El primero en mi lista fue Lacoste. Esta marca francesa, la cual comenzó hace muy poco a presentar desfiles de moda, se ha transformado de unos años para acá. Hasta la modernización, Lacoste era algo que las clases medias no se atrevían a soñar. Era Richard Gere en American Gigoló. Eran adultos jóvenes burgueses jugando polo en algún jardín de Mónaco. Y entonces vino Christophe Lemaire y le quitó un poco de brillo al aura aristocrática de la marca francesa.
La colección de Lacoste es perfecta... para las clases medias. Los precios no han bajado pero ahora la ropa se presenta más juvenil y comienza a popularizarse entre la gente, la cual ahora la ve como ropa cómoda que confiere un cierto estátus... pero de muy buena calidad (algo que los adultos jóvenes burgueses ya sabían desde hace años).
El diseñador sin duda ha pensando en que su ropa se va a ver no sólo en la playa o en las albercas, sino también en la calle. Vestirte con algunas piezas de Lacoste no te hace ver fuera de lugar ni disfrazado. Te hacer ver... sofisticado. Y ahora, juvenil y un poquito retro.
Lemaire está consciente de que sólo necesita aderezar un poco la fórmula ganadora de Lacoste para seguir gozando de aceptación. En esta marca no hay exotismo ni cambios drásticos de estilo (porque esto representaría un cambio drástico de clientes). La variación, en este caso, radica solamente en la inspiración.
Como ejemplo, podemos ver que para otoño del año pasado se le ocurrió inspirarse ligeramente en la juventud francesa de finales de los 50. Y resultó, porque no se apartó mucho de las polo, y la ropa simple-pero-encantadora. En primavera 2009 resulta lo mismo.
El show se dividió en tres bloques. El primero, de acuerdo a Christophe Lemaire, tuvo como inspiración "un verano en la Provenza (francesa)" aunque más bien parecía un periodo vacacional en el Norte de África o en otro lugar del Mediterráneo. El público a quien iba dirigido este bloque, adultos algo mayorcitos, seguramente quedaron satisfechos con la ropa de telas suaves y colores terrestres (beige, café y terracotta) y con la consolidación de un desfile mixto, algo tan inusual en estas semanas de la moda.
El segundo bloque iba de lleno con un público más joven. Colores muy vivos (rojo, amarillo mango, azafrán, etcétera), pantalones rectos con algo de caída y un toque ligerísimo de René Lacoste (fundador de la marca allá por los años 20)... y a la vez tuvo una buena transición del primero. No se sintió tan drástica por la integración de modelos en color durazno. El microvestido hizo su aparición con dos y tres colores integrados acompañados por unos bolsos enormes, como de bolos. Las y los modelos caminaban por la pasarela con enormes sonrisas, imprimiéndole vitalidad a la ya de por si animada colección.
El cambio al bloque número tres se sintió un poco más, sobre todo porque este consistió de una mezcla entre algunos colores favorecidos por la marca (verde y rojo) con una estética del golf... y a la vez con una inspiración en los cuadros blancos y negros de la subcultura ska, algo sorprendente puesto que Lemaire pudo mezclar estos tres elementos sin problemas. Este tercer bloque iba para un público joven, sin duda alguna, pero con esa nostalgia que se traduce en la obsesión por verse vintage.
Ahora bien, podemos decir que en estos tres bloques vimos vestidos rectos -sin cintura- microfaldas, bodys (un tipo de leotardo pero en otros materiales) pantalones rectos, nostalgia por el golf y por algún lugar mediterráneo, el cocodrilo omnipresente.... y aún así, a pesar de que no vemos nada 'nuevo', Lacoste ha entregado un desfile que es a la vez clásico y fresco, interesante pero respetando una fórmula que, hasta la fecha, ha funcionado muy bien.
¿Para qué alterar una fórmula que tiene éxito y proporciona algo nuevo todas las temporadas?
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