Bien, vimos que ganó Calvin Klein en las votaciones. Como lo prometido es deuda (y a mí me gusta cumplir mis promesas), aquí tienen el post del que quizá fue uno de los desfiles más interesantes en Nueva York:
Calvin Klein marcó un antes y un después en la moda americana. Antes de él, esta se consumía solamente en EU, los jeans eran considerados solamente juveniles, no había perfumes de diseñador con la suficiente popularidad en EU y Kate Moss no era nadie. Después de él, hasta la ropa interior se compra por millones alrededor del mundo, sus perfumes son la locura de hombres y mujeres, y puso de moda al jean como instrumento de sensualidad al ordenar un anuncio donde aparecía una Kate Moss casi niña, casi Lolita y casi alcanzable, como casi todas las modelos de sus anuncios. Y de este modo cimentó la carrera de la supermodelo más revolucionaria de los 90.
Por desgracia, como en todo, su estilo fue imitado hasta la náusea. Los años 80 y 90 pusieron a Klein en un trono del que se bajó hasta 2004, año en que fue sustituido por Francisco Costa en la línea principal. Mientras tanto, su influencia fue tan grande en Nueva York que aún es la meca del minimalismo el cual se caracteriza por la austeridad, colores básicos o apagados y cortes geométricos, y todo eso se popularizó gracias a él.
Costa, sin embargo, ha logrado añadir algo suyo a lo minimalista. Poco a poco va rompiendo el cliché del minimalismo simple y repetitivo y va incorporando la vanguardia a Calvin Klein. No por nada ha ganado ya dos veces el premio a mejor diseñador internacional.
El binomio Costa-Klein está en su mejor momento. Esta primavera lo podemos notar con una colección fuerte y original. Fuerte por la seguridad al experimentar con distintos cortes que dan al cuerpo una figura geométrica pero le añaden riesgo y por el uso de una paleta de colores relativamente variada. Original por la idea de retomar ideas del arte contemporáneo, particularmente la escultura (arte que a Costa le fascina).
El blanco, particularmente intenso en esta colección, estuvo presente en las distintas telas que usó y tal pareciera que las modelos hubieran desfilado con vestidos de papel. Sin embargo, el look Klein apuesta por un diseño en tercera dimensión y eso es un cambio muy refrescante.
El minimalismo no siempre experimenta con la forma y el coor y mucho menos on la inspiración. Costa está rompiendo ee esquema y con él logra que el minimalismo no se quede como un recuerdo dorado de cuando era 1989 y, dentro de los excesos de los 80 surgió como un contrapeso, como una rebelión... como un exceso en lo simple.
Aún no sabemos si esta colección sea un éxito o no, pero por lo pronto ya está recibiendo distintas críticas, mayoritariamente buenas. Algo que quizá no pensó es en el tipo de cuerpo ideal, ya que este tipo de vestidos se ve bien en modelos anoréxicas y no siempre en gente real. Aunque, tendremos que esperar hasta que alguien apueste por la propuesta de Costa.
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