Domenico Dolce y Stefano Gabbana son amados, odiados y envidiados a partes iguales. Todas las parejas gay con pretensiones y sin talento en el mundo de la moda quieren ser como ellos. La alta sociedad los desprecia y adora... también a partes iguales. Una celebridad no es celebridad si ellos no la visten. Los consumidores de clase media-alta suelen vaciar sus tiendas (sobre todo D&G, su línea secundaria) frenéticamente para sentir que llevan puesto algo "de marca". La prensa especializada no suele ser benévola con ellos. Los diseñadores de alta costura los ven como "pretensiosos" y casi todas las otras marcas quisieran ser monstruos publicitarios como ellos (por tanto, las agencias y los fotógrafos de moda les adoran, son sus mejores clientes). Los italianos les respetan porque saben que ellos SON Milán y Mónica Bellucci les debe estar agradecida, porque ellos le dieron una carrera al reclutarla como modelo. Milán, Italia y el mundo no serían lo mismo sin Dolce & Gabbana.
Los dos han logrado cimentar una empresa que, a pesar de las vicisitudes, sigue teniendo presencia mundial. Se sabe que han llegado a diseñar vestidos en segundos (y usando sólo alfileres) y que sus inspiraciones se basan en la cultura popular italiana, otra razón por la que sus compatriotas suelen apoyarlos. En los 90 fueron muy revolucionarios y polémicos, tanto por los temas de sus colecciones (en el 97 crearon el look "chic clerical" y el Vaticano casi les excomulga) como la agresiva forma de publicitarse. En la última década han tenido momentos muy brillantes: el guardarropa de Kylie Minogue para su Kyliefever Tour, sus colecciones de otoño 2005 y todo 2006 -la primera es considerada por mí como la mejor de su carrera-, y las memorables campañas que ha protagonizado.
Al parecer los de Dolce & Gabbana quisieron hacer una analogía de la situación en su imperio: ellos se separaron (eran pareja desde los 80), la crítica los vapuleó en las últimas.... tres o cuatro temporadas (salvo el impacto que causaron sus vestidos con flores estampadas la primavera pasada) y descubrieron que el sobresaturar sus prendas de logos está causando que la piratería los devore vivos -ni modo, pecado de los 90 en el que muchos cayeron-, además de que los altos precios de sus excéntricas prendas ha causado que se queden en los anaqueles y las editoriales de moda... causando que su pequeño emporio se vuelva aún más pequeño.
Han sido tiempos difíciles para Dolce & Gabbana y eso se ha resentido en la creatividad de sus colecciones. En primavera intentaron regresar pero otoño causó una desaprobación casi unánime. Se volvían el cliché, y cuando una firma entra dentro de ese reino, está a nada de que los jueces de la moda le abandonen... y con ellos se van los clientes y los jugosos contratos con las celebridades.
Y entonces surgieron las pijamas. Y ellos las imaginaron en un contexto dolcegabbanesco, con una sobredosis de maximalismo. Así es, por primera vez en muchas temporadas decidieron experimentar con la forma de un modo nunca antes visto en ellos. la geometría. Trapecios, círculos y rombos, todos presentes como si viéramos un desfile de Calvin Klein remasterizado. ¿Y qué es lo mejor? que este riesgo ¡les resultó!
Dolce & Gabbana despertaron del largo sueño -pesadilla, más bien-, se bajaron de la cama y se pusieron a trabajar. Es probable que los atuendos que más parecen pijamas no se vean por la calle, pero muchas otras prendas (como una gabardina reinterpretada) tengan más éxito y terminen colgadas en algún armario rico.
Ellos no dejan el pasado atrás totalmente. Dos o tres atuendos tienen reminiscencias del vestido escorsetado, un clásico de la casa (y original de ellos), una prenda que hace a las mujeres un objeto del deseo instantáneo, porque hace justicia a casi cualquier cuerpo y pone a los hombres a babear. El vestido es una declaración en tela de Docle & Gabbana, es su razón de ser.
La pasarela de Dolce & Gabbana es el ejemplo perfecto del modo de hacer una pasarela temática. Si bien es cierto que se adivinan los siguientes diseños, también lo es que el usar a la pijama como punto de partida es un signo de creatividad desbordante. Y aunque la estructura de sus shows es siempre la misma (lo mini, lo maxi y los vestidos de princesa), todo se ve fresco, renovado. Los vestidos del final son particularmente impactantes. Esta vez volvieron a presentar flores, pero cosidas. Convirtieron a las modelos en bouquets vivientes de jazmines y gardenias. Es un hecho que se verán en las editoriales pero es improbable que los veamos en algún otro lado.
Y como siempre es mejor ver los vestidos en movimiento, les dejo el show entero.
PD: Una palabra para Domenico Dolce y Stefano Gabbana: ¡ANTITRANSPIRANTE! (Revisen el final del show). Los nervios son muy normales pero esta vez los traicionaron.
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