estoy consciente de que lo usaría un par de veces al año y los demás días mi abrigo estaría haciéndose amigo de las arañas en el fondo de mi closet. Pero no me importa. Y como decimos aquí, soñar no cuesta nada.

¿Lea confieso mi fantasía del abrigo ideal, apto para los tiempos de frío y humedad? Uno que por fuera estuviera hecho de PVC o vinil grueso y por dentro de piel. Así me protegería de la lluvia (bastante más frecuente que la nieve) y del frío. Un compañero de clase tiene uno pero es horterísima. Por supuesto, el abrigo de mis sueños no lo sería.

Bueno, explico rápidamente por qué decía que era algo parecido al trabajo: en mi benemérita Universidad nos piden prestar horas de nuestro tiempo en instituciones públicas durante 6 meses (aprox) cuando estamos acabando la carrera. Para nuestra fortuna podemos elegir entre un listado, así que llevo dos días yendo a la oficina de un museo de arte contemporáneo -relativamente- cercano a mi casa. No nos pagan pero no suelen exigirte trabajo muy pesado, ya que acomodas archivos, haces llamadas telefónicas y envías correos durante cuatro horas y listo. Ya me asignaron una PC con internet y espero que me dejen postear desde ahí.

Oigan, ya contesté a sus comentarios. Les agradezco mucho que hicieran caso a mi llamado. Si me dan unas horas actualizo mis vínculos y les agrego a todos.