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Aceptémoslo, por infinitesimal que sea, siempre hay algo del nuevo Chanel que nos guste. Ya sean las faldas a la rodilla, las gafas, algún vestido de Alta Costura puesto en alguna estrellita marinera -o princesa de Mónaco-, o el séquito de bolsos que acompañan al 2.55, Chanel es un referente en la moda y aunque queramos -que, por cierto, no queremos-, no podemos escapar a ella.
El lugar de Coco Chanel en la actualidad es obra de una ironía muy bien trabajada puesto que fue una mujer rebelde e innovadora que impuso un estilo austero y casi masculino en una época hambrienta de cambio. Y ahora, 50, 70, 80 años después, la vemos como la artífice de lo clásico. La mujer rica que quiere verse elegante usa Chanel. La empleada que quiere verse bien usa bolso, traje y zapatos bicolor copiados de los diseños de la Rue Cambon, copias que halagaban a Coco -y a su inmenso ego- en vez de hacerla rabiar.
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Ahora, en estos tiempo esn los que los devora la piratería y venden relativamente poco, Chanel sigue estando en boca de todos. Pregunten a una persona ordinaria o al "fashionista" (jajajajaja) ordinario qué marcas de moda conoce. Dirá Chanel a la segunda o tercera oportunidad. Puede que no conozca al señor que diseña para la casa (o crean que ese señor es Coco Chanel, como un conocido de Miss At La Playa) o que tenga una vaga idea de lo que presenta en sus colecciones, pero conocen la marca. Y algunos conocen a Karl.
Sinceramente, muchos odiamos a Karl o lo encontramos particularmente (un pelín) irritante con sus gafas oscuras, sus cabellos empolvados y esa actitud de viejo "moderno" y amargado que se carga, pero algunos otros disfrazan su envidia de odio. Porque sí, es insoportable, y un poco ridículo pero sin él Chanel sería un moderno Pierre Cardin, es decir, una casa ahogada en licencias para ropa de segunda, cosméticos, ropa interior y sin un ápice de prestigio (una lástima porque Cardin era genial). Y sin él Fendi estaría tan olvidada como Cerruti o Fiorucci o cualquier otra marca de marroquinería (artículos de piel) italiana. Karl Lagerfeld tiene talento, eso es innegable.
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Y tiene poder, tanto que puede seleccionar a cualquier chica bonita y volverla su fetiche para encumbrarla y abandonarla después -y hablar pestes de ella en el camino-. ¿Que si hay ejemplos? ¡Uff! Vanessa Paradis (la cual se quedó a su lado por años), Angela Lindvall, Jerry Hall allá por los años 80, Kate Moss, Stella Tennant, Devon Aoki antes de los calendarios en bikini, Claudia Schiffer, Carolina de Mónaco (la chica Karl que más tempo ha durado) Anna Mouglalis, Estella Warren (¿cómo olvidar su anuncio para Chanel N°5?), Daria Werbowy, Anouck Lepère, Nicole Kidman y más recientemente Diane Kruger, Irina Lazareanu, Keira Knightley, Freja Beha Erichsen, Brad Koenig y Devendra Banhart (los cuales no son chicas pero sí fetiches de Karl), Dakota Fanning, Kirsten Dunst, Penélope Cruz, Cat Power, Lindsay Lohan antes de los escándalos (si te he visto ni me acuerdo), y Anna Wintour (la cual no es bella ni indefensa pero también ha sido chica Karl), entre muchas, muchas otras.
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Hay que darle crédito a don Karly (como le bautizó el Señor Quinquillero) porque la sombra de Coco Chanel es algo de lo que no se puede escapar. Y don Karly ha utilizado todo lo que hizo, dijo o pensó Chanel a su conveniencia. Lo volvió un clásico, un mito, y lo refrescó con un toque de modernidad.. el cual a veces tiene resultados desafortunados. ¡Pero triunfa! Ya ha vuelto a Chanel minivestido Haute Couture (Coco detestaba las minifaldas), surfista, jardín de Versalles, Amy Winehouse, robot, traje para correr (y bucear, 1990), pantalón de mezclilla, y hasta Zar de Todas las Rusias en estos 25 años. Mientras que Coco uniformó a las damas, Karl hizo de Chanel un ícono en la cultura popular.
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Le pese a quien le pese, sus pasarelas siempre son las más esperadas de París (y por cierto, sus talleres de Alta Costura son los mejores del mundo). No importa que presente el estilo Coco refrescado por enésima vez, todos quieren ir a verle. Y es que ser invitado a un show es el cielo para una celebridad en ascenso, una cliente frecuente o una socialité hambrienta de atención -para los periodistas también, por supuesto, ya que los tratan de maravilla-. Y Chanel se distingue de muchos por crear un escenario, una ambientación que no tiene igual, encontrando sólo una seria competencia en algunos shows de McQueen. Pero no importa, porque Karl tiene el Grand Palais para él sólo (aunque una que otra vez cambia de sede) y llena ese espacio megalítico con producciones que deberían estar montadas en una exhibición.
El genio que le diseña los sets ha hecho de todo: carruseles (la temporada pasada),computadoras (primavera 06), plataformas giratorias (Haute Couture, otoño 06), cuadrángulos con puertas corredizas (primavera 07), una pequeña reproducción de un jardín en Versalles con todo y fuente chorreante (Haute Couture, primavera 05), un moño gigante (primavera 08), no hay nada que no construya para el megalómano faraón que es Karl Lagerfeld.
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Y el espectáculo volvió a París esta temporada, porque mandó consteruir una reproducción a escala de la primer boutique en la Rue Cambon dentro del Grand Palais. Las modelos desfilaron en lo que parecía ser una calle con todo y asfalto, mas unas gradas para la audiencia y un nicho especial para los fotógrafos. ¡Increíble!
La reproducción de la boutique, y la pasarela en sí, animaron a los periodistas, los cuales estaban seriamente preocupados por la crisis y sus consecuencias. Y sin proponérselo, Karl dio unos minutos de descanso al mundo.
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¿La ropa? Ah, sí, la ropa. La ropa es una colección que a lo mejor ya se vio en 1998 con prendas de inspiración vaquera por ahí y por allá. Esas, a lo mejor ya se vieron en algún otro año. Muchos trajes clásicos (con un corte que grita *años 90*), vestidos de coctel y Alfombra Roja no necesariamente feos, otros conuntos con un drama que podría causar sendas carcjadas en la calle. Zapatos clásicos con adorables pompones (¿se pondrá Karl porrista para el otoño?) y unas medias bicolor que harían las delicias de cualquier chica moderna en la calle. Es Chanel reciclado... pero sigamos con el espectáculo.
No existe otra cosa como Chanel aunque la rorpa no nos guste y Karly nos caiga mal. Pero eso poco importa en una maison de couture que se volvió u nescenario, un referente, una marca pop. Para sentarse y disfrutar.
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Por cierto, agrego la invitación (está en el inicio del post) y una foto de Angela Lindvall en el desfile (para quien no la conozca, está sobre estas líneas). Y la agrego sólo por el hecho de ser Angela Lindvall.
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